Cuando las puertas se abrieron y Elisa entró del brazo de Alexei le fue imposible no cerrar la boca, y no solo por lo ostentoso del lugar, con sus cortinas de seda y las mesas repletas de las más caras y variadas comidas, si no por la variopinta cantidad de personajes famosos que se encontraban. Elisa reconoció a un par de actrices extranjeras y decenas de personas de la farándula nacional, desde modelos hasta actrices que Elisa reconocía de las telenovelas que veía con su madre.
—Un evento como estos es muy deseado —le dijo Alexei —en lugares así se crean poderosas alianzas comerciales, ¿recuerdas mi campaña en Europa? Salió de una fiesta similar, es una excelente oportunidad para conocer gente importante y hacerte de contactos, ya sabes —Elisa miró alrededor, ella se perdería entre la multitud sin
Ambos hombres permanecieron un rato en silencio. Noel no era capaz de asimilar el consejo de Elisa, ¿cómo era posible decir algo sin pensarlo? Decir lo que se sentía. Trató de pensar qué era lo que sentía en ese momento: miedo, rabia.—Sentí feo al ver que la besabas —soltó, sí que había pensado qué quería decirle, pero era un avance, ¿no? Alexei permaneció en silencio un momento.—Eso sentí yo cuando me dejaste sin ninguna razón —dijo y Noel negó con vehemencia.—Lo hice para no hacerte daño.—Es tú decisión hacerme daño —le recriminó el rubio apuntándole con el de
Los tres estaban sentados en la cafetería de la empresa, cada uno tenía enfrente un vaso de café que estaba completamente intacto.—Es bastante obvio, ¿no? —dijo Elisa —Ese tal Boris tenía problemas con Eduardo y por eso se fue de la empresa, ahora está intentando vengarse.—Es muy raro —Emanuel meneó la cabeza y dio un sorbo al vaso de café que debería estar frío —él vendió las acciones porque tenía mejores negocios en el extranjero y se fue del país —Elisa se encogió de hombros.—Pues yo no sé nada sobre los asuntos de la empresa, pero es lo único que tiene sentido.—¿Qué pudo haber he
El hombre avanzó hasta ella con paso decidido.—¡Corre! —le gritó una de las voces en su oído.—¡Golpealo!—¡Golpealo y corre! —Elisa se quitó el auricular disimuladamente, la tenían estresada y nerviosa.—¿Qué está haciendo usted aquí? —le preguntó el hombre y Elisa se cubrió los ojos con la mano.—¿Podría alejar esa linterna de mi cara? —le dijo y él apuntó hacia otro lado.—¿Qué hace usted aquí? —Elisa lo miró, la luz rebotaba en la pared y reflejaba un rostro anch
Ya había pasado una semana, toda una semana en la que Elisa había perdido horas de trabajo por estar pendiente de el pequeño aparato que Alexei les había dejado, y había comprobado en más de una ocasión que el señor Boris Ludeo era un pervertido asqueroso que llevaba mujeres a su oficina para morbosearlas y proponerles cuanta cosa pasaba por su cabeza, pero el maldito hombre era muy cuidadoso a la hora de hablar con sus trabajadores.En una ocasión a Elisa casi se le sale el alma al escuchar la voz del hombre calvo con el tatuaje hasta la oreja, eso hacía su teoría mucho más sólida, pero en esa ocasión los hombres hablaban sobre como meter al país un contrabando de telas sin que la aduana se enterara. La pequeña empresa de transportes de insumos no era más que la fachada para enviar drogas
La mañana siguiente habían llegado a la oficina bien temprano, Elisa tenía mucho que hacer con Noel y Emanuel tenía que desatrasarse de todo lo que no había hecho el día anterior.Cuando llegaron a la empresa Noel ya los estaba esperando sentado en los muebles y cuando los vio los señaló desde lo lejos.—¿Qué son estas horas? —les preguntó y Emanuel miró su reloj.—Apenas son las siete y media —Noel le lanzó un periódico que tenía en la mano y tomó a Elisa arrastrándola de la muñeca y llevándosela.—Hay mucho que hacer —le dijo en cuanto subieron al auto —hay que escoger la modelo, buscar el lugar d
Había sido complicado explicar a la policía de donde se habían obtenido las grabaciones; Al final optaron por contar desde la llamada anónima, la casa abandonada y las grabaciones de ciusta que los llevaron hasta Boris Ludeo.Elisa y Emanuel estaban sentados en las bancas del comedor junto a la barra americana y el detective del caso paseaba frente a ellos con la cara roja y moviendo con fuerza las manos.—Invasión en propiedad privada, derecho a la intimidad, los podría hacer meter a la cárcel por obstrucción a la justicia —los regañaba y Elisa comenzaba a sentirse realmente incómoda y frustrada. Ya no eran unos niños, sabían exactamente a qué se enfrentaban cuando comenzaron todo, y no iba a permitir que un hombre la tratara mal por haber hecho el trabajo qu