René se volvió audaz, su lengua jugando con la de ella, explorando cada rincón de su boca con pasión. Angie se aferró a él, sus uñas arañando su espalda desnuda mientras dejaban que la pasión hiciera burbujas dentro de ellos. La espuma blanca de la bañera salpicó alrededor mientras los dos se perdían el uno en el otro.Finalmente, cuando la necesidad de respirar se volvió ineludible, René retiro sus labios de los de Angie, pero no se separaron. Se quedaron uno frente al otro, sus rostros tan cerca que podían sentir el aliento caliente del otro. Los ojos azules de René parecían más oscuros bajo la poca luz del cuarto de baño y Angie no pudo evitar quedarse fascinada por ellos.—Te amo —dijo René sin poder evitarlo, su voz era casi un susurro, pero resonó en el pequeño cuarto como un trueno—. Creo que lo hago desde el primer momento en que te vi.Angie lo miró sorprendida, las palabras de René vibraban en su cabeza, y despertaban en ella numerosas sensaciones, se acomodó en su regazo c
A la mañana siguiente, cuando Angie se despertó, se sintió avergonzada por lo ocurrido, por eso decidió escabullirse de la cama, dejando atrás a René dormido.René se despertó y se dio cuenta de que ella no estaba. Se levantó, se duchó y salió a buscarla. La encontró dándole de desayunar a Xaria para ir al colegio, cuando Angie lo vio se sonrojó.Eso le provocó ternura a René quien no pudo contenerse y terminó acercándose y besándolo suavemente en la mejilla, acto que les valió a ambos el aplauso de la niña. —¡Están enamorados! ¡Están enamorados! —exclamó sin parar de aplaudir.—Así es hermanita, estoy locamente enamorado de Angie.En ese momento apareció Carter en compañía de Alejandra, sin dejar de sentirse preocupado por lo ocurrido, no debió haber actuado de esa manera cuando vio a su hijo llegar tarde, en su lugar debió preguntarle, y eso lo tenía con un profundo sentimiento de culpa.—Buen día. Hijo, ¿será posible que vayamos a mi despacho para que hablemos? —preguntó rogando en
René se quedó mirándola con una expresión neutra en su mirada, hasta que de pronto esbozó una leve sonrisa.—La verdad es que si te soy sincero, tengo una gran confianza con el señor Carter y no solo con él, sino con todos los Hall —respondió y con esas palabras caminó hacia donde estaba su padre esperando, sin ponerle más atención a su jefe.Si supiera el imbécil ese que él era un Hall, y que era uno de los herederos del dueño, seguramente lo tendría lamiéndole las botas.Caminó por donde se fue su padre y apenas se subió al auto, le preguntó.—¿No me digas que tu jefe te está poniendo obstáculos en el trabajo? —le preguntó Carter y él negó.—No te preocupes, papá, no es nada que no pueda controlar —señaló con firmeza —, pero lo que me tiene intrigado es ¿Cómo supiste que necesitaba que vinieras a mi rescate?—Escuché a Angie cuando hablaba contigo, y aunque en realidad podía quedarme tranquilo para que no te fueras, sé que estabas muy ilusionado de mudarte y por eso he venido a apoy
La mano de René salió disparada, empujando a la mujer que tenía delante con una brusquedad que delataba su frustración. La mujer, Rubí, se tambaleó hacia atrás, sus talones patinaron contra el resbaladizo suelo de baldosas mientras luchaba por mantener el equilibrio.René se limpió los labios con fuerza como si quisiera borrar la huella del beso o como si hubiese besado a un animal ponzoñoso y bueno, conociendo al personaje, no estaba muy alejado de la realidad.—No vuelvas a acercarte a mí, ¡Pedazo de loca! —gruñó con desprecio, las venas del cuello las tenía abultadas por la tensión de su ira. —No estoy interesado. Además, tengo a mi mujer y no voy a hacerle infiel, ni contigo ni con nadie.El rostro de la mujer, que no estaba acostumbrada a sentirse menospreciada bajo ningún concepto, se tiñó de un carmesí intenso, su indignación palpable en el aire entre ellos.— ¿Te atreves a despreciarme? — espetó, con la incredulidad, agudizando cada palabra. —¿Un zarrapastroso e insignificante
El resto de la noche lo pasaron hablando, haciendo el amor. Angie le contó de sus miedos y René, de sus temores, se entregaron plenamente. Más que físicamente, fue una conexión más profunda, un reconocimiento de sus almas que estaba prendada una de otra.Desde allí todo empezó a cambiar entre ellos para bien, pero René siempre pendiente de que ella tomara sus pastillas anticonceptivas, porque en ese momento no querían ser padre. En su trabajo, los problemas se agudizaron, no lo dejaban en paz ni un solo día, metiéndole guardias para cansarlo y obligarlo a renunciar, pero René estaba dispuesto a terminar sus tres meses allí, porque si su padre quería ponerlo en un puesto mejor, él deseaba conocer cómo funcionaba cada departamento de la empresa.Cierto día, mientras comían, algunos rumores comenzaron a escucharse.—Dicen que el hijo del señor Carter Hall, viene a hacerse cargo de la empresa —pronunció uno en tono cómplice.—¿El que estaba muerto, pero apareció vivo? —respondió otro.—Y
Decir que Carter condujo a toda velocidad, era quedarse corto, un trayecto que se hacía normalmente en media hora, él lo hizo en diez minutos. Cuando llegaron escucharon el chirrido ruidoso de la sirena de la ambulancia que llenaba el aire, golpeando sus tímpanos con promesas de tragedias no contadas. Se bajaron con grandes zancadas, corriendo hacia los almacenes con una velocidad sorprendente, mientras el miedo atenazaba sus corazones, al mismo tiempo que suplicaban en su interior que no se tratara de nada grave.El concreto vibró bajo las pisadas firmes de los tres, segundos después divisaron la ambulancia. Cuando el jefe del departamento, de lejos vio llegar al dueño de la empresa, comenzó a caminar a su encuentro, sin poder contener su nerviosismo y dispuesto a darle las explicaciones correspondientes.Carter, por su parte, sintió los pulmones quemarle, tanto como su desesperación; una leve capa de sudor perló su frente, cuando finalmente llegó al epicentro del caos. Su mirada
Dentro de ambulancia, la joven se sintió como si el mundo estuviera colapsando a su alrededor, sentada junto a su novio herido, se sintió impotente por no poder hacer nada por él. Lo único que podía hacer era observar cómo subía y bajaba el pecho de él, lentamente.Llegaron al hospital, donde los recibió un médico, mientras uno de los paramédicos comenzó a describir las heridas de René, haciéndola sentir más angustiada con cada palabra.—Doctor, tenemos un paciente masculino de veintidós años con múltiples contusiones y abrasiones después de haber sido atrapado bajo una torre de cajas. Presenta heridas superficiales en el rostro y cuello, algunas de las cuales están sangrando levemente. También tiene laceraciones en los antebrazos y las manos, presumiblemente causadas por el impacto de las cajas al caer. Estuvo un momento inconsciente, quizás se deba a los golpes en la cabeza. Se queja de dolor en el pecho y dificultad para respirar, y por el dolor en la pierna pareciera que hay una f
—Por favor, recuérdeme no provocar la ira del señor Carter —dijo Angie con un gesto de sorpresa.—Mi hijo me mata si te llego a hacer nada —respondió sonriente.—El paciente despertó y está pidiendo ver a Angie… aunque no hay problema que pasen todos —informó la enfermera con amabilidad, porque por nada del mundo quería molestar al hombre.Mientras los tres pasaban a la habitación, afuera se escuchaba los quejidos de los hombres recién llegados.—¿Cómo ocurrió eso? —preguntó la enfermera.—Unos maleantes llegaron y nos empezaron a golpear, y nos fracturaron las piernas —dijo uno de ellos.—¿Sabes quienes fueron? —interrogó la mujer con interés.—No tengo idea —respondió el hombre.La enfermera asintió, y los dejó solo.—Claro que si sabes… nos metimos en un lío al atacar a ese chico, todos sabemos que esto es obra de Carter Hall —declaró uno de ellos.—Lo sé, pero si él nos hubiese dicho la verdad los habríamos tratado bien, no teníamos forma de saberlo, y ahora nos hemos ganado un gr