CAPÍTULO DIECISIETE: UN PECADO MÁS Cuando finalmente Yahir se sintió seguro en su espacio, fue capaz de dejar salir todo lo que estaba sintiendo, quitándose la corbata de un solo movimiento y tirando el saco en la cama con tanta fuerza, Rodrigo se pudo dar cuenta de lo que él estaba sintiendo.—No puedo creer que te dejes tratar así por mi abuelo —dijo Yahir molesto.Rodrigo sonrió. —Si yo no estoy molesto, ¿por qué deberías de estarlo tú?— ¿En verdad me preguntas eso? Rodrigo, mi abuelo es un pobre hombre que no ve más allá de la realidad que quiere ver.— ¿Qué caso tiene que discuta con él? Tiene razón, yo no voy a heredar la empresa, ese serás tú y por lo tanto tienes que comportarte a la medida.—Estoy harto de que digas eso, siempre escuchando esas palabras de su parte. Es hora de que hagas algo y te impongas, Rodrigo. No pienso tomar las empresas, no quiero, ese no es el tipo de vida que quiero para mí.—Pues lo siento, tu abuelo ya ha sido claro con todo esto.— ¿Opinas lo mi
CAPÍTULO DIECIOCHO: RECUERDOS VIEJOS La noche había llegado como tantas, y con una copa de vino en la mano, el señor Ferrer recordaba aquel eterno amor que tuvo y que nunca pudo hacer realidad por miedo a que su padre le quitara todo lo que ahora tenía. Y al final nada de eso le daba la vida que solamente el verdadero amor da. Fue tan inmaduro, tan ambicioso, incluso si en el corazón tenía a aquella mujer que siempre iba a amar, era su culpa que todo hubiera llegado hasta ese punto, sin importar qué él quería imponer en el corazón de su nieto lo que debía de sentir y por quien lo debía de sentir.Mirando a través de la ventana, queriendo encontrar entre todas esas estrellas que más brillaban aquella que siempre iba a ser suya de una u otra manera, el señor Ferrer pensó en aquellos días de felicidad así como aquellos de tristeza.En plena noche, justo donde las promesas tomaban forma, justo donde no podía haber nada más que felicidad, inmediatamente Adolfo supo ir hasta ella. Y si
CAPÍTULO DIECINUEVE: ¿QUIÉN SOY ENTONCES? Una noche más que aquel Romeo hacía suya, las luces de aquel bar, los colores que emanaban aquel lugar junto con los gritos de las mujeres, los ojos de Yahir y Rodrigo bailaban de un lugar a otro al ver tantas mujeres bellas y que por lo regular, no podían ser más que modelos. Un mundo de modelos de las que él podía escoger a la que él quisiera. Esa iba a ser siempre la diferencia entre Yahir y su primo, mientras Yahir era un hombre que solo usaba el poder y el dinero que tenía para hacer de lo que él quisiera el mundo, Rodrigo lo usaba para mostrarse fuerte y viendo en la realidad que las mujeres no debían de ser ninguna debilidad. — ¿Estás seguro que esa mujer va a venir? —Preguntó Yahir a su primo mostrándose aburrido.—Sí, recuerda que a esas mujeres les gusta darse su tiempo, les gusta sentirse deseadas y que los hombres están siempre para ellas.—Pues si no viene en cinco minutos te juro que me olvido de ella y voy por aquella que
CAPÍTULO VEINTE: DESTNADO A SER NARRADOR Y mientras María Eugenia pedía por aquel milagro que esperaba que llegara en cualquier momento para salvarla de la cocina y de todo eso que no le gustaba hacer, afuera del convento se detenía el mismo auto color negro que solo podía ser de la misma persona que ya había ido alguna vez a aquel lugar con un solo propósito.—Por favor, quédate aquí, yo entraré, no quiero que las monjas se vayan a sentir intimidadas —dijo el señor Ferrer bajando del auto.—Por supuesto, señor Ferrer, aquí lo esperaré. Y sin más, el señor Ferrer entró en el convento. Era momento de encontrar la realidad como aquel milagro que María Eugenia había pedido y que fuera el mismo que la privara de hacer lo que no le gustaba y lo que no podía arriesgar a que le quedara mal. Con pasos lentos, el señor Ferrer entró en el convento después de decir quién era. Entre las monjas él ya se había hecho famoso desde el momento en que los rumores comenzaron que el sería quien apo
CAPÍTULO VEINTIÚNO: PRIMERAS SOLUCIONESMARÍA EUGENIA Era cierto lo que dije de los niños, nunca iba a ser de mi agrado, siempre iba a preferir a los animales antes que los niños pero eso no significaba que no entendiera de sus necesidades, no entendiera de sus alegrías y era por esa misma razón que ella estaba jugando ahí.Las hermanas estando en la cocina me habían pedido que fuera por algunos materiales que necesitaban para continuar con la preparación de las galletas y siendo de esa manera, llevando conmigo la harina me distraje en el momento en que vi a los niños jugar en el patio, prefiriendo por supuesto jugar con ellos sin importar si me estaban esperando o no en la cocina.Una vez más frente a mí encontraba a aquel hombre que no había visto en varios días y que era el mismo al que ya había olvidado.— ¡Señor Ferrer!—María Eugenia —nombró él con una sonrisa en el rostro. —Un gusto volverte a ver.—El gusto es mío, señor Ferrer.—Veo que jugabas con los niños.—Sí, es divert
CAPÍTULO VEINTIDOS: EL REGRESO DE QUIEN HIZO DAÑONARRADOR Con el corazón lleno de sentimientos por la mujer que sería su nieta muy pronto, el señor Ferrer se quedó ahí, viendo a María Eugenia hasta que la perdió de vista. Encima de todo ella era una joven muy inteligente. Ya sabía que no podía encontrar mejor persona para su nieto que ella. Lo había terminado de ver en ese momento, las dudas se habían ido para siempre. Y entre más el señor Ferrer había mirado a María Eugenia se daba cuenta que ella era la viva imagen de la mujer que siempre quiso. María Mercedes vivía en María Eugenia. Estaba seguro que ni la misma María Teresa pudo ser tan parecida a María Mercedes como lo era María Eugenia. Como la misma María Eugenia lo había dicho, su hijo iba a estar bien hasta el momento en que él sintiera el verdadero amor y ese amor debía de ser María Eugenia lo quisiera así o no.En ese momento el celular del señor Ferrer comenzó a sonar. Por un momento se había olvidado del problema que
CAPÍTULO VEINTITRES: AL FINAL SI HAY UN DESTINO En la sala justo donde estaba Victoria, la madre de Yahir y su abuelo estaban peleando, el corazón de Victoria comenzó a palpitar cada vez más rápido. Su hijo se estaba acercando, ella nunca lo iba a dejar de querer, eso era cierto, el problema estaba en todo el daño que le había provocado a su hijo haciéndolo sentir siempre inferior y renaciendo como una persona a la que no le importara nada más que el dinero, el poder y usar a las mujeres.— ¡Abuelo! —Gritó por última vez Yahir antes de que diera la vuelta a la última esquina para al final, sus ojos encontraran a la persona que menos hubiera querido encontrar en su camino.El dolor llegó al corazón de Yahir al mismo tiempo que veía a su madre ahí. Frente a sus ojos estaba la mujer que lo había abandonado solo alegando que lo hacía para que cuidara de su lugar en la familia y mucho más en la empresa.— ¡¿Qué haces tú aquí?! —Levantó la voz Yahir acercándose a su mamá de manera salvaje.
CAPÍTULO VEINICUATRO: INOCENTE ATREVIMIENTO MARÍA EUGENIA Con la cabeza baja, pensando una vez más en lo que había hecho y no encontrando ningún error, la madre superiora frente a mí no me dejaba de regañar. En este mundo nada parecía hacer bien, cuando intentaba hacer algo bien, me daba cuenta que no, que ya lo había hecho mal. Justamente eso había pasado ahora, ahora que solo había intentado escuchar el alma de quien Dios le había puesto enfrente para ayudar.— ¡No lo puedo creer, María Eugenia! ¿Cómo que más de treinta minutos buscando la harina cuando la harina la tenías enfrente de ti? ¡No lo puedo creer, María Eugenia, no lo puedo creer!—Madre superiora, la realidad es que no lo vi, lo siento, lo siento mucho.— ¿Sabes qué, María Eugenia? Estoy harta de que siempre busques la manera de deshacerte de cuando te pido un favor en la cocina, vas en este momento a la capilla mayor y vas a comenzar a rezar cincuenta veces el rosario, para que Dios perdone el pecado de no querer ayud