El trato.

La jornada de trabajo avanzó lentamente para Stella.

A pesar del incidente de la mañana, se enfocó en sus tareas, tratando de mantener un perfil bajo y recuperar la confianza de Vincent.

Sin embargo, la tensión no disminuyó en todo el día, y cuando finalmente llegó la hora de salir, se sentía agotada y ansiosa por regresar a casa.

Se dirigió al ascensor, deseando que llegara pronto. Justo cuando las puertas se estaban cerrando, Vincent apareció y entró, deteniendo las puertas con una mano.

El silencio entre ellos era palpable, y Stella se sentía incómoda, intentando evitar el contacto visual.

El ascensor comenzó a descender lentamente, y la tensión creció. Finalmente, Vincent rompió el silencio con una voz baja y seria.

—Stella, tengo una propuesta para ti —dijo, mirándola con una intensidad que la hizo temblar.

Stella levantó la vista, sus ojos encontrándose con los de Vincent. Su corazón comenzó a latir más rápido.

—¿Qué tipo de propuesta? —preguntó, intentando mantener la calma.

Vincent dio un paso hacia ella, acortando la distancia entre ambos.

—Sé que lo que voy a decirte es inusual, pero después de nuestra conversación de ayer, no he podido dejar de pensar en ti. Me preguntaba si te gustaría dejar de ser virgen y probar lo bueno que puede ser estar con un hombre —dijo, su voz un susurro grave que llenó el ascensor.

Stella se quedó helada, sus mejillas ardiendo de vergüenza y confusión. No podía creer lo que acababa de escuchar.

Sus pensamientos eran un torbellino, tratando de procesar las palabras de Vincent.

—Sr. Landon, no sé qué decir. Esto es... muy inesperado —respondió, su voz temblorosa.

Vincent no retrocedió, manteniendo su mirada fija en ella.

—No tienes que responder ahora. Solo quiero que lo consideres. Además todo lo hago bajo contrato, solo sería una relación nocturna y en el día laboral—dijo con una honestidad desconcertante.

Stella tragó saliva, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—Es que... para mí, ese momento tendría que ser con alguien que me guste demasiado, o con el hombre que decida llevarme al altar. No es algo que pueda tomar a la ligera —explicó, su voz apenas un susurro.

Vincent asintió lentamente, mostrando una leve sonrisa.

—¡Solo piénsalo!.

El ascensor llegó a la planta baja, y las puertas se abrieron. Stella salió rápidamente, sus pensamientos aún desordenados por lo que acababa de ocurrir.

Vincent la siguió, manteniendo una distancia respetuosa.

—Buenas noches, Stella. Piensa en lo que te dije —añadió antes de dirigirse hacia la salida.

Stella asintió, incapaz de decir nada más. Se dirigió a su coche, su mente aún enredada en la conversación en el ascensor.

Nunca había imaginado que su jefe le haría una propuesta tan directa y personal. Sabía que tenía que ser cuidadosa con cómo manejaba esta situación, tanto profesional como emocionalmente.

Al llegar a casa, se dejó caer en el sofá, intentando procesar todo.

Su misión como periodista encubierta ya era complicada, y ahora tenía que lidiar con los sentimientos de Vincent hacia ella.

¿Cómo podría mantener su profesionalidad y al mismo tiempo manejar sus propios sentimientos y las expectativas de Vincent? Decidió que lo mejor era tratar de no pensar demasiado en ello esa noche.

Necesitaba descansar y recuperar fuerzas para el día siguiente. Sabía que enfrentaría nuevos desafíos y debía estar preparada.

La mañana siguiente llegó rápidamente, y Stella se preparó para otro día en la oficina.

Se sentía más tranquila después de una noche de sueño, aunque la conversación con Vincent seguía rondando en su mente.

Se dirigió a la oficina con determinación, lista para enfrentar lo que fuera que el día le deparara.

Al llegar, notó que Vincent ya estaba en su despacho.

Decidió no mencionarle nada sobre lo sucedido la noche anterior a menos que él lo hiciera primero.

Se concentró en sus tareas, asegurándose de ser eficiente y discreta.

—Buenos días Se. Landon— Dijo avergonzada al entrar a la oficina.

—Buenos días Stella, ¿Pensaste en mi propuesta?— Pregunta sin vacilar.

Stella levantó la vista, encontrando sus ojos.

—¿Yo? —respondió, tratando de mantener la compostura.

—Tengo un contrato elaborado para usted con pocas palabras. Es simple no contarle a nadie sobre nuestra relación o su vida será hecha añicos, y le daré una mensualidad jugosa— Dijo mientras lanzaba los documentos casi al final del escritorio.

Stella estaba atónita, Vincent estaba siendo muy directo con ella.

—Sr. Landon. Usted está comprometido, esta propuesta está mal.

—Ha. Eso es un punto a parte, voy a casarme con mi prometida, pero ella no está, y además no pienso discutir lo que hago con usted— Le dejó en claro.

Vincent sonrió, mostrando una calidez que rara vez dejaba ver.

—Creo que está equivocado conmigo, yo vine aquí por una razón muy poderosa—dijo inconscientemente.

—¿Una razón?. —¡Ah!— No encontraba que decir.

—Acepto el trato, firmaré el contrato, no lo haré esperar— Dijo inesperadamente.

Vincent se levanta de su silla, toma el bolígrafo y se lo entrega a Stella, haciendo que sin perder tiempo firmara.

—Este trato no durará mucho —dijo con una sonrisa amistosa.

Stella no aguantó la presión y salió corriendo de la oficina, fue hasta el baño, se lava la cara con mucha agua, siente una opresión en su pecho.

—¿Qué acabo de hacer?. Estuve a punto de revelar mis verdaderas intenciones y para poner su atención en otra cosa decidí firmar el contrato— Se decía al mirarse en el espejo.

Cuando salió del baño, se dirigió hasta su escritorio.

Pocos segundos después, Alfred, el vicepresidente y mejor amigo de Vincent se acercó a ella.

—Tu jefe quiere verte— Dijo con una sonrisa reveladora.

Stella no pudo evitar sentirse avergonzada, estaba casi segura que Alfred sabía sobre el trato que acaba de firmar con su jefe.

—Vincent, Alfred me dijo que querías verme —dijo, entrando con cautela.

Vincent levantó la vista y le indicó que se sentara.

—Sí, Stella. Quería hablar contigo sobre un asunto importante —dijo, su tono serio.

Stella se sentó, esperando a que continuara.

—Está noche pasaré por ti. Iremos a mi departamento— Dijo haciéndola ruborizar rápidamente.

Stella no se sentía lista pero por su ascenso sería capaz de lo fuera, incluso de ser la amante del gran Vincent Landon.

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