Mia entró en la sala de bebés con pasos cautelosos, como si el aire mismo estuviera cargado de tensión. La luz tenue del lugar iluminaba los rostros de los pequeños, pero su atención se centró en Deimos, quien sostenía a Ayla con una gran delicadeza que parecía impropia de él. Era una imagen demasiado cómica: el hombre que había sido tan frío en la reunión que recién habían terminado, ahora parecía casi paternal, como si la pequeña hubiera logrado desarmar sus barreras más impenetrables.—¿No te molesta en lo absoluto que Ayla lleva la sangre de Seth? —Preguntó Mia, con una sonrisa que demostraba la gracia que le causaba tal escena.Deimos levantó la vista, para verla fijamente, mostrándole como sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y algo más profundo, algo que Mia no podía identificar del todo y luego soltó un bufido, como si la pregunta fuera absurda.—Si Ayla pudiera hablar… —Respondió él, con un tono que parecía contener una verdad inquebrantable. —Elegiría ser mi hija.Mi
—Debiste decirme la verdad, pensé que eras más valiente… — Cuestionó Lukas entre dientes mientras salía de la casa.Alanys se sobresaltó, el calor inmediatamente subió por su rostro mientras las palabras de Lukas resonaban con una claridad inquietante. Incluso se le olvidó respirar por un instante, al tiempo en que sus pensamientos se agolparon en una confusión sin salida. Ella negó apresuradamente, agitando las manos en un gesto nervioso que apenas disimulaba su incomodidad.—No… No es lo que tú crees. —Balbuceó Alanys siguiéndolo. Él se volteó a verla y ella de inmediato bajó la cabeza avergonzada, evitando su mirada y clavando los ojos en el suelo como si este pudiera ofrecerle alguna clase de refugio.Lukas, sin embargo, no estaba dispuesto a dejar que Alanys se escapara tan fácilmente, dejó la caja que llevaba en el suelo. Luego dio un paso adelante, cerrando la distancia entre ellos, con su expresión seria pero tranquila, cargada de una mezcla de comprensión y determinación. Y
El amanecer en Velkan era un espectáculo de esplendor, y aquel día, el castillo irradiaba una energía inusual. Las torres proyectaban sombras largas sobre los jardines mientras los primeros rayos del sol teñían las piedras grises de un dorado cálido. Los soldados se encontraban alineados, con sus armaduras impecables brillando como espejos bajo la luz matutina. Mia había ordenado que cada detalle de la recepción reflejara la grandeza de su reinado y el poder de Velkan. Aunque Seth era, sin duda, un enemigo, ella estaba decidida a mostrarle que no podía subestimarla.Seth y su Beta, Liam, llegaron montados en caballos negros de pelo brillante. Su presencia, oscura y marcada por una especie de gravedad, hizo que las conversaciones entre los soldados cesaran instantáneamente. Al verlos llegar los hombres intercambiaron miradas discretas; desde hacía tiempo habían historias susurradas sobre las tácticas despiadadas de Seth, sobre las batallas donde el suelo se había teñido de sangre bajo
Capítulo 60Demonio LoboEl eco de las palabras de Seth llenaba la sala, reverberando como el eco de un grito en un valle vacío. Mia, desde su trono, mantenía la cabeza erguida, observando con atención cada uno de los movimientos de aquel hombre que había cruzado un océano de sufrimiento para llegar a ella. A pesar de la máscara que ocultaba su rostro, su mirada no podía ocultar la mezcla de emociones que hervían en su interior. La postura tensa de Seth, la forma en que apretaba los puños con fuerza, y el agotamiento plasmado en sus rasgos le hablaban de algo más profundo que la mera arrogancia de un líder.—Reina de Velkan. —Empezó Seth con voz baja, casi ronca, pero firme. Sus ojos se clavaron en los de Mia como si buscara algo más allá de las palabras. —No vengo a arrodillarme, ni a suplicar. Lo único que deseo es la supervivencia de mi manada. De mi gente. Ellos han dado todo lo que tienen... y más. He dado todo lo que soy. Pero los demonios... esos monstruos... no dejan de atacar
El silencio que siguió al gesto simbólico fue como una pausa contenida en el latido del universo. Seth soltó lentamente la mano de Mia, sintiendo como la suavidad de su tez le causó una corriente eléctrica que invadió todo su cuerpo, en ese momento su mirada permaneció fija en ella, intentando desentrañar el enigma que representaba, con la intención de ver el más mínimo detalle que revelara su identidad. Seth ya había conocido muchas líderes antes, pero ninguna como ella; para él, la reina era una mujer que proyectaba un aire de poder impenetrable y, sin embargo, era capaz de un acto de compasión tan puro.Mia retrocedió un paso, girándose hacia las grandes ventanas que se abrían al horizonte. Desde allí, podía ver las colinas lejanas que marcaban el límite de Velkan, un recordatorio constante de que su reino estaba al borde de un conflicto que podría arrasar con todo. Sus manos descansaron sobre el alféizar, y por primera vez desde el inicio de la conversación, permitió que su postura
Los días pasaban en Velkan, y Seth permanecía en el territorio, observando cada rincón del castillo como un lobo al acecho. Su curiosidad por la reina Velkan crecía con cada interacción; aunque sus palabras eran pocas, cada gesto y cada pausa en su tono contenían enigmas que él deseaba resolver. La máscara que cubría su rostro y la capa que ocultaba cada detalle de su figura eran para él una barrera que desafiaba su paciencia. ¿Quién era realmente esa mujer que lideraba con tanta autoridad y misterio?En más de una ocasión, Seth buscó pretextos para acercarse a ella, ya fuera en los pasillos del castillo o durante las reuniones estratégicas. Mia, fiel a su carácter reservado, mantenía la compostura, ignorando las miradas inquisitivas de Seth con una habilidad magistral. Sin embargo, lo que escapaba de su control era la tensión que su presencia generaba en Deimos, su más leal aliado. Una tarde, mientras el sol comenzaba a ponerse y teñía el horizonte con tonos de oro y púrpura, Seth es
Capítulo 63Demonio LoboMia se encontraba en su despacho, la habitación estaba iluminada por el cálido resplandor de las lámparas artesanales hechas por artesanos del pueblo. A través de las grandes ventanas, podía ver cómo la noche comenzaba a envolver el castillo. La reina sentía su paciencia colapsar lentamente; la disputa entre Deimos y Seth, aunque pequeña, la había dejado con un sabor amargo. No podía permitirse distracciones ni conflictos internos en un momento tan crítico.Unos golpes firmes en la puerta la sacaron de sus pensamientos.—Adelante. —Informó Mia con firmeza mientras seguía ojeando unos documentos, aunque su tono era más frío de lo habitual.Deimos entró, cerrando la puerta tras de sí con cuidado. Su postura era rígida, pero el leve temblor en sus manos revelaba la incomodidad que sentía al enfrentar a Mia en ese estado. Había servido a su reina durante años, había luchado y sangrado a su lado, pero sabía que había cruzado un límite que ella no iba a dejar pasar.
El alba despuntaba con una tenue luz dorada que bañaba el horizonte, tiñendo de cobre las torres del castillo de Velkan. La brisa matutina traía consigo el olor a hierba húmeda y tierra fresca, pero también algo más oscuro, algo que se escondía entre los recovecos del viento: un presentimiento de sangre y muerte. Mia, de pie en el patio principal, observaba cómo los soldados se preparaban para la partida. Sus movimientos eran rápidos y precisos, llenos de la tensión propia de los momentos previos a una batalla.Alhena, su loba interna, murmuraba en lo profundo de su mente, con su voz baja, pero firme, como el eco de un trueno distante. —Mia, no dudes. Sabes lo que está en juego. Ellos te siguen porque creen en ti. Y tú... debes creer en ti misma. Mia cerró los ojos por un momento, inhalando profundamente, dejando que las palabras de Alhena calaran en lo más profundo de su ser. Vestida con una capa negra que ondeaba suavemente con el viento, y con la máscara que ocultaba su rostro, era