Amelia entró en el salón del castillo, con su mirada clavada en la alfombra gruesa que amortiguaba sus pasos. Las miradas que sentía sobre ella pesaban como una carga invisible, pero tangible. La atmósfera estaba tensa, cargada con las expectativas y juicios de aquellos presentes. Amelia, con su delgadez etérea y su melena pelirroja y ondulada cayendo en cascada por su espalda, parecía una llamarada desplazándose por la habitación. Lilly, con su sonrisa desdeñosa, se aseguró de que Amelia se sentara en una posición estratégica, justo en el centro de todas las miradas.Tarvos, sentado en la cabecera de la mesa, se esforzaba por mantener una fachada de cordialidad. Al dirigirse a Seth, su voz era suave, casi paternal, un tono que Seth apenas reconocía. Seth recordaba vívidamente toda su crianza en que las palabras de su padre eran órdenes, cuando cada interacción parecía un juicio. Ahora, sin embargo, había algo diferente, una ternura forzada que Seth encontraba desconcertante.La cena
Desde aquella noche, Amelia comenzó a pasar más tiempo en el jardín, encontraba el lugar como un santuario de paz y reflexión. Pasaba horas observando las flores, sintiendo la brisa y tratando de darle sentido a la misteriosa voz que había oído. Cada amanecer y cada atardecer, recorría el jardín en busca de alguna pista, alguna señal que le indicara qué hacer o hacia dónde dirigirse, pero sus búsquedas resultaban infructuosas. Una mañana, mientras estando aburrida jugaba distraídamente con los pétalos de unas flores recién abiertas, cuando Liam, el Beta de Seth, pasó por allí cargando una pila de documentos. Iba con prisa, con la intención de entregarle a Seth información crucial que había reunido. Al ver a Amelia, le sonrió y la saludó cordialmente, pero en su distracción, los papeles que llevaba resbalaron de sus manos, cayendo al suelo en un desordenado abanico.Amelia, sin pensarlo, se apresuró a ayudarlo a recoger los documentos. Mientras ambos se agachaban, una brisa ligera hizo
Seth, con una mirada de urgencia, levantó a Lilly en sus brazos, quien fingía estar desmayada, y se dirigió apresuradamente al hospital. Al pasar junto a Amelia, ella intentó explicarse, pero tenía las palabras atrapadas en su garganta. Seth pasando por su lado, no le dio ni una sola mirada, reduciendo su presencia a nada y continuó su camino con el rostro endurecido. El dolor y la frustración se arremolinaban en el pecho de Amelia mientras veía cómo Seth se alejaba con Lilly en brazos. Acompañada por Alanys, Amelia regresó a su habitación. Sus pensamientos eran un torbellino de emociones. Alanys, aún nerviosa y temblorosa por lo ocurrido, trataba de consolarla como podía.—Si Seth decide castigarnos, podemos escapar juntas. —Le sugirió la morena con un tono de urgencia, tratando de ofrecer una solución. Pero Amelia, distraída y agotada, solo logró esbozar una débil sonrisa.—Estaremos bien. —Bisbisó Mia, apenas.El tiempo pasaba con una lentitud exasperante. Cada minuto se sentía com
A orillas del rio, Amelia temblaba mientras avanzaba paso a paso hacia el agua helada. Sus pensamientos eran un torbellino de recuerdos y miedos; las aguas turbulentas parecían reflejar el caos en su interior. Cada paso la acercaba más al abismo de su propio miedo, un miedo que había sido su sombra constante. El agua cubrió su cuello, su respiración se volvió rápida y superficial, al sentir que comenzaba a entrar en pánico, inspiró hondo para infundirse ánimos a sí misma, cada una de sus inhalaciones se sentía como una puñalada en su pecho. El miedo al agua le hizo cerrar los ojos, dejándola ajena a lo que acontecía a su alrededor, mientras que sus labios murmuraban una oración silenciosa, una súplica desesperada a la diosa Luna, para que la mantuviera a salvo. En la orilla, Lilly la observaba con una mirada burlona, la crueldad en sus ojos era tan fría como el agua que rodeaba a Amelia. Cada paso de Amelia hacia la fría inmersión era una victoria para ella, una prueba de su poder y c
—¡¿Qué no ve que necesita ayuda?! ¿No piensa hacer nada al respecto? —Alanys gritó con fuerza al médico para que atendiera a Amelia, pero el médico no hizo caso. Sabía muy bien que esa era la tarea que Lilly le había encargado después de sobornarlo con una suma considerable de dinero. El médico mantuvo la mirada fija en el horizonte, fingiendo no escuchar los gritos desesperados de Alanys.En ese momento, Alanys se dio cuenta de que no había una sola persona honesta en ese lugar. Cada rostro parecía más un enemigo que un aliado.—¡Aguanta un poco más, Amelia! ¡Voy a buscar ayuda! — Alanys gritó con todas sus fuerzas dirigiéndose a Amelia.Amelia, sintiendo el frío cortante del agua y la desesperación que la invadía, acariciaba su vientre. Una vez más sus labios murmuraron una oración silenciosa a la diosa de la luna:—Por favor, no dejes que pierda a mi bebé. Te lo ruego, ayúdame.Aunque nunca se habían encontrado, ya sentía una conexión profunda con ese niño. "Este bebé será mi reemp
Al llegar al asentamiento de la manada de Lukas, su rostro reflejando una determinación férrea. Sin perder un segundo más, se dirigió directamente hacia la tienda del médico del clan, una anciana conocida por su sabiduría y su amabilidad. Su cabello blanco contrastaba con sus ojos vivaces, que parecían ver más allá de lo evidente. Con manos expertas y movimientos seguros, revisó la situación de Amelia.—Es grave. —Murmuró la anciana, susurrando como si las palabras pudieran alterar el delicado equilibrio entre la vida y la muerte. —El impacto del agua fría y el miedo han desencadenado un parto prematuro. Necesita una operación inmediata. —Explicó con un tono alarmante.Fuera de la tienda médica, la tensión era palpable. Alanys y Lukas experimentaban una espera angustiante, mientras caminaban de un lado a otro con rostros sombríos, esperando la noticia que podría cambiarlo todo. Alanys, con voz temblorosa, le explicó a Lukas lo que había sucedido. Cada palabra reforzaba la opinión de L
Mientras tanto, en el clan Blood Moon, Seth de repente sintió un escalofrío recorriendo su columna vertebral, como si una corriente invisible lo atravesara. Instintivamente, se apartó de Lilly que estaba pegada a él, ella al instante lo miró con sorpresa. El pelinegro caminó hacia la ventana con pasos apresurados, su corazón latía con fuerza mientras miraba hacia la dirección del clan Storm. Afuera, la luna llena bañaba la tierra con su luz plateada, haciendo que las sombras se alargaran y movieran con cada ráfaga de viento. Seth se quedó inmóvil, absorbiendo la energía que emanaba de la noche. Cerró los ojos y dejó que sus instintos y dotes lobunos tomaran el control. Sabía que algo extraordinario había sucedido.De repente, una ola de alegría inusitada llenó su pecho. En ese momento supo que su hija había nacido. Era como si un lazo invisible se hubiera formado entre él y la pequeña, una conexión que trascendía el espacio y el tiempo. Sin perder tiempo.—¡Liam, trae a los soldados!
En la habitación que Lukas había preparado rápidamente para Mia, la pequeña Ayla reía mientras algunos de los integrantes de Storm se divertían jugando con ella. El sonido de su risa llenaba el aire con una melodía de inocencia y felicidad que a cualquiera podía conmover. Pero esta tranquilidad se vio interrumpida cuando el Beta de Lukas llegó apresurado a la choza, con el rostro tenso y la voz grave.—Lukas, hemos tenido una anomalía en la frontera del clan. Seth ha llegado con soldados y está buscando a Amelia. —Informó con un atisbo de pánico en su voz.El corazón de Amelia se aceleró al instante. Intentó levantarse de inmediato, con la intención de manejar la situación por sí misma. No quería involucrar a Lukas en este problema, sintiendo que ya había hecho suficiente por ella. Pero antes de que pudiera dar un paso, Lukas la detuvo, colocando una mano firme pero suave en su hombro.—Amelia, por favor, déjame ayudarte. Tengo la capacidad y los recursos para enfrentar a Seth. —Mascu