Capítulo 15Demonio LoboLukas llegó a la oficina de Seth y llamó a la puerta, este le indicó que pasara y así lo hizo, sin escatimar en estudiar la habitación con la mirada mientras caminaba hacia una de las sillas frente al escritorio del pelinegro.—saludos, Alfa Lukas. Le pido encarecidamente que intente ser lo más breve posible, estoy algo ocupado este día. —Musitó Seth apartando la vista de su ordenador para mirarlo.—Por supuesto, señor. Como ya le había comentado, tengo información confiable de una fuente anónima sobre un alto nivel de tráfico de personas en la zona, auspiciado por manadas de este territorio. —Dijo Lukas con firmeza.—Sí. Desde que me lo comentaste he estado investigando un poco y así continuaré, mandaré a mis hombres a que estén alertas e investiguen más a fondo el asunto. Me parece inaceptable este comportamiento en mi territorio y no pienso tolerarlo. —Aseguró con severidad. Sus palabras parecían sinceras, pero Lukas no le creía ni una de ellas.Para el rub
Capítulo 16Demonio LoboAmelia y Alanys, sin saber que Seth había estado espiándolas, no prestaron atención a ese detalle, hasta que, durante la cena, Seth, con el rostro serio, miraba a la pelirroja con odio y desprecio.—¿Por qué no te sientas mejor? Andas toda encorvada… —Dijo Seth, su tono de voz era ácido y mordaz.Amelia se acomodó en su asiento, guiando las críticas del pelinegro.—Y esa ropa… Es totalmente inapropiada para sentarte a cenar con la realeza. ¿Desde cuándo has visto que usamos Jeans para sanar? ¿Qué no has aprendido que el comedor es algo sagrado? ¡Pasas tanto tiempo con los sirvientes que ahora te vistes como ellos! ¡Lo único que haces es volverte más indigna, manchando nuestro estatus! —farfulló Seth a modo de reprimenda, descargando toda su ira en ella.Amelia, que estaba soportando todo en silencio, soltó su tenedor y bajó la cara. No entendía que pretendía el pelinegro esta vez.—No sé qué es lo que te sorprende, cariño. Siempre ha sido así de insípida y des
Capítulo 17Demonio LoboSeth, incrédulo, se llevó la mano a la mejilla enrojecida por la bofetada, completamente aturdido. Nunca habría imaginado que la siempre dócil y amable Amelia llegaría a golpearlo. Cuando por fin reaccionó, su furia estalló. La sujetó con fuerza y la acorraló contra la pared, convencido de que lo había agredido por Lukas. La celosa ira que ardía en su interior lo llevó a besarla con brutalidad.—Te lo aseguro, Lukas y tú jamás podrán estar juntos. —Sentenció el pelinegro con amargura. — De todos modos, pronto estarás muerta, mi investigación para romper el maldito pacto no dio ningún resultado. —Le recordó con firmeza.En el aire cargado de tensiones y emociones, Seth apenas podía contener la mezcla de frustración y deseo que lo invadía. El dolor de la bofetada y la rabia por su supuesta traición se entremezclaban con una necesidad casi desesperada de sentirla cerca, de poseerla y de asegurar su control sobre ella. El contraste entre su amor atormentado y la f
Capítulo 18Demonio LoboDespués de que Lilly se fuera, Seth decidió volver a su oficina en el castillo, entró y cerró la puerta detrás de sí, asegurándose de colocarle el seguro para evitar que cualquiera pudiera interrumpirlo. Tomó asiento en su escritorio y volvió a sacar el grueso lote de documentos y los dejó sobre su escritorio, para acto seguido, comenzar a estudiarlos detalladamente. La biblioteca del castillo tenía una amplia recopilación con una variedad de materiales relacionados con maldiciones y pactos, tanto internos o externos a la manada.Aunque había algunos registros sobre el pacto y la maldición que traía consigo la manada Blood Moon, no se mencionaba ninguna forma de romperlos. Seth le ordenó a sus hombres que le buscarán más información antigua y este montón de papeles era un nuevo lote que le habían entregado ese mismo día, antes de recibir a Lukas en su oficina.Mientras apartaba los pocos papeles que ya había revisado, Seth descubrió uno de los viejos pergamino
Amelia entró en el salón del castillo, con su mirada clavada en la alfombra gruesa que amortiguaba sus pasos. Las miradas que sentía sobre ella pesaban como una carga invisible, pero tangible. La atmósfera estaba tensa, cargada con las expectativas y juicios de aquellos presentes. Amelia, con su delgadez etérea y su melena pelirroja y ondulada cayendo en cascada por su espalda, parecía una llamarada desplazándose por la habitación. Lilly, con su sonrisa desdeñosa, se aseguró de que Amelia se sentara en una posición estratégica, justo en el centro de todas las miradas.Tarvos, sentado en la cabecera de la mesa, se esforzaba por mantener una fachada de cordialidad. Al dirigirse a Seth, su voz era suave, casi paternal, un tono que Seth apenas reconocía. Seth recordaba vívidamente toda su crianza en que las palabras de su padre eran órdenes, cuando cada interacción parecía un juicio. Ahora, sin embargo, había algo diferente, una ternura forzada que Seth encontraba desconcertante.La cena
Desde aquella noche, Amelia comenzó a pasar más tiempo en el jardín, encontraba el lugar como un santuario de paz y reflexión. Pasaba horas observando las flores, sintiendo la brisa y tratando de darle sentido a la misteriosa voz que había oído. Cada amanecer y cada atardecer, recorría el jardín en busca de alguna pista, alguna señal que le indicara qué hacer o hacia dónde dirigirse, pero sus búsquedas resultaban infructuosas. Una mañana, mientras estando aburrida jugaba distraídamente con los pétalos de unas flores recién abiertas, cuando Liam, el Beta de Seth, pasó por allí cargando una pila de documentos. Iba con prisa, con la intención de entregarle a Seth información crucial que había reunido. Al ver a Amelia, le sonrió y la saludó cordialmente, pero en su distracción, los papeles que llevaba resbalaron de sus manos, cayendo al suelo en un desordenado abanico.Amelia, sin pensarlo, se apresuró a ayudarlo a recoger los documentos. Mientras ambos se agachaban, una brisa ligera hizo
Seth, con una mirada de urgencia, levantó a Lilly en sus brazos, quien fingía estar desmayada, y se dirigió apresuradamente al hospital. Al pasar junto a Amelia, ella intentó explicarse, pero tenía las palabras atrapadas en su garganta. Seth pasando por su lado, no le dio ni una sola mirada, reduciendo su presencia a nada y continuó su camino con el rostro endurecido. El dolor y la frustración se arremolinaban en el pecho de Amelia mientras veía cómo Seth se alejaba con Lilly en brazos. Acompañada por Alanys, Amelia regresó a su habitación. Sus pensamientos eran un torbellino de emociones. Alanys, aún nerviosa y temblorosa por lo ocurrido, trataba de consolarla como podía.—Si Seth decide castigarnos, podemos escapar juntas. —Le sugirió la morena con un tono de urgencia, tratando de ofrecer una solución. Pero Amelia, distraída y agotada, solo logró esbozar una débil sonrisa.—Estaremos bien. —Bisbisó Mia, apenas.El tiempo pasaba con una lentitud exasperante. Cada minuto se sentía com
A orillas del rio, Amelia temblaba mientras avanzaba paso a paso hacia el agua helada. Sus pensamientos eran un torbellino de recuerdos y miedos; las aguas turbulentas parecían reflejar el caos en su interior. Cada paso la acercaba más al abismo de su propio miedo, un miedo que había sido su sombra constante. El agua cubrió su cuello, su respiración se volvió rápida y superficial, al sentir que comenzaba a entrar en pánico, inspiró hondo para infundirse ánimos a sí misma, cada una de sus inhalaciones se sentía como una puñalada en su pecho. El miedo al agua le hizo cerrar los ojos, dejándola ajena a lo que acontecía a su alrededor, mientras que sus labios murmuraban una oración silenciosa, una súplica desesperada a la diosa Luna, para que la mantuviera a salvo. En la orilla, Lilly la observaba con una mirada burlona, la crueldad en sus ojos era tan fría como el agua que rodeaba a Amelia. Cada paso de Amelia hacia la fría inmersión era una victoria para ella, una prueba de su poder y c