Al llegar a la habitación, Ares ignora a Vanesa que entra, echa una furia. Centrado en su teléfono, intentando reservar un vuelo de regreso a casa para mañana mismo. —¡No puedo creer que me dejarás sola para ir a ver a esa zorra! Es increíble que después de tanto tiempo de no vernos, prefieras dejarme a mí. —Se quita la camisa, mostrándole a Ares su cuerpo perfectamente definido. —Vanesa, no hagas un drama de esto. —Le dice y se acuesta luego de reservar. —Encima me ignoras. —Le arrebata la sábana. —¿Qué carajos te pasa? Tenemos que descansar. Mañana debemos viajar… —¿Viajar? ¿A dónde? —A casa. Hay un par de cosas que debo aclarar con mi madre. —Vanesa traga en seco, al pensar en que quizás la policía o Joseph la están buscando, y tal vez alguien pueda reconocerla al regresar. —¿Nos iremos tan pronto? ¿Y mis maletas? No creo que pueda viajar contigo mañana. No estoy preparada. —No tienes que estarlo. Yo me haré cargo de todo. Si es por tu ropa, te compraré nueva,
De pronto se abre la puerta de la habitación de Aurora. Es Jazmine que la buscaba con desespero. —Aurora, tenemos que hablar… —¿Qué pasa señora? —Le pregunta la joven que terminaba de organizar sus cosas, al verla muy enojada. —Dime: ¿es cierto que tú fuiste quién tiro a Vanesa por las escaleras? La chica, sorprendida por su pregunta, asume que fue su esposo quien le contó, así que baja la cabeza, y sin atreverse a mirarla a la cara, asiente. —Si… fui yo… —Pero Jazmine, no le cree. Se acerca y levanta su rostro para que la mire. —Júralo por tu madre… —Le pide y de inmediato, Aurora niega. —Lo sabía. Tú no tienes tanta malicia en las venas como para hacer algo así. Esa perra usó como excusa su caída para justificar que abortó. ¡Maldita! —¿Aborto? ¿De qué habla señora? —Pregunta Aurora muy sorprendida por escuchar a Jazmine. —Aurora dime algo: ¿Ares te ha hecho algo en venganza por la muerte de su hijo? —¡¡¡Eh!!! —La chica agacha nuevamente la cabeza, sin decir una sola pal
Ares, que está bastante lleno de trabajo, ya que Jazmine se ha ido de viaje, y lo ha dejado a cargo de todo, considerando que en un par de meses deberá asumir la presidencia de Walton's Car, tal como él lo pidió. Está en su oficina, furioso esperando a Oliver para que le dé una explicación acerca de por qué un par de clientes lo llamaron para quejarse de la atención que recibieron por parte de él, mientras lo reemplazaba. Firma algunos papeles, y mientras espera por su flamante primo que aún no llega, cita a Adriana, para ver cómo va la nueva campaña de publicidad de los nuevos modelos de autos; sin embargo, en su lugar aparece Maribel, la secretaria de Adriana. —¡Señor! —Entra Lina, dejando pasar a Maribel. —¿Dónde está Adriana? —Pregunta sin siquiera saludarla. —Mi jefa pidió el día libre hoy, pero me encargó de entregarle esto. —Pone una carpeta sobre su escritorio. —Es la propuesta publicitaria para los nuevos modelos. Ares revisa la carpeta, observando una propues
Aurora, completamente desolada, llora sobre las piernas de su hermana sin descanso, aterrada y asustada por la situación que ha vivido está noche, siente asco y temor, pero lo que más le duele, es que Ares, después de ver por lo que había pasado la tratara como una mujer sin valor. Adriana, llora junto a su hermana, culpándose por no haberla acompañado, mientras Daniel maneja viendo la dura situación por la que atraviesan dispuesto a convertirse en su protector si es necesario, pues estaba interesado en Adriana y conocer la situación de Aurora le causaba pesar. Siempre supo que su hermano podía ser muy cruel con sus enemigos, pero jamás imaginó que fuera tan tonto como para dejarse engañar de Vanesa. «¡No! Ares siempre solía ser muy analítico con todo. ¿De verdad estaba tan perdidamente enamorado de esa mujer como para asumir que la verdad que ella le muestra es la única que importa?» Daniel detiene el auto frente a la casa Hermswort. —¡Hemos llegado! —Comenta y se baja para a
Esa mañana Ares, de muy mala gana, se prepara para irse al trabajo. Vanesa, que sigue enojada con él, ni siquiera se despide, y omite verlo mostrándole indiferencia, pero no es algo que a Ares le preocupe demasiado. Va saliendo de la habitación, cuando ve el rosario de Aurora en la caneca de la basura. Asume que Vanesa lo tiró anoche, así que instintivamente lo recoge y lo guarda para sí, recordando lo que pasó y lo miserable que fue Oliver. Apenas sale de la habitación lo aborda Eva. —Ares, sé que quizás no tengas mucho tiempo, pero ¿podemos hablar un momento? —Si es sobre tu hermano, te advierto que no hay nada que hablar. No quiero ni siquiera tener que escuchar su nombre nuevamente, en lo que me resta de vida. —Sé que lo que hizo es inaceptable, pero no puedes juzgarlo sin escucharlo, estoy segura de que esa mujercita Aurora, lo provocó. Seguramente se le insinuó y luego... —No termina de hablar cuando Ares furioso la toma del brazo fuertemente. —Ni siquiera te atrevas a
Daniel y Adriana, que llegan juntos a Walton's car, son observados por varios de los empleados, que los miran con intriga. —Parece que les sorprende vernos llegar juntos. —Le dice Daniel a Adriana, a quién no parece importarle. —Quizás deberíamos darles más de que hablar.—Le dice sonriente, y lo toma de la mano. Daniel instintivamente aparta su mano, muy sonrojado, pero Adriana la toma nuevamente, está vez sosteniéndola un poco más fuerte. —¿Qué crees que haces? —¡Vaya! Qué rojo te has puesto. —Se burla la joven del tímido chico, que cada vez se siente más en confianza con ella. Cuando las puertas del ascensor se cierran, tardan unos minutos para darse cuenta de que aún siguen tomados de las manos, e inmediatamente se sueltan, muy avergonzados esperan a que las puertas del ascensor se abran sin decir una palabra. Apenas se abren las puertas, se encuentran de frente con Ares que esperaba la llegada del ascensor. —¡Ja! Parece que aparte de mí, en esta empresa nadie trab
Ares, que había tenido unas duras semanas en la empresa, con su madre prácticamente ausente, no podía evitar reconocer que Adriana, quien no estaba en la mejor actitud con él, junto a Daniel, fueron de gran ayuda. Algo que no podía decir de Vanesa, que en la casa, sin importar lo cansado que estuviera, se la pasaba quejándose por todo, lo que lo tenía realmente harto. De vez en cuando veía a Eva, que parecía un fantasma rondando por la casa desde que Oliver se fue. Y de Aurora, quién atormentaba sus pensamientos involuntariamente, no sabía nada, salvo un par de veces en las que escuchó a Adriana, hablando por celular en la empresa, preguntándole cómo estaba su padre. Resignado a limitarse a esperar que transcurrieran los 5 años de matrimonio, para finalmente separarse de ella, a pesar de que Vanesa insistiera a diario en hacerla pagar la muerte de su hijo. Y aunque una parte de él, quisiera lo mismo, otra simplemente prefería mantenerla lejos, y evitar la sensación de miserableza que l
Aurora, que lo mira con sorpresa, intenta controlar sus nervios y se zafa de su agarre de forma un poco brusca. —¿Hablar?... Tú y yo de lo único que tenemos que hablar es del 25% de las acciones que me pertenecen. Y no me vuelvas a tocar, me molesta. —Le dice la joven con tanta rabia en sus palabras que Ares tarda en reaccionar por la altivez de aquella mujer que, para él, era irreconocible. —¡Nada es tuyo! Así que no te atrevas a reclamar nada. ¿Crees que por qué mi madre te ha vestido con ropa de diseñador, has cambiado en algo? Pues no. —Se acerca a la joven casi susurrándole al oído. —Quizás deslumbrarás a aquellos que no te conocen, pero a mis ojos, sigues siendo la asesina de mi hijo. Incluso con todo ese maquillaje, sigues siendo repulsiva para mí. Aurora, que controla con todas sus fuerzas las ganas de llorar, al escuchar las palabras de su esposo, que seguía siendo un indolente. Respira profundo, y gira un poco su cabeza mirándolo a los ojos, quedando tan cerca que a