─ Escúchame por favor, solo… presta atención, por ahora no puedo explicarlo todo…─ No puede ser…─ Mónica escúchame ─ Tu, yo… jugaba contigo… en Florencia ─. Mónica desviaba su mirada a todas partes, pero a ningún lugar a la vez, como si miles de imágenes pasaran delante de ella, su respiración pesada y acelerada crecía conforme esas imágenes avanzaban, razón suficiente para que Lenaya se preocupara. ─ Mónica, estás híper ventilando ─. Decía tendiendo una mano con cautela hacia su hermana. ─ Éramos amigas de niñas, lo sabía… pero… ─ Respira por favor ─ Pero…─. Mónica se coloca una mano en el pecho, le costaba respirar, buscó a su alrededor, para aferrarse a algo, algo o a alguien. No supo, pero necesitaba espacio, aquel lugar de pronto se volvió estrecho, las paredes se le venían encima, se ahogaba, recuerdos tras recuerdos golpearon su mente, recuerdos de una infancia con su mejor amiga, su hermana, Mónica se sujeta la cabeza con fuerza y gruñe de dolor cayendo de rodillas,
Siguió analizando el gran mural, en él observó varias líneas, un diagrama, y en el diagrama vio una serpiente gigante, (la muralla china), un circulo con dos guerreros, (el Coliseo), las puertas de una ciudad plasmada en una montaña, (la ciudad de Petra), pero los otros dos no lo pudo identificar, parecían construcciones antiguas, si, pero muy avanzadas, muy, muy avanzadas para la época en que los pintaron, por lo tanto le fue muy confuso darle un sentido o una lógica, o por lo menos datar una fecha exacta, porque si Lenaya selló a su esposo después de la revuelta de Troya, ¿Por qué estos dibujos estaban aquí?, quizás, inicialmente no fue el lugar donde comenzó el primer Nuevo Éxodo, sino un refugio de tantos, les tomó fotografías por si acaso, y una imagen en especial, la caverna donde estaban, pero esta caverna la pintaron como un faro, no, no era un faro, eran las memorias de quienes la veneraron, eran sus registros, parte de sus posibles memorias, después de haber tomados las
Cerbero se frota la barbilla escrutando el cuerpo de Youlin. ─ A decir verdad no creo que sea necesario que tengas que pasar de perfil, pero si tomamos las precauciones…─. Decía mirando los pechos de la arqueóloga, ésta se tapa como si estuviera desnuda delante de él, sintiendo un calor sobre sus mejillas, el demonio prosiguió. ─…pueda ser que tengas una gran posibilidad de lograrlo ─. Por un segundo a la arqueóloga sintió que todo color se le fue del rostro y un gran frío atravesó su cuerpo. Tomando gran valor, respiró profundamente, ella podía, el grupo dependía de ella, un reino dependía de ella. Al ver que tanto pesaba sobre sus hombros, se congeló en pánico, Cerbero tomó de su muñeca, y con mano gentil la apoyó en la parte baja de su espalda, la guió suavemente hasta el borde del cañón, animándola, dándole sus mejores recomendaciones, calculó más o menos la distancia, veinte metros máximo. ─ Tu puedes, si la reina te eligió es por algo, y si Darién confía en ti es
La rxtraña mujer la escrutó de hito en hito, tendió su mano con expresión ilegible en su rostro, Youlin se la tendió de igual forma, la mujer sujetó el antebrazo con energía, Youlin se tensa, la mujer agitó levemente su brazo, ¿era un saludo?, la mujer habló el mismo idioma que el resto del pueblo, su voz era suave y cálida, una buena señal de no hostilidad, Youlin abre sus ojos dejándolos como platos, ahora si se le acabaron los trucos o las ideas, ¿ahora que?, miró a su alrededor, buscando ideas, su rostro se iluminó, hizo las señas generales de que no hablaba el idioma, recorriendo con sus dedos su garganta hacia su boca y con la otra mano el gesto de algo hablando mientras negaba, la mujer tocó su frente, un espasmo, luego de un pequeño shock y…. ─ Bienvenida, extraña viajera ─. ¡Mierda!, la mujer comenzó hablar su idioma con fluidez. ─ Hola ─. Balbuceó Youlin, ¡increíble!, con solo tocar su frente ésta comenzó hablar su idioma. ─ ¿Cuántas cosas han cambiado desde la partida
Renata se tambal eó un tanto pálida y aturdida al momento de pisar suelo seguro, Darién reía a carcajadas cuando apareció a su lado, Renata lo fulminó con la mirada dándole de golpes y patadas mientras le gruñía insultos por haberse arrojado con ella en brazos por aquel agujero tan feo, él levantaba las manos en gesto de rendición sin dejar de reír, aunque no duró mucho su molestia con él, no podía, era Darién y lo amaba, tuvo que reconocerlo, amaba al desgraciado loco, así que también rió con él, claro, dándole ligeros golpes aun reprendiéndolo, Darién quiso tomar su mano pero ella se soltó para seguir jugueteando con él . Elenya apresuró sus pasos, él había llegado, quería recibirlo, su corazón se aceleróaba a cada paso que se acercaba, sintiendo su esencia, pero había alguien más con él, lo supo por las risas, nunca había oído reír a Darién de esa manera, tan relajado, tranquilo, se sentía… feliz, ¿Quién era esa otra persona que lo hacía reír así?, no le importaba, era D
─ ¿Qué le pasó? ─. Preguntó Renata, pudo oir cierta preocupación en su voz, en cambio Darién, no se molestó en responder, solo miró sobre su hombro e hizo un gesto con su mano en invitación para que lo siguiera. Mónica es acostada en la cama de Lenaya, un soldado de confianza de Darlen la escoltó al verla correr por los pasillos con Mónica en brazos, la guardia, abrió la puerta de la habitación real, Lenaya le indica a la guardia llamada Dinas que cuidara el acceso, que no estaría para nadie, y cuando decía nadie era a nadie, la soldado hizo una reverencia en afirmación y cerró la puerta, la soldado se quedó a un lado llamando a otros dos más para que la ayudasen a cuidar del recinto. Lenaya hizo desaparecer su armadura, vestida solo con un short corto de jeans, en blusa sin mangas y zapatos deportivos, revisó el cuerpo de Mónica detalladamente, no tenía daño alguno físicamente, pero lo que más le preocupaba era su mente, ¿Cómo reparar una mente destruida por recuerdos
Avanzaron más en el tiempo, adolescentes otra vez, Mónica le contó su amorío con un joven que fue a cantarle una serenata a mitad de la noche, estaba algo ebrio y su mamá le echó un balde de agua fría por la ventana de su cuarto, ambas rieron, tanto la Mónica y la Paola de aquel recuerdo como la Paola y la Mónica testigos, fueron momentos hermosos. Los días de invierno de paseo junto al río en las afueras de la ciudad, horas de caminata y sin parar de cotorrear, de reír o juguetear, perseguirse lanzándose hojas secas, los días de campo con la familia, Mónica sumergida en una lectura mientras que Paola dibujaba. Paola apretó su mano en gesto de advertencia, su rostro no mostraba nada, solo miraba, Mónica entendió, fue el momento donde Dragnan apareció por segunda vez, el hombre de cabello blanco y ojos azul-plata, Mónica lo reconoció y dijo su nombre en voz baja, Paola asiente, fueron los mismos días que Paola había sido seleccionada para ir Forli, a una academia de arte, y f
Lenaya agitó su mano y llegaron al punto donde ella había matado a Paola, enterrando el pico de una botella en su espalda, justo en su corazón, Paola abrazó a Mónica en gesto protector mientras contemplaba aquella horrible escena, era imposible que ella la hubiera asesinado, a pesar de que escuchó su explicación, no podía dejar de pensarlo o de estar tan confundida y dolida, si ella, si Paola había muerto, ¿Cómo está parada allí delante de ella?, ¿Cómo podría ayudarla si ambas estaban muertas?, a partir de allí le mostró la vida que tuvo, recuerdos a base de sus diarios, los diarios de Mónica, el como ella había guardado sus recuerdos, recuerdos que ahora le eran borrosos, recuerdos que fueron dados bajo un sello de sangre, sello que las hacía ahora hermanas, Mónica se encuentra con los ojos de Paola, esos ojos, recordó cuando ella había recuperado algo en la biblioteca de Dragnan, grandes libros. Duró varios latidos en silencio hasta que por fin dijo. ─ Tu no eres Paola… no