Nany me acompañó al centro comercial y mientras dábamos varias rondas por las góndolas de la tienda, hubo un traje que me trajo recuerdos de Andrea.
—¿Le puedo hacer una pregunta?
—Claro, dígame.
—¿Qué sucedió con la Sra. Andrea? Me es muy extraño que no haya aparecido por la casa a buscar problemas.
—También me ha estado extraño. Hace varios días no la veo. De hecho, luego de que salió de imprevisto a según ella buscar al Sr. Aiden, ella no ha regresado. Creo que la relación entre ellos dos se terminó, porque vi que un empleado sacó toda su ropa a la basura.
—Tengo entendido que sí terminaron. Ahora bien, eso de la ropa me es mucho más raro, pues se nota que la ropa es muy importante para ella.
—Lo es. Ir de compras para ella es su pasatiempo favorito. Llegaba a la ca
Hicimos las compras de lo más necesario, algo en lo que no estaba del todo de acuerdo, pues estaría obedeciendo a ese idiota, pero me sentiría más incómoda estando en esa casa sin nada que ponerme. Regresamos un poco tarde, pues había mucho tráfico. Martín subió las cosas a mi habitación y luego me tomé la tarde para mantenerme tranquila. Cené en compañía de Nany y conversamos un poco de temas irrelevantes. Decidí esperar en la sala a Aiden, a pesar de no saber cuándo llegaría. Cuando lo vi entrar, me di cuenta de que estaba vestido diferente a cuando salió esta mañana y bastante perfumado, como si hubiera salido recién del baño.—Que sorpresa tan inesperada. Qué bueno que estás despierta.—Claro que debo estar despierta, pues estoy esperando que me dejes llamar a mi papá.—Y lo
Le marqué a mi papá, pero la llamada, a diferencia de otras ocasiones, sonó muchas veces antes de que respondiera. Hubo un sonido muy extraño en la llamada y luego se escuchó como una respiración agitada.—¿Papá? ¿Estás ahí? ¿Papá? ¿Qué te sucede? — la llamada se cortó y volví a marcarle cinco veces más, pero no respondió.¿Qué demonios está ocurriendo? ¿Será que le pasó algo malo? ¿Podría ser un ataque de asma?Le marqué a mi mamá, pero su teléfono estaba apagado. Opté por enviar varios mensajes de texto y dejarle mensajes de voz. Tras no tener respuesta alguna, subí corriendo las escaleras y abrí la puerta de la habitación de Aiden sin tocar. Me topé con él de espalda, en el proceso de quitarse la cam
Su silencio lo hacía mucho más inquietante.—¡¿Por qué callas, maldito cobarde?!—Porque decirte que no lo hice no va a hacerte cambiar de opinión, ¿o sí?—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te empeñas en quitarme todo? Debes estar muy feliz por dentro viendo tu obra, ¿verdad? ¿Mandaste a esos empleados tuyos para hacer creer que se quitaron la vida y así mantener tus manos limpias? Mis padres jamás harían algo así. ¿Cuánto les pagaste, maldito infeliz?Se mantuvo en silencio y más dolor me provocaba. Esa aguda opresión me hacía difícil el poder respirar. Lágrimas brotaban de mis ojos sin posibilidades de retenerlas.—Claro, ahora lo entiendo todo. Querías que experimentara lo mismo que tú, porque aún sigues creyendo que maté
No puedo creer que ese hombre tan orgulloso y prepotente, haya sido capaz de arrodillarse y disculparse. Me da miedo creer en él y que al final haya sido verdaderamente su culpa. Lo peor del caso es que noté sinceridad en sus palabras y en su mirada. Pero, si él de verdad no lo hizo, ¿quién pudo haberlo hecho? Nadie se me cruza a la cabeza ahora mismo. Sea quien haya sido, debe pagar por lo que hizo y me aseguraré de que así sea. Ese acto tan atroz no puede quedar impune.Llegamos a la casa y Aiden me dio espacio para que pudiera darme un fresco baño y meditar un poco. Mi cuerpo temblaba todavía tras recordar cada detalle de lo que vi. La idea de encontrarme sola, de tener que visualizar una vida de ahora en adelante sin mis padres, sin el calor de sus abrazos, sin sus palabras de aliento, sin sus sonrisas, sin el apoyo y amor que me brindaban, duele más de lo que pueda describirlo. Es como si una pieza de
Fui en busca de mi pijama y lo hice esperar mientras me cambiaba en el baño. No pienso dormir desnuda con este hombre, quién sabe si cambie de parecer e intente algo. Luego entré a la cama dándole la espalda porque no encontraba cómo enfrentarlo. Su acercamiento pude sentirlo inmediatamente, pues su mano se posó en mi cintura y sentí su aliento chocar en mi hombro. Se siente muy extraño estar así de cucharita con él. ¿Cómo se supone que pueda dormir estando así?Cerré los ojos, tratando de calmarme, pues podía sentir como si mi corazón se me hubiera subido a la garganta. Hemos tenido intimidad, pero jamás habíamos tenido este tipo de interacción antes. Odio tener que admitir que me siento tan pequeña y protegida entre sus brazos.—Te quiero, mi duendecilla — musitó, antes de estampar un suave beso en mi hombro, c
AidenHan sido días complicados. Quería quedarme con Rachel, pero tampoco puedo desatender a mis pacientes. Además, ella no ha tenido su espacio durante estas semanas, pues he estado buscando la manera de mantenerla concentrada en otras cosas y no en las situaciones difíciles a las que actualmente se está enfrentando.Durante mi jornada de trabajo, Nitza entró a mi despacho y me señaló el teléfono.—Su mujer está en la línea tres, doctor.—¿Mi mujer?—Sí.Me fue sumamente extraño, aun así, respondí la llamada. ¿Cómo podría ser Rachel, si jamás le he contado sobre esto?—¿Estás muy ocupado?—No. ¿Sucedió algo en la casa, duendecilla?—No.—¿Cómo sabes el número de mi clínica?<
RachelEn la mañana siguiente, me di cuenta de que Aiden no estaba a mi lado como todas las mañanas. Es raro, pues es la primera vez en dos semanas que no despierta conmigo. La cama se siente vacía. No sé, no me gusta este sentimiento que me agobia.Luego de asearme, bajé a la cocina por el desayuno, pues Nany había venido a tocarme la puerta para avisarme que estaba listo.—¿Y Aiden? ¿No lo ha visto? — le pregunté.—No. No lo he visto. De hecho, no parece haber regresado a la casa anoche. Tal vez tuvo mucho trabajo y decidió romper noche.—Ah, ya veo.Tiene razón. Tal vez fue por el trabajo. Es comprensible, pues debe tener mucho trabajo retrasado por haberse quedado conmigo durante esas dos semanas.Al cabo de varios minutos, lo vi llegar a la casa. En su aspecto se notaba que no había dormido casi nada, pues sus ojeras lo del
Aiden—¿Va a desayunar, señor?—Tu y yo tenemos algo de qué hablar. ¿Quién te dio permiso para decirle a Rachel sobre mi trabajo? Creí haberte dicho que hay temas que no me gusta que divulguen y este es uno de ellos.—Perdóneme, señor. Le juro que no quería hacerlo, es solo que pensé que ella era importante para usted y por eso no le estaría tan mal que le hubiera contado.—¿A qué hora llegó la señorita anoche?—Si no mal recuerdo, Martín me dijo que fue a las dos de la mañana.—¿A las dos?—Sí.—Verdaderamente no comprendo a esa chiquilla. Se va del Hotel luego de quedarme dormido y me deja atrás, ahora me reprocha por puras tonterías y se hace la más molesta. Se supone que sea yo quien esté jodidamente cabreado. Hemos es