Me costó mirar a los ojos de Carlos.Esos ojos tan llenos de sentimiento, que en mi vida anterior habían derramado lágrimas durante días por mi muerte.Recordaba que después de asistir a mi funeral, sufrió un accidente de coche en el camino de regreso y su destino quedó incierto.Ese día, él mismo conducía.Lo miré con ternura y dije: —Está bien.Carlos seguía explicando atropelladamente que no quería aprovecharse de la situación y que no me exigiría nada a cambio.Interrumpido abruptamente por mi "está bien", se quedó petrificado de asombro.Viendo su expresión aturdida, mi pésimo estado de ánimo se disipó de repente, y añadí: —Nunca pretendí quedarme con Miguel.—Todo era una táctica para ganar tiempo, solo quería evitar que ese loco hiciera alguna locura.—No podía enfrentarme a él, así que tenía que seguirle el juego.—¡Ya no será así! —exclamó Carlos entusiasmado—. Ahora puedes apoyarte en mí.Sonreí y respondí: —Bien.Durante los días siguientes, Carlos permaneció en el hospital
Seguí a Miguel hasta la prisión que había construido para mí.Desde ese día, me volví dócil y obediente, sin exigir nada.Como si realmente me hubiera convertido en un trofeo que lo amaba hasta perder mi propia identidad.Al principio Miguel venía con frecuencia, pero gradualmente solo aparecía una vez por semana.Sin embargo, cada vez que me visitaba, sus ojos reflejaban una culpa más profunda.Esto se debía a que Ximena venía a causar problemas a mis espaldas.Él lo sabía, pero fingía no saberlo, porque las familias Urquiza y Ruiz ya estaban profundamente unidas, y no podía permitirse ofender a esta heredera.Para compensarme, Miguel me enviaba valiosas joyas y bolsos.Antes, los habría rechazado, pero ahora los aceptaba todos.Después de todo, acompañarlos en esta farsa era como sufrir un accidente laboral.Ese día, mi salud había mejorado bastante, así que salí con la excusa de visitar a Santiago.Sabía que Miguel tenía gente vigilándome, por lo que no mostré ningún comportamiento
Me di la vuelta y subí las escaleras.Miguel intentó seguirme, pero Ximena lo sujetó impidiéndole irse.Él se volvió hacia ella, mirando ese rostro aparentemente inocente pero profundamente cruel, y recordando sus palabras anteriores, sintió una furia incontenible.Le dio una fuerte bofetada a Ximena y dijo con decepción: —Por respeto a tus padres, ya he sido extremadamente tolerante contigo. ¿Por qué sigues provocando a Sonia?Ximena nunca había sido golpeada por Miguel. Rompió a llorar inmediatamente: —¡Miguel, eres un desgraciado! ¡Ahora yo soy tu esposa!—¡Esa Sonia no es más que una amante que debe mantenerse oculta! ¡Ya me he controlado bastante al no matarla!—¡Basta! —dijo Miguel con rostro impasible—. Por el bien del niño, no te haré daño. Ahora, ¡lárgate!Ximena quiso decir algo más, pero Miguel le espetó impaciente: —¡Ahora mismo! ¡Inmediatamente!Con los ojos enrojecidos, Ximena se marchó llena de resentimiento.Cuando se fue, Miguel subió corriendo las escaleras, pero yo y
Carlos respiró profundamente y reveló un secreto que yo desconocía.—Porque sentía que también era parte de la causa de tu muerte —dijo—. Si hubiera sido más valiente entonces, si te hubiera dicho que fue Miguel quien sobornó a tu compañera para acusarte de plagio...—Si te hubiera contado que fui yo quien pasó días sin dormir para encontrar las pruebas que demostraron tu inocencia...—¿No te habrías dado cuenta de su engaño? ¿No habría cambiado tu vida?—Pero Miguel me dijo que tú lo querías mucho, me preguntó si sería capaz de romperte el corazón.—No pude hacerlo, y también temía que no me creyeras, así que...Para entonces, ya no podía hablar entre sollozos.Mi mente quedó en blanco y las lágrimas nublaron mi visión.Nunca imaginé que la razón por la que acepté a Miguel había sido algo que él robó a otro.Viendo a Carlos llorar tan desconsoladamente, no pude evitar darle un puñetazo.Sollozaba como un niño: —Pégame, todo es mi culpa...Deshice mi cinturón de seguridad y lo abracé,
—¡Dile a Ximena que si quiere morirse, que se muera, yo no voy a consolarla! —la voz fría de Miguel llegó a mis oídos, y desperté sobresaltada, levantando la mirada para verme en el espejo con mi vestido de novia.Había renacido, y volví en el momento que creí el más feliz de mi vida pasada. En aquél entonces, agradecí que Miguel siempre me elegía a mí por encima de Ximena, pero ahora veo que su corazón ya había caído en su obsesión, aunque no quería quedar como un infiel y traidor, por eso insistió en casarse conmigo. Solo después de la muerte de Ximena entendió sus verdaderos sentimientos, volviéndose loco por amor.Para expiar su culpa ante su amada, usó todos los medios para atraparme toda la vida y se volvió religioso por su amada, pero me torturó sin piedad hasta hacerme perder a mi hijo. Todos lo alababan por su amor eterno hacia su primer amor, y me maldecían a mí por interponerme, tildándome de odiosa intrusa que no merecía ser amada, pero fue él quien me persiguió siemp
Las palabras de Miguel hicieron estallar toda la sala de banquetes.Nadie se esperaba aquella absurda petición después de que, yo misma, le pedí que salvara a su enamorada obsesiva, e interrumpí mi propia boda por eso. Incluso Mercedes, quien no me aprobaba del todo, lo reprendió:—¡Qué disparate! Miguel, el matrimonio no es un juego, ¿cómo puedes cambiar de novia a último momento?Juan también arrugó la frente en desaprobación, pero guardó silencio, evidentemente ya tramando algo más en su mente.Miguel también se sentía culpable conmigo y me dijo: —Te he fallado con esto, te lo compensaré en el futuro.Algunos de los presentes sentían compasión, otros se burlaban de mi generosidad argumentando que yo me puse la soga al cuello, mientras yo, a pesar de esta humillación terrible, me contuve por mantener el honor del apellido Urquiza, y con lágrimas en los ojos dije:—No importa. En el momento que decidí que salváramos a la señorita Ruiz, ya había decidido priorizar sus sentimiento
Mientras estaba distraída, la madre de Ximena se acercó furiosa: —Sonia, tu sobrino le arrojó jugo a mi hija por todo el cuerpo. ¡Si Miguel no lo hubiera disciplinado, nosotros no lo hubiéramos dejado así!Miguel también se apresuró a explicar: —Sonia, solo estaba corrigiendo a Santiago para calmar el enojo de la familia de Ximena. No te preocupes, me contuve, no lo lastimé.Le lancé una mirada fulminante.Santiago tenía la boca ensangrentada y la cara completamente hinchada. ¿A esto le llamaba contenerse?Miguel bajó la cabeza, consciente de sus hechos. Me dirigí a Natalia en tono burlón: —Natalia, hace media hora tu hija estaba en la azotea queriendo quitarse la vida, y fui yo quien convenció a mi novio de que la salvara, es decir que está viva gracias a mí y ahora ustedes agreden salvajemente a mi sobrino solo porque mojó a tu hija queriendo vengarme al enterarse que cambiaron la novia. ¿Es esa mi compensación por salvar a tu hija?Natalia frunció ligeramente el ceño. Quiso refut
Me terminó llevando al hospital Carlos Manade, el archienemigo de Miguel.Me sorprendió, porque en mi vida anterior, para este momento él debería estar volando hacia Australia.La familia Manade eventualmente trasladó todos sus activos allá y se establecieron definitivamente.Carlos solo apareció después de mi muerte.Asistió a mi funeral como compañero de universidad.Recuerdo que lloró desconsoladamente ante mi tumba, maldiciendo mi ceguera.¿Cómo es que en esta vida apareció en la puerta del hotel?¿Será que mi renacimiento también provocó muchos cambios en este mundo?Antes de poder preguntarle, perdí el conocimiento....Desperté en medio de una discusión.Abrí los ojos lentamente.Siguiendo las voces, vi a Miguel en la puerta de la habitación, furioso, gritando.Santiago y Carlos, como dos murallas, le impedían entrar.—¡Carlos! ¿Con qué derecho impides que vea a mi esposa? ¡Tú no eres nada! ¿Quién te crees para entrometerte en nuestros asuntos? —bramó Miguel.Carlos resopló con