Las tres jóvenes salen del recinto en silencio, Adara se detiene un momento a meditar lo acontecido, colocando sus manos en sus pequeñas caderas como toda una mujer adulta, tomó una bocanada de aire para decir: ─ Creo que estuvo bien ─ ¿Bien? ─. La sangre bullía a millón por las venas de Steffany, ¿en qué lío la había metido. ─ ¡¿Bien?! ─ Steffany, cálmate ─ ¡Tienes un mes!, sencillamente por mi culpa, y por tu estupidez, vas a reprobar ─ Steffany, solo respira ─ No. Esto simplemente fue un gran error, ¿sabes qué?, yo misma voy hablar con la…─ ¡No! ─. Gritó Adara. Se interpuso Elaine de por medio impidiéndole el paso de regreso. ─ ¡Por lo menos apóyame! ─. Replicó Steffany. ─ No podemos llevarle la contraria ─. Aclaró Elaine. ─ ¿Por qué?, ¿Por qué es la directora o algo así? ─. De pronto Steffany se quedó callada un segundo, si no las convencía de ese modo, quizás podría demostrarles de otra forma. ─ Está bien, voy a intentarlo como ustedes dicen, un mes, ¿no? ─ Si ─. Contes
Darién se pone de pie, buscó entre las cosas de Renata, sacó su sable e inicia su marcha, las chicas tomaron sus armas y lo siguieron, temerosas, pero lo siguieron a una distancia prudencial. Caminaron y caminaron, no hablaron, mucho menos preguntaron, no quisieron poner a prueba nuevamente la paciencia del Nefilim. No supieron cuánto habían recorrido, llegaron al anochecer a una ciudad, ni se preocuparon en preguntar dónde, total, todo estaba escrito en chino, si seguían al lado del Nefilim estarían bien, o por lo menos eso creían. ─ ¿Cuánto falta para la muralla china? ─. Preguntó Youlin, el Nefilim solo miró sobre su hombro y ésta guardó silencio, la oscuridad consumía la ciudad, ni un poste iluminaba las intrincadas calles, gente ocultándose entre las sombras como ratas, quizás eran las únicas personas cuerdas escondiéndose de aquella inmundicia, otras cerraban las ventanas de golpe, puede ser que algunas de éstas personas conocían bien la fama del Nefilim, pensaron Youli
Darién se detiene en medio de la calle, las chicas lo miran con cautela, miró hacia una dirección en especial, Youlin pudo ver como sus ojos azul plata brillaban en la oscuridad. ─ ¿Renata?... ¡Renata!, ¡¿Dónde estás?! ─ ¡Amor!, ¡Cielo!, tengo miedo, ayúdame ─ Calma, solo ten calma, solo dime lo que vez ─ Tengo los ojos vendados ─ Lo que escuchas ─ Voy en auto… hay tres personas o, o, o demonios, no, no, no lo sé, tengo mucho miedo y tienen los vidrios subidos, no oigo nada, solo sácame de aquí, (gimoteo) ─. Darién trató de sentirla aún más, tiró más del vínculo, Renata se dejó llevar y entonces fue cuando Darién entendió que no estaban lejos. ─ Renata sigue hablando ─ ¡¿Qué?! ─ Que me sigas hablando, no sé, cuéntame lo que sea ─ Pero… ─ Confía en mi ─ Eh… bueno… ─. Renata le comenzó hablar de sus sueños, de sus esperanzas, parte de su vida, de lo que quería hacer con él cuando estuvieran juntos de nuevo, Darién invocó sus alas alzándose en vuelo de un salto, levantando una e
Bajando las escaleras llamó a su mamá. ─ Estamos aquí, cariño ─. Respondió, ¿estamos?, Steffany se detuvo en seco, como si un muro invisible la hubiera detenido, su sonrisa se desvaneció, Adara estaba allí conversando con su madre, Elaine con ella como de costumbre, Adara le sonríe ampliamente, su mamá se levanta con una gran sonrisa y los ojos casi llenos de lágrimas, estaba feliz, pero ¿Por qué? ─ ¿Por qué no me lo dijiste, cariño?, estoy tan, tan orgullosa de ti ─. Decía su madre abrazándola, colmándola de besos, Steffany no sabía que responder, solo balbuceaba y parpadeaba algo perpleja. Grace no paraba colmarla de besos y abrazos. ─ ¿Lista para nuestro primer día? ─. Preguntó Adara levantándose, seguida por Elaine, Grace se acerca y toma las manos de Adara dulcemente en gratitud. ─ Se las dejo en sus manos su eminencia, sé que mi hija estará en buenas manos. Steffany hazle caso en todo lo que diga y pórtate bien, ¿De acuerdo? ─. Steffany solo asintió con sus ojos bien
Lenaya bajó escoltada por Sofía, Wyatt y José, Mónica comía de su tazón, levanta la mirada recorriéndolos a todos con ojos inescrutables. ─ ¿Qué quieres ahora?, ¿No te basta con humillarme de esta manera? ─ Traje unas propuestas ─ ¿Y cómo pretendes que las entregue? ─ Simple, solo léelas y ya, no, mejor aún, mi embajador, José, leerá los términos de mi propuesta ─ Paola, sabemos que no tienes oportunidad, ni estás en posición de… ─ Si sabes quién soy, ¿Por qué me llamas Paola? ─ Es tu nombre, deja de decir estupideces y acabemos con esto ─ Como quieras ─. Lenaya tiró del vínculo de sangre, Mónica gruñó dejando caer su tazón para sostener su mano temblorosa. ─ José, por favor, inicia tu lectura, ya tenemos toda su atención ─. José sintió un vuelco en su estómago al ver tanta frialdad de parte de Lenaya, se aclara la garganta controlando algo sus nervios e inicia su lectura, exigiendo una entrevista directa con Demiurgo, nada de emisarios, en cambio, si intentaran de tomar act
¿Cómo era posible?, los soldados se vuelven a levantar tomando sus armas, solo pudo saludar de una manera, con los dientes apretados. ─ Perra hereje ─ Es lo difícil de ver cuando hay muchas razas mezcladas, suelen confundirte y no saber quién es quién. ¡Mátenlos! ─. Ordenó Lenaya, Cerbero adoptó su forma animal, un perro enorme de tres cabezas del tamaño de un elefante, Caroline en Succubus con una enorme sonrisa viciosa, y Darlen cargó al ataque blandiendo su espada, José tomó a la joven en brazos y se la llevó del campo de batalla tan rápido como pudo, solo podía oír gritos, explosiones y más gritos gorgoteando sangre; huesos y carne siendo rasgados por espadas, dientes, disparos y garras, no quería oír, no quería participar, solo quería mantener a la pobre adolescente lejos de aquella masacre. Para cuando terminó aquella batalla, se había arrasado con una gran parte de aquel claro, dejando un centenar de cuerpos de ángeles y pocas bajas por parte de Lenaya. Mónica y Uriel
─ Supongo que la cabeza la debes sentir como si pesara como una enorme piedra ─. Dijo la mujer dándose unos toques en su cabeza para enfatizar su punto, ésta tenía algo oscuro tapando sus ojos, ¿cristales oscuros?, ¿en un lugar sombrío y sin sol?, solo con unas extrañas barras luminosas alumbrando a su alrededor. ─ Supongo que debo esperar, aun las ideas están nubladas en tu cabeza, es difícil organizarlas, créeme, sé lo que se siente, me ha pasado miles y miles de veces ─ ¿Quién eres? ─. La mujer enarca las cejas en asombro. ─ Eso es nuevo, por lo menos preguntas quien soy, y no me llamas por un nombre que no es ─. La mujer se cruza de piernas apoyándose de una mano sobre el asiento y la otra reposando sobre su rodilla. ─ Has pasado por algo muy complicado, será mejor que descanses, volveré después que puedas hablar bien y organices tus ideas, o lo que puedas organizar ─. La mujer dio unas palmadas sobre sus rodillas y se levantó. Solo caminó un par de pasos hacia la reja
Unas horas antes de la ejecución del plan: Lenaya se encontraba en su habitación sentada en su gran sillón, delante de ella, un carrito lleno de dulces, en silencio, al otro lado del carrito, Steffany con Adara y Elaine, y obviamente Cerbero en su forma de cachorro acostado en las piernas de Steffany, parecía dormitar moviendo ligeramente la cola, Caroline y Darlen se encontraban detrás de Lenaya como dos guardianas leales. ─ Me llena de orgullo saber que fuiste una gran elección por parte de Adara para ser una Eterna ─ gra, gra, gra, gra… gracias, su… su majestad ─ Por favor, llámame Lenaya, estamos en confianza ─ Cla, cla, claro su… su majestad ─. Lenaya ríe levemente. Steffany no podía creerlo, ¡estaba delante de la mismísima reina!, su mente estaba en blanco, de todas las cosas que había ensayado para decirle desaparecieron en un parpadeo en el instante que había escuchado que había sido llamada por la Reina Lenaya. ─ ¿Es tu perrito? ─. Pregunta Lenaya con una sonri