Holi... Bueno, al parecer esos lobitos son amables... Por ahora... si ya leiste otras de mis historias, sabes que em encanta sorprender... jeje. Esta novela es independiente, pero si quieres conocer más, puedes leer: ATRAPADA CON EL ALFA
Capítulo 19Evitar un conflicto.Eira no podía dejar de comer. Cada bocado era un regalo. Saboreaba con lentitud, cerrando los ojos por momentos, como si su cuerpo no pudiera creer lo que estaba experimentando. El pan era suave y esponjoso, el pastel dulce y fresco, el café con leche tenía un sabor reconfortante.Sí, ella solía prepararse su propio pan en la mansión Valmont… pero jamás había tenido la oportunidad de probar algo así.Ni siquiera en celebraciones. Ni siquiera en las sobras.—¿Tenías hambre, eh? —comentó Gabriel con una sonrisa amigable, apoyando los codos sobre la mesa mientras la observaba.Eira se detuvo de golpe. Se sintió expuesta, como si hubiera hecho algo mal. Bajó la mirada.—Disculpa… me dejé llevar —murmuró con vergüenza.—No te avergüences —respondió él enseguida—. Solo estoy bromeando. Come tranquila.Ella asintió con suavidad. Agradecida. Pero aún sentía el impulso de disculparse por disfrutar. Aún tenía impregnada la idea de que todo lo bueno tenía un preci
Capítulo 20Eres mi destinadaLogan caminó hasta su camioneta sin decir una palabra. Eira lo siguió en silencio, con pasos lentos. Apenas pudo subir al vehículo, aún presionando su vientre con disimulo. Él se sentó frente al volante y la miró de reojo.—Aquí. Siéntate a mi lado… donde pueda verte.Ella obedeció sin discutir. No quería más problemas. No después de todo lo que ya había vivido.—Sabía que podías recuperarte con facilidad —soltó Logan de pronto, mientras arrancaba.—No sé de qué hablas —respondió ella con cautela, sin atreverse a mirarlo directamente.Él soltó una pequeña risa, su mirada se tornó incrédula.—Sé lo que escondes, Eira. Sé que tu cuerpo sana más rápido que el de un Alfa. Sé que te ocultas en esa cabaña cada vez que puedes. Te he dejado… porque quería ver hasta dónde llegarías.Eira se quedó atónita. Nunca imaginó que Logan supiera tanto. Creía que se salía con la suya, que lo engañaba, que él no la vigilaba. Pero no. Siempre lo supo. Siempre la observó.—Bien
Capítulo 21Una elfa enamoradaLogan fue directo a buscar a Zariah, la elfa que le había preparado la poción para Eira. La encontró en su cabaña, recogiendo plantas como si nada. Ella, al verlo, le sonrió con esa calma fingida que tanto le molestaba. Tenía el cabello largo, rubio como el sol, y unos ojos verdes que solían parecer inofensivos.Pero él no estaba de humor.Sin previo aviso, la sujetó del cuello con una sola mano, levantándola con fuerza.—¿Qué demonios tenía esa poción que me diste para Eira? —rugió, el tono grave, incontrolable.—¡Me estás dejando sin aire! —jadeó Zariah, intentando liberarse.Logan la soltó de golpe. Ella cayó al suelo, tosiendo.—Es… la misma que tú bebiste —dijo entre arcadas.Él se inclinó hacia ella con los ojos encendidos.—Casi la matas. Si eso pasaba… te juro que tú tampoco seguirías viva.Zariah lo miró, aterrada. No esperaba esa reacción. No creyó que le importara tanto esa chica. Supuso que solo era un capricho para él, algo pasajero.Solo qu
Capítulo 22¿Puedes escucharme?Eira seguía en la habitación de Logan. Jamás había estado allí. Nunca… Y ahora, simplemente… él la había llevado, se acercó a la ventana. Estaba demasiado alto como para siquiera pensar en saltar. Aun si lo hiciera, no se veía como una buena idea. “De seguro volverá… y no sé qué ideas tendrá en mente”, pensó con angustia, mientras una punzada la obligaba a presionar su abdomen. La zona estaba más morada que antes.“Bueno, de seguro me recuperaré… como siempre. Aunque ahora el proceso es más lento”, se dijo en voz baja, sin mucha convicción.—No será fácil —escuchó de pronto, una voz aguda, femenina y sutil que parecía flotar en el aire.Eira dio un salto del susto. Miró a su alrededor. No había nadie.—¿Quién está ahí? —preguntó, girando sobre sí misma, sintiendo que el corazón le golpeaba en el pecho.—¿Puedes escucharme? —volvió a sonar la vocecita, esta vez más clara.—Claro que sí… ¿Quién eres? —preguntó, mirando con más atención.Entonces lo vio
Capítulo 23No es un campesino, es un General.Eira se sintió perfectamente bien. Aquella sensación era tan inusual que, por un momento, una pequeña sonrisa se asomó en su rostro. Pero al asomarse por la ventana, la duda volvió: ¿cómo bajaría desde allí?—Bueno… entiendo tu entusiasmo, pero yo no podré saltar desde aquí —dijo, dando un paso atrás, mientras observaba la altura.La pequeña felina, sentada tranquilamente sobre el alféizar, miró primero a Eira y luego hacia abajo, como si midiera el riesgo con precisión.—Dime Luna —dijo de pronto, con una voz suave pero firme—. Me gusta ese nombre, por eso me llaman así.—De acuerdo, Luna —respondió Eira, aún con asombro en la voz.—Bueno… no te asustes —añadió la gata—, pero voy a volverme grande por un momento.Antes de que Eira pudiera decir algo, una ráfaga de luz envolvió el cuerpo del pequeño animal. En cuestión de segundos, la felina había crecido hasta adoptar la forma de una bestia majestuosa, similar a un tigre, pero con un pela
Capítulo 24No la dejaré ir.A las afueras de Lilles, Minhos asistió a una reunión con otros Generales de Du Sang. Gabriel lo acompañó poco después de que se llevaran a Eira.—Necesitamos saber si Lilles respetará el acuerdo, y queremos que se unan a nosotros —exclamó el viejo lobo Alfa, de voz áspera y presencia imponente.—Luchar contra Mikros no es sencillo. Han pasado décadas y aún no ceden terreno —respondió Minhos con tono sereno, pero firme.—Por eso tu padre te ha enviado. Debes establecer un lazo con Lilles. Tú y el heredero tienen la misma edad, podrían congeniar perfectamente. Dale lo que quiere: oro, mujeres, tierras… lo que sea —añadió el anciano.Minhos escuchó en silencio. No mostró emoción alguna.—De acuerdo. Déjenlo en mis manos. Agradecería que dejaran de entrometerse en mis funciones —dijo con frialdad, sin preocuparse por las miradas que le lanzaban los presentes.Gabriel lo miró, sorprendido. Nadie hablaba así a un superior enviado directamente por el Rey Alfa de
Capítulo 25No la rechazaré.En la mansión de los Valmont, Logan sintió un vacío incómodo, como si algo vital le faltara. El lazo con Eira, por más que intentara negarlo, seguía presente. Pero esta vez… no podía percibirla. No había aroma, no había energía. Nada. Y eso lo sacudió por dentro.Necesitaba verla. Asegurarse de que seguía allí. De que no se había escapado.Porque aunque pensara en casarse con una Alfa —una decisión lógica, política, necesaria— no dejaba de obsesionarse con Eira. Ella es su destinada, aunque lo odiara, aunque su sola existencia le pesara como una maldición. ¿Por qué la Diosa la habría elegido a ella? ¿Una omega común? ¿Una criada?, decidió no rechazarla.—¡Logan, ven aquí! —la voz grave de su padre resonó antes de que lograra moverse. Justo cuando estaba por subir a la habitación donde la había dejado.—Padre, debo verificar algo importante —respondió con tensión, pero dos guardias se interpusieron antes de que pudiera avanzar.—No. Ya te di tiempo suficient
Capítulo 25Un reclamo en vanoEira se quedó sentada en un sofá, esperaría la llegada de ese hombre que le había mentido, y entonces le reclamaría lo que hizo. Siempre había querido huir de Logan, de su crueldad, y al parecer finalmente lo logró. Pero antes de eso, Eira deseaba volver a la cabaña, allí tenía guardado un libro que había leído y conocía de memoria. Era el lugar a donde ella deseaba ir, para deshacerse de su maldición.—Oye, Luna… ¿Tú crees que aún existe el Reino Humano?—Puede ser… —respondió Luna, encogiéndose mientras se acomodaba sobre uno de los cojines.—Bueno, yo solo he visto a mestizos, los Edhiles, pero son escasos —mencionó Eira, con tono pensativo.—Sí, conozco bien a una Edhil. La quiero mucho, en realidad —dijo Luna sin dar más detalles.—Vaya, eso es maravilloso —respondió la joven.—Dicen que las Adas ayudaron a ese reino, por eso es tan difícil encontrarlo —comentó Luna, con los ojos brillando de curiosidad—. ¿Alguna vez hablaste con alguna Ada?—No… —v