El amor, así como todo en la vida, implicaba dar algunos saltos de fe. Vanessa había tenido que dar uno cuando lo que tenía con Adriano apenas estaba comenzando. Tuvo que creer que lo suyo podía funcionar incluso cuando se sentía tan insegura. Y esa había sido la mejor cosa que hizo porque de esa manera había llegado a conocer cada parte de él hombre que ahora estaba hincado en el suelo. El hombre que le estaba pidiendo que lo eligiera.
Sabía que todavía había muchas cosas que tenían que descubrir el uno del otro y tal vez no todo sería felicidad en el futuro; pero confiaba en que superarían cada obstáculo. Amaba a Adriano y era seguro que quería pasar el resto de su vida junto a él.
—Sí —dijo apenas en un murmullo, lágrimas de felicidad comenzaron a correr por su rostro—. Sí, quiero —repitió m
Tres días pasaron desde que regresaron de su fin de semana de relajación y Adriano deseaba tanto volver a esa habitación de hotel en aquel pueblo libre de preocupaciones; sin embargo, estaba allí, con trabajo hasta el cuello. Cada día había tenido que levantarse temprano y llevarse lo que no terminaba a casa. Tenía tanto que hacer si quería adelantar todos sus pendientes para el mes. Sus citas más importantes fueron reprogramadas para esa semana y las que no, fueron pasadas para su regreso.Adriano pensaba tomarse un mes libre para estar junto a Vanessa, apoyándola. Para ella no sería fácil asumir la responsabilidad de una compañía de la noche a la mañana, habría muchas cosas que hacer.Hasta ese momento Filippo todavía estaba a la cabeza de la empresa de su familia, pero lo había mantenido lo suficientemente incomunicado para que no la ll
Una secretaria los recibió cuando llegaron a la firma de abogados. Después de saludarlos, ella los dirigió hasta una sala de juntas.—El abogado estará con ustedes en unos minutos —dijo ella con una sonrisa—. ¿Hay algo que pueda ofrecerles?—Estamos bien, gracias —respondió mientras se acomodaba en una de las sillas.La mujer les dio una sonrisa antes de retirarse. Tan pronto ella desapareció, Adriano comenzó a hablarle sobre algunas cosas que había leído sobre el embarazo. Ella sabía que solo estaba tratando de distraerla y comenzó a funcionar cuando mencionó algunas cosas con las que discrepaba.—¿No crees que es muy pronto para hablar de cursos prenatales? —pregunto cuando Adriano sugirió la idea.La puerta se abrió interrumpiendo lo que sea que fuera a decir su esposo, primero entró Aur
Vanessa tragó el nudo de su garganta y sonrió con melancolía. Un retrato de su abuela colgaba en la pared. En la imagen ella sonreía feliz y tenía el brillo maternal en sus ojos que nunca la había abandonado. La imagen era demasiado real y mostraba de una manera extraordinaria la esencia de su abuela. Casi parecía que ella estuviera mirándola a través de una ventana y que pronto le llamaría para que se uniera a ella.—¿Cuándo tomaste mi foto?Vanessa cual había sido la foto que el artista había utilizado para recrear esa pintura. Su padre había desaparecido todo rastro que pudiera recordarle de su abuela, pero ella había logrado salvar algunas fotos, un cofre pequeño y las joyas que le había regalado a Elaide. Esos eran sus tesoros más preciados de ella.—Hace un mes.—No me di cuenta. —Aunque no era como si lo sacará del cofre con mucha frecuencia.Adriano la abrazó por detrás y colocó ambas manos en su vientre. —Escogí
—Ven aquí —dijo Adriano palmeando sobre la cama.—¿Qué estás tramando? —preguntó Vanessa con una sonrisa juguetona.Ella caminó hasta sentarse frente a él, en el lugar que le había señalado. Su esposa acomodó con las piernas cruzadas.Recogió el cabello de Vanessa en un moño y lo sujetó con la liga que había agarrado del baño minutos atrás. Luego deslizó las manos hasta sus hombros y comenzó a masajear sus tensionados hombros.—Eso se siente genial —dijo Vanessa inclinando la cabeza y soltando un gemido de satisfacción.—No me gusta verte tan agotada —dijo sin dejar de mover las manos—. Falta muy poco para terminar con todo esto y después podemos tomarnos una semana de vacaciones antes de volver al trabajo.Las últimas dos semanas desde que su
Vanessa miró las calles pasar a través de la ventana del auto mientras se acercaban al lugar donde estaba recluso su padre. Al día siguiente sería su juicio y después de su sentencia sería trasladado.El interior del auto estaba en oscuridad, aunque a veces se iluminaba un poco por las luces del exterior. La mano cálida de Adriano sujetaba la suya con firmeza. Sabía que él no estaba para nada contento con llevarla a ver a Filippo; aun así, allí estaba, acompañándola y demostrándole su apoyo. Se prometió que le daría un descanso después de eso.El auto se detuvo en una calle silenciosa y apenas iluminada. Luka se giró hacia ellos.—Los acompañaré hasta adentro. Él se quedará aquí. —Señaló con un movimiento de mentón al hombre detrás del volante—.Entraremos por
Adriano terminó con su trabajo pendiente. No le gustaba llevarlo a casa y menos durante los fines de semana, pero a veces era difícil no hacerlo. Ese sábado se había tenido que levantarse más temprano de lo usual porque tenía planes con Vanessa para más tarde y quería acabar cuanto antes. Miró la hora en su laptop y vio que eran las ocho de la mañana. Justo a tiempo, pensó. Cerró el dispositivo y guardó los documentos en la gaveta de su escritorio, luego se puso de pie. La puerta de su despacho se abrió justo cuando estaba caminando hacia allí. —Buenos días—saludó Vanessa desde el umbral. Ella estaba lista para salir, estaba usando un vestido que disimulaba un poco sus cinco meses de embarazo. Se veía igual de espectacular que cada día. Cerró el espacio que los separaba, la tomó por la cintura y depositó un beso en sus labios. —Ahora sí que son buenos —dijo dejándola ir. Se puso de cuclillas y eso le dejó a la altura de su vientre—. Bu
Vanessa se armó valor mientras recorría el camino hacia la oficina de Adriano. Todo se sentía como un deja vu. Hace tantos meses había venido a ver al mismo hombre con una propuesta loca y, pese a todo lo que había en contra, las cosas habían resultado bien.Entró a la oficina de Adriano sin molestarse en tocar. Eleonora, la secretaria de su esposo, le había dicho que nadie estaba con él. Adriano levantó la cabeza al escuchar sus pasos y la miró extraño, nada fuera de lo común teniendo en cuenta que no le había dicho que iría a verlo.—Cariño, no esperaba verte hoy aquí. ¿Todo bien? —Él intentó ponerse de pie, pero Vanessa alzó una mano en el aire para detenerlo. Adriano se quedó en su lugar, pero pudo ver que parecía más tenso.Todavía estaba trabajando en hacer las cosas
Adriano no cabía de felicidad al pensar que pronto se casaría con Vanessa y ni siquiera había tenido que utilizar ningún truco para convencerla de que lo mejor era que la boda se llevara a cabo antes del nacimiento de su hija, ella lo había decidido por su cuenta y lo había visitado en su oficina por la tarde para hablar sobre ello.Acarició el brazo de su esposa y depositó un beso en su cabeza. Ambos estaban en cama descansando después de un largo e interesante día.—¿Ya decidiste que vas a hacer con la casa de tu abuela? —preguntó Adriano rompiendo el prolongado silencioPese a los meses transcurridos desde el juicio de Filippo, Vanessa aun no tenía idea de qué hacer la propiedad de su familia. No era la única que había heredado, pero la mayoría no representaba para su esposa lo que está hacía. Ella había mante