El salón principal del castillo se sentía vacío, pese a que algunos comandantes y soldados que estaban reunidos en él. La atmósfera estaba impregnada de un pesado silencio, roto solo por el sonido ocasional del viento golpeando las ventanas y el eco de los pasos de Liam y Lukas al entrar. Mia, estaba sentada en la cabecera de la mesa de estrategia, levantó la mirada al verlos llegar. Su postura era firme, pero el agotamiento se notaba en sus facciones.Liam llevaba consigo un pergamino enrollado, mientras Lukas cargaba unos documentos marcados con anotaciones urgentes. Ambos tenían expresiones graves, reflejando la magnitud de los acontecimientos que estaban a punto de informar.—Reina Mia —Comenzó Liam, con un tono solemne mientras se detenía frente a ella. —Hemos evaluado las pérdidas, y... lamentablemente no son buenas noticias.Mia tomó aire profundamente, al tiempo en que enderezando su espalda preparándose para lo que venía.—Dime todo. —Pidió enarcando una ceja, su voz era firm
Mia suspiró, dejando caer las manos a sus costados mientras caminaba de un lado a otro como león enjaulado.—No lo sé. —Admitió, con un tono que revelaba más cansancio del que ella misma quería mostrar. —Nuestra gente está rota, Deimos. Blood Moon está en pedazos, y Velkan no puede soportar más peso. Ahora esto... —Se interrumpió, apretando los labios. —Lo único claro es que no podemos permitir que Tarvos alcance a Aamon. Si logra negociar un pacto… las consecuencias serán desastrosas.Deimos asintió lentamente, caminando hacia la mesa y echando un vistazo al mapa.—No podemos permitir que Tarvos crea que puede tomar decisiones por su cuenta. —Dijo, señalando la ruta más probable que él habría tomado. —Si va a negociar con Aamon, estará buscando un lugar lo suficientemente alejado para no ser interrumpido, pero no tanto como para arriesgarse a perder el control.—Eso significa... —Mia miró el mapa, siguiendo la línea que Deimos había trazado. —El Valle de las Sombras. Es el lugar más
El grupo de Mia avanzaba con cautela, con cada uno de sus pasos medido mientras las sombras del bosque parecían envolverlos. El Valle de las Sombras estaba a la vista, con el campamento de Tarvos iluminado por antorchas que arrojaban un resplandor inquietante. Tarvos permanecía cerca del círculo grabado en el suelo, todos sus movimientos eran calculados, pero cargados de confianza y un objetivo claro. Sus hombres de confianza lo rodeaban, con posturas tensas, como si estuvieran esperando lo inevitable.Mia se detuvo detrás de un grupo de árboles grandes que les daba la cobertura suficiente, agachándose mientras observaban la escena frente a ellos. Deimos estaba a su lado, con los soldados estratégicamente colocados alrededor, listos para actuar en cuanto ella diera la señal.—Ahí está. —Dijo Deimos en voz baja, señalando a Tarvos y la figura alta y oscura que se movía entre las sombras. —No hay duda. Aamon está aquí. —Confirmó mirando a Mia de reojo.Mia apretó los labios, manteniendo
El caos en el Valle de las Sombras se intensificaba con cada momento que pasaba. Los demonios sombras invocados por Aamon arremetían contra el grupo de Mia, mientras los soldados luchaban desesperadamente por mantener la línea. El aire se sentía pesado, como si cada aliento estuviera impregnado de la energía oscura que emanaba del círculo demoníaco. En medio del campamento, Aamon seguía observando con calma, ignorando la batalla que se libraba a su alrededor. Su atención seguía fijada en Mia, aunque su paciencia con Tarvos parecía agotarse.—Tarvos. —Dijo Aamon, con un tono burlón que retumbó como una campanada lúgubre en el valle. —Tu insignificancia es fascinante, pero debo admitir que tu presencia comienza a ser... innecesaria.Tarvos, con los puños apretados y los ojos llenos de furia, se enfrentó a Aamon, ignorando por completo la advertencia implícita en su voz.—¿Qué estás diciendo? —Exigió, dando un paso hacia él. —Yo vine aquí para negociar. No puedes simplemente desecharme.
Mia no respondió, pero la luz que la rodeaba pareció intensificarse por un momento, como si reconociera la lealtad de los que la seguían. Aamon, por su parte, rugió de frustración y lanzó otra ola de sombras hacia ella, más grande y más oscura que cualquier otra antes. Pero esta vez, Mia no esquivó.Extendiendo sus garras, que ahora brillaban con la misma luz plateada, Mia cortó a través de la ola de sombras como si no fuera más que niebla. La energía de Aamon se dispersó, dejando al demonio vulnerable. Aprovechando la oportunidad, Mia se lanzó hacia él, su cuerpo se movía como una ráfaga de luz y furia que chocó contra el marqués con una fuerza abrumadora. El impacto fue como un rayo cayendo del cielo, haciendo temblar el valle entero. Aamon cayó al suelo y su figura oscura comenzó a desmoronarse mientras Mia permanecía sobre él, su luz quemaba las sombras que intentaban protegerlo.—No me olvidaré de ti, guerrera. —Gruñó Aamon, su voz ahora era débil pero todavía cargada de malicia.
Amelia observaba atentamente la expresión ausente del hombre frente a ella, mientras sentía una extraña punzada en su pecho. Recién había escuchado la voz nasal de Lilly a través del teléfono de Seth, que había puesto el altavoz por error. Estaba enferma, y el pelinegro, por supuesto, se ofreció a cuidarla. Pero había algo que debía terminar…Esa noche Amelia estaba en su periodo fértil, y era de suma importancia que concibieran a un heredero lo más rápido posible. Cuanto antes quedara embarazada, antes podría deshacerse de ella. Después de llevar a cabo el coito más malo y torpe de toda su vida, Seth se levantó rápidamente para darse una ducha, sintiendo que necesitaba lavarse para quitársela de encima. Al salir del baño, notó que Amelia lo miraba tranquila, pero claramente estaba fingiendo, Seth pedía oler su tristeza a kilómetros, así que se acercó a ella y depositó un casto beso en su frente.—Eres la luna más hermosa del mundo. — Musitó. Sus palabras eran dulces, pero a la vez s
Con el alba, los empleados de la mansión comenzaron con los preparativos pertinentes para la gran cena de esa noche. Todos conocían perfectamente el mal carácter del abuelo y el padre de Seth: Tarvos y Magnus Winchester. Dos hombres despiadados y sombríos a los que todos les temían. Cuando el reloj marcó la hora de inicio para el banquete y Seth no había aparecido, todos los sirvientes presentes no tardaron en ponerse inquietos ante tal embrollo, conociendo muy bien el caos que se avecinaba.El reloj marcó las ocho y cinco, cuando Magnus, el padre de Seth abrió su boca para romper el silencio.—¿Sabes dónde carajos se ha metido tu marido? —Inquirió con autoridad, su voz grave resonando en la habitación.Amelia bajó la cabeza a la par de su mirada que se posó en sus manos. Ella no se atrevía a mantenerle la mirada ni por un segundo, pero no podía ser descortés, así que respondió como pudo.—Seth… Él… —Tartamudeó ligeramente—. Él ha estado muy cargado de trabajo estos últimos días.Magn
Desde de llevar a Amelia a su habitación, Seth finalmente tuvo un momento de paz y silencio, la indiferencia de Magnus y Tarvos, como siempre, lo hartaba. “No permitiré que mis futuros hijos crezcan en este ambiente tan desprovisto de amor”, pensó hastiado. Estaba dispuesto a romper el pacto y si era posible, trataría de salvar a Mia de la muerte.Con la imagen de Amelia en su cabeza, levantó la vista y la vio salir del baño en ese momento. Con su cabellera rojiza húmeda, y su cuerpo pálido, curvilíneo, pero a la vez frágil y delgado; era su esposa, cuidadosamente seleccionada por él. Mia era la mejor opción para él. Ella era tonta y sumisa, necesitada de amor, no tenía familia o amigos cercanos, y cualquier muestra de bondad, por más pequeña que fuera, era suficiente para manipularla.Hasta el momento, parecía seguir creyendo sinceramente que su matrimonio era una unión de amor. Por eso, había estado esforzándose al máximo para agradar a su familia y a los miembros de la manada. A ve