CAPÍTULO QUINCE: EL ACCIDENTE SALVADOR Cinco minutos para que la junta comenzara, estaban a muy pocos minutos de dar con los puntos finales que darían paso al nuevo proyecto con el que iban a trabajar ese año, por supuesto que el presidente y su nieto, el heredero de todo cuando el presidente faltara tenía que estar ahí.Todos los lugares ya estaban ocupados, ya solo faltaba que por la misma puerta por la que muchos habían entrado, entrara el gran presidente Ferrer y detrás de él, como siempre tenía que ser, su nieto, el futuro heredero de todo. Inmediatamente, Rodrigo al darse cuenta de eso, marcó de su celular el número de su primo. Él tenía que contestar ahora o de lo contrario., él estaba perdido. S realmente quería que su abuelo no mandara más en sus vidas, si realmente quería que lo dejara actuar por su propia mano, debía de comenzar siendo responsable y creo que eso le iba a costar más que la vida misma.Uno, dos, tres, cuatro sonidos hasta que finalmente, Yahir contestó al
CAPÍTULO DIECISÉIS: AÚN MÁS INTELIGENTESuspirando un poco, Yahir entró en la casa de su abuelo, donde su primo debía de estarlo esperando o de lo contario, no iba a saber qué hacer. Y justo como Rodrigo lo había planeado, ahí estaba ya sentado, esperando por su primo. Pero no solo estaba él sino también, su abuelo.La impresión fue tanta que por un momento no supo que hacer. Entre todas las cosas que hubiera estado esperando, eso. Su abuelo estando ya ahí.— ¡Yahir, Yahir, llegaste! —Dijo Rodrigo levantándose de su lugar y yendo hasta su primo, el mismo que abrazó de un momento a otro. Al igual que Rodrigo, su abuelo se levantó de su lugar con la preocupación impresa en su rostro.—Yahir —nombró casi en un suspiro.Su nieto estaba bien. Yahir no pudo entender ni un poco de lo que estaba pasando ahí, todo lo que sabía era que tenía que obedecer las indicaciones de su primo si no quería afectarlo más. Porque si algo era cierto ahí era una cosa, prefería afectarse a él mismo antes
CAPÍTULO DIECISIETE: UN PECADO MÁS Cuando finalmente Yahir se sintió seguro en su espacio, fue capaz de dejar salir todo lo que estaba sintiendo, quitándose la corbata de un solo movimiento y tirando el saco en la cama con tanta fuerza, Rodrigo se pudo dar cuenta de lo que él estaba sintiendo.—No puedo creer que te dejes tratar así por mi abuelo —dijo Yahir molesto.Rodrigo sonrió. —Si yo no estoy molesto, ¿por qué deberías de estarlo tú?— ¿En verdad me preguntas eso? Rodrigo, mi abuelo es un pobre hombre que no ve más allá de la realidad que quiere ver.— ¿Qué caso tiene que discuta con él? Tiene razón, yo no voy a heredar la empresa, ese serás tú y por lo tanto tienes que comportarte a la medida.—Estoy harto de que digas eso, siempre escuchando esas palabras de su parte. Es hora de que hagas algo y te impongas, Rodrigo. No pienso tomar las empresas, no quiero, ese no es el tipo de vida que quiero para mí.—Pues lo siento, tu abuelo ya ha sido claro con todo esto.— ¿Opinas lo mi
CAPÍTULO DIECIOCHO: RECUERDOS VIEJOS La noche había llegado como tantas, y con una copa de vino en la mano, el señor Ferrer recordaba aquel eterno amor que tuvo y que nunca pudo hacer realidad por miedo a que su padre le quitara todo lo que ahora tenía. Y al final nada de eso le daba la vida que solamente el verdadero amor da. Fue tan inmaduro, tan ambicioso, incluso si en el corazón tenía a aquella mujer que siempre iba a amar, era su culpa que todo hubiera llegado hasta ese punto, sin importar qué él quería imponer en el corazón de su nieto lo que debía de sentir y por quien lo debía de sentir.Mirando a través de la ventana, queriendo encontrar entre todas esas estrellas que más brillaban aquella que siempre iba a ser suya de una u otra manera, el señor Ferrer pensó en aquellos días de felicidad así como aquellos de tristeza.En plena noche, justo donde las promesas tomaban forma, justo donde no podía haber nada más que felicidad, inmediatamente Adolfo supo ir hasta ella. Y si
CAPÍTULO DIECINUEVE: ¿QUIÉN SOY ENTONCES? Una noche más que aquel Romeo hacía suya, las luces de aquel bar, los colores que emanaban aquel lugar junto con los gritos de las mujeres, los ojos de Yahir y Rodrigo bailaban de un lugar a otro al ver tantas mujeres bellas y que por lo regular, no podían ser más que modelos. Un mundo de modelos de las que él podía escoger a la que él quisiera. Esa iba a ser siempre la diferencia entre Yahir y su primo, mientras Yahir era un hombre que solo usaba el poder y el dinero que tenía para hacer de lo que él quisiera el mundo, Rodrigo lo usaba para mostrarse fuerte y viendo en la realidad que las mujeres no debían de ser ninguna debilidad. — ¿Estás seguro que esa mujer va a venir? —Preguntó Yahir a su primo mostrándose aburrido.—Sí, recuerda que a esas mujeres les gusta darse su tiempo, les gusta sentirse deseadas y que los hombres están siempre para ellas.—Pues si no viene en cinco minutos te juro que me olvido de ella y voy por aquella que
CAPÍTULO VEINTE: DESTNADO A SER NARRADOR Y mientras María Eugenia pedía por aquel milagro que esperaba que llegara en cualquier momento para salvarla de la cocina y de todo eso que no le gustaba hacer, afuera del convento se detenía el mismo auto color negro que solo podía ser de la misma persona que ya había ido alguna vez a aquel lugar con un solo propósito.—Por favor, quédate aquí, yo entraré, no quiero que las monjas se vayan a sentir intimidadas —dijo el señor Ferrer bajando del auto.—Por supuesto, señor Ferrer, aquí lo esperaré. Y sin más, el señor Ferrer entró en el convento. Era momento de encontrar la realidad como aquel milagro que María Eugenia había pedido y que fuera el mismo que la privara de hacer lo que no le gustaba y lo que no podía arriesgar a que le quedara mal. Con pasos lentos, el señor Ferrer entró en el convento después de decir quién era. Entre las monjas él ya se había hecho famoso desde el momento en que los rumores comenzaron que el sería quien apo
CAPÍTULO VEINTIÚNO: PRIMERAS SOLUCIONESMARÍA EUGENIA Era cierto lo que dije de los niños, nunca iba a ser de mi agrado, siempre iba a preferir a los animales antes que los niños pero eso no significaba que no entendiera de sus necesidades, no entendiera de sus alegrías y era por esa misma razón que ella estaba jugando ahí.Las hermanas estando en la cocina me habían pedido que fuera por algunos materiales que necesitaban para continuar con la preparación de las galletas y siendo de esa manera, llevando conmigo la harina me distraje en el momento en que vi a los niños jugar en el patio, prefiriendo por supuesto jugar con ellos sin importar si me estaban esperando o no en la cocina.Una vez más frente a mí encontraba a aquel hombre que no había visto en varios días y que era el mismo al que ya había olvidado.— ¡Señor Ferrer!—María Eugenia —nombró él con una sonrisa en el rostro. —Un gusto volverte a ver.—El gusto es mío, señor Ferrer.—Veo que jugabas con los niños.—Sí, es divert
CAPÍTULO VEINTIDOS: EL REGRESO DE QUIEN HIZO DAÑONARRADOR Con el corazón lleno de sentimientos por la mujer que sería su nieta muy pronto, el señor Ferrer se quedó ahí, viendo a María Eugenia hasta que la perdió de vista. Encima de todo ella era una joven muy inteligente. Ya sabía que no podía encontrar mejor persona para su nieto que ella. Lo había terminado de ver en ese momento, las dudas se habían ido para siempre. Y entre más el señor Ferrer había mirado a María Eugenia se daba cuenta que ella era la viva imagen de la mujer que siempre quiso. María Mercedes vivía en María Eugenia. Estaba seguro que ni la misma María Teresa pudo ser tan parecida a María Mercedes como lo era María Eugenia. Como la misma María Eugenia lo había dicho, su hijo iba a estar bien hasta el momento en que él sintiera el verdadero amor y ese amor debía de ser María Eugenia lo quisiera así o no.En ese momento el celular del señor Ferrer comenzó a sonar. Por un momento se había olvidado del problema que