Capítulo 80: La maldad al descubierto.

La familia en pleno estaba sentada en el comedor, entre conversaciones y risas, el ambiente era relajado. Thalía por su parte no dejaba de observar a su hijo y a su nieta, los vio felices y eso hizo que su angustiado corazón se tranquilizara porque era evidente que Alejandra les hacía bien.

Vio el puesto en la mesa de Zareli vacío y frunció el ceño.

—Rina, por favor, ve a buscar a Zareli, dile que ya estamos todos en la mesa esperándola para desayunar —pronunció, pero sus palabras pusieron nerviosa a la empleada y en vez de salir a cumplir la orden, se quedó estática.

A Thalía no le pasó por alto esa actitud, y la encaró.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no vas a cumplir la orden que te di? ¿Por qué te causa tanta angustia hacer eso tan sencillo? —inquirió Thalía con los ojos entrecerrados.

—Lo siento, señora… pero la señorita salió desde anoche y aún no ha regresado —susurró apenada y con remordimiento de meter en problema a la joven, pero justo en ese momento la chica apareció.

Todas las mirada
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