El aire pareció abandonar la estancia en un suspiro colectivo, y el silencio se tornó tan denso que se podría cortar con un cuchillo. Carter palideció, aferrándose al marco de la puerta para sostener el peso de aquella revelación, su mirada se posó en su hijo, preocupado de como él pudiera sentirse.Pero cuando posó su mirada en él, se veía tranquilo, es como si la noticia no le hubiese afectado en lo más mínimo, después de todo Greta no había sido una buena madre.—Lo siento mucho, señor —continuó el agente, haciendo un gesto en señal de respeto.—¿Cómo murió? —preguntó Carter.—Fue encontrada sin signos vitales en su celda —respondió el agente.Carter por un momento temió que esa noticia causara que las heridas de su hijo se reabrieran, por eso caminó hacia él, el muchacho dio un leve suspiro.—No te preocupes, papá, me siento bien, esa noticia no es algo que me afecte —dijo mientras Angie lo tomaba del brazo y lo acariciaba con suavidad para darle consuelo.—Debe ir con nosotros pa
El cuerpo de Carter cayó al suelo con un ruido sordo, sus miembros se dispersaron en todas direcciones mientras el silencio se convirtió en un coro de jadeos. Pero enseguida la sorpresa se transformó en risas apenas contenidas, sin embargo, nadie se apresuró a socorrerlo; en su lugar, sacaron los teléfonos inteligentes, grabando el espectáculo, porque era increíble que el formidable Carter sucumbiera a un desmayo, ante la conmoción que le causó la sola noticia de que sería padre por tercera vez.Desde su escondite, observando todo lo que ocurría, los ojos de la pequeña Xaria, permanecieron muy abiertos y asustados, ante la escena.Aunque sus abuelos la habían acostado a dormir, ella esperó que se fueran y abrió los ojos preocupada porque sus padres no estaban, tampoco su hermano, ni Angie, por eso un rato, después de esperar, salió de la habitación en silencio, y se asomó por la balaustrada de las escaleras para ver si habían llegado.Sin embargo, no se esperó la escena que se estaba
La casa estaba envuelta como en una especie de brillo, incluso las suaves luces bailaban en las paredes mientras la risa y el sonido de copas chocando llenaban la sala. Xaria, con sus ojos brillantes de niña emocionada, sostenía un vaso de jugo de uva, imitando a los adultos. También Alejandra tenía en sus manos su copa rellena del mismo líquido oscuro, sonriendo con una mano sobre su aún aplanado vientre.De repente, entre la algarabía, Zareli apareció en la escalera. La joven, con una sonrisa forzada adornando sus labios, bajó lentamente. Cada paso parecía un esfuerzo sobre humano, como si cada fibra de su ser estuviera impregnada de una fatiga invisible. Se unió al grupo, le dieron también una copa de jugo de uva, la levantó en un movimiento casi mecánico, pero sus ojos, esos que decían que eran el espejo del alma, permanecían apagados, distantes, tristes, como si dentro de ella no hubiera ni un poco de esperanza, ni vida, como si caminara por inercia y respiraba porque la natura
Angie se levantó más animada que nunca, le dio un beso a René y se fue a buscarle comida, a él y a la princesa, Alejandra la vio afanada y frunció el ceño.—¿Qué pasa Angie? Te veo ajetreada y preocupada ¿Puedo ayudarte en algo? Ella la miró y sonrío.—Es solo que quiero terminar el desayuno para René y Xiara rápido, porque deseo pedir la tarde para ir a ver a mis padres, es que quiero conversar con ellos para programar una cena para presentarles a René —dijo un poco avergonzada.—Vaya, pero eso es excelente, y no creo que necesites pedir la tarde. Encárgate tú de tu hombre, y yo de mi pequeña, para que vayas temprano. Sabes que aquí tú no eres una empleada más, sino la futura esposa de René —aclaró Alejandra y la joven asintió.—Yo lo sé, pero no quiero abusar de ustedes, una cosa son los lazos familiares y otra el trabajo —manifestó con seriedad y Alejandra solo se sonrío.—No eres ninguna abusadora. Ahora mueve ese rabo, llévale de comer a tu marido, mientras yo recuerdo viejos ti
Apenas regresó a la casa y entró a la sala de estar, vio a Xaria y a René jugando videojuegos. De inmediato, él se dio cuenta por su cara de que algo había pasado.—¿Qué pasa, mi amor? ¿Por qué llegas tan achicopalada? ¿Te hicieron algo? ¿Me chocaste el carro y por eso vienes agitada? Si es así, no te preocupes, lo reparamos y asunto arreglado —dijo mirándola con una evidente muestra de ternura, aunque también de preocupación.Esas palabras la hicieron sonreír.—Tenemos que ir el fin de semana, no sé si sea pronto o podremos retrasarlo si tú quieres… —sus palabras se vieron interrumpidas por las de él.—Angie, no quiero retrasar la visita a tus padres, así tenga mi pierna así, no te estreses, voy a ganármelos, y verás que todo estará bien. ¿No confías en mí? —preguntó.—Claro que lo hago, aunque a veces no se trata de que no confíe en ti, sino en la gente que te rodea —expresó y él asintió. —Te prometo que todo estará bien —manifestó tranquilizándola.Los días fueron pasando precipit
René se había quedado paralizado en el marco de la puerta, su corazón latiendo con una intensidad que amenazaba con romperle el pecho. La conversación había resonado en él como un despertar brutal; su lucha por mantenerse limpio, sus esfuerzos por reconstruir su vida, todo parecía desmoronarse con cada sílaba que el padre de Angie pronunciaba. Pero había algo más, una determinación férrea en la voz de la joven, una promesa no dicha de lealtad y fe en él.Por un momento quiso girarse e irse, porque en el fondo no quería ponerla a escoger entre sus padres y él, eso sería demasiado cruel.—Buenas noches —saludó René finalmente, dando un paso adelante hacia la luz del comedor donde los dos se enfrentaban. Su figura era una sombra contra la penumbra del pasillo, pero su voz llevaba consigo un temblor de emoción que no pudo ocultar.La joven giró sorprendida por la aparición repentina de René. Su rostro, iluminado por el tenue resplandor de las lámparas, mostraba signos del conflicto int
Al final la madre de Angie sonrió y se levantó de donde había permanecido sentada.—Bueno, creo que voy a ir a preparar una cena que les debo —declaró en tono alegre.—Tengo una mejor idea… yo puedo ayudar a hacer la cena —propuso René y todos lo miraron sorprendidos. El rostro de sus futuros suegros con una expresión de duda.—Amor, creo que no podrás hacerlo, tienes tu pie malo —dijo ella preocupada, tratando de persuadirlo de esa idea.—Princesa, es mi pie el que está malo, mis manos están perfectamente bien —expuso levantándolas como para dar mayor fuerza a sus palabras, Angie solo asintió.—Está bien, te ayudo a cortar las verduras y aliños, no tendrás mejor ayudante que yo.Cuando René comenzó a preparar la comida, Angie y su madre se sentaron en el mesón a ayudándolo a cortar, pero también observándolo sin dejar de hablar animadamente. Las manos de la chica se movieron con gracia mientras explicaba algo con esa pasión contagiosa que siempre le brotaba naturalmente y que causa
René por un momento sintió miedo de que esa reacción de ella significara que lo rechazaba, pero lo que no sabía es que Angie estaba tan impactada que en su interior estaba sufriendo un cataclismo de emociones, un dolor sordo se instaló en su pecho, por completo conmovida por la revelación y la carga de sufrimiento que René había estado llevando. No podía reaccionar, estaba como pasmada ante esa confesión, solo volvió en sí cuando lo vio levantarse, lo tomó del brazo mirándolo a los ojos en una mirada que decía mucho, aunque aún sin poder hablar, pero intentando transferirle algo de la fuerza que él parecía necesitar tanto.La noche pareció extenderse alrededor de ellos, haciéndose más densa con la revelación. Angie sintió un torbellino de sentimientos: ira, pena, impotencia, frustración… pero, ante todo, una abrumadora compasión por el niño que René había sido y por el hombre en que se había convertido a pesar de sus cicatrices.—Lo siento tanto, René —dijo ella suavemente, su voz,