Era carretera destapada y el vehículo se movía de un lado a otro con violencia, pero Elisa intentó conservar el equilibrio mientras se lanzaba hacia el frente con el cable enredado en las palmas de las manos, rodeó el cuello de Eduardo Alcántara y se inclinó hacia atrás para comenzar a asfixiarlo. Ni siquiera de detuvo a pensar si quería matarlo, solo sabía que tenía que salir de ahí a toda costa o esa vez sí no la contaría, así que apoyó la rodilla en el respaldo de la camioneta y haló con fuerza el cable enredado en el cuello del hombre. La camioneta comenzó a desviarse un poco hacia la derecha cundo una nueva contracción le hizo perder todas las fuerzas, era un dolor ciego tan fuerte que le nublaba la visión e hizo que el cable se le resbalara de la mano.
Escuchó a Eduardo toser varias veces y no pudo hacer nada cuando la tomó p
Elisa intentó alejarse lo más que pudo de la mujer que le apuntaba con el arma, y se vio tentada a abrir la puerta y salir corriendo, pero estaba segura de que le dispararía por la espalda.Apretó los ojos y mordió fuerte cuando otro dolor ciego la invadió, no podía permitir que la llevaran, hubiera preferido morir en ese instante antes de ser violada por un enfermo, pero pensó en su hijo, en Mael, él tenía el derecho de vivir y no sería Elisa la que provocara algo que pudiera herirlo.—Es tu sobrino —le dijo Elisa como suplica y la mujer se limpió una lágrima con la punta de la pistola.—No veré a mi hijo probablemente en años, por tu culpa, ¿crees que ahora me importa realmente eso? —le apuntó con el arma a la cara cuando el helicóptero asomó por encima de los árboles y nubes de polvo enorme se alza
El charco de sangre que salía del cuerpo de Alexei se mesclaba con el líquido amniótico rojizo que salía de Elisa, y los fuertes dolores hacían que ella lanzara terribles gritos de agonía mientras trataba de presionar la herida sangrante del hombre.—Mirame —le dijo él a Elisa y ella esperó a que pasara el dolor para poder abrir los ojos —Tienes que ser valiente, Elisa —estaba demasiado pálido y sudoroso y cuando Elisa le acarició la mejilla notó que estaba terriblemente frio.—Vamos a estar bien —le dijo y lo tomó del mentón para que la mirara —dilo —Alexei negó con la cabeza.—Elisa ya no siento mis pies, ni el dolor —los ojos de Elisa se llenaron de lágrimas, eso no era una buena señal, así que señaló a Emanuel que estaba un metro más allá apuntando con el
6 Meses despues Ya habían pasado meses desde el acontecimiento y a Elisa aún le costaba dormir en la noche, despertaba en medio de pesadillas con el rostro transformado de Luna. Despertaba sudorosa de un salto cuando caía junto con ella del helicóptero, pero los brazos de Emanuel estaban ahí para abrazarla y decirle que la lucha ya había terminado, que ya estaban a salvo y que todo estaba bien, y cada vez las pesadillas se hacían menos frecuentes; Pero Elisa sabía que nunca se irían del todo, era el peso que tenía que cargar, cada decisión que había tomado en la vida la habían llevado a aquellos momentos, la habían llevado a sostener a su hijo entre sus brazos. La vida la había golpeado con fuerza, pero el bebé de cabello negro y de ojos azules que dormía pacíficamente sobre su regazo era el premio que le había dado por no rendirse. El bebé despertó con un amplio bostezo y la luz del sol que se colaban por las blancas cortinas le rozaban la suabe piel pálida. Elisa lo contempló con
Un bache en el camino hizo que Elisa se apretara con fuerza la prominente barriga que sobresalía del vestido, las esposas que le apretaban las muñecas estaban tan ajustadas que tenía las manos moradas. El auto aumentó la velocidad y Elisa luchó por mantener el equilibrio en la parte trasera. Se volvió hacia el frente, donde el hombre conducía con la vista puesta sobre la vía. —Entonces es usted —le dijo Elisa y logró ver de reojo como sonrió con malicia —Fue usted quien movió todos los hilos —él no contestó se aflojó la corbata únicamente —¿A dónde me lleva? —Desde que entraste por la puerta de las instalaciones del programa allí debí llevarte, Jamás volverás a ver un rostro conocido ni nadie será amable contigo nuevamente, te arrepentirás de haber escuchado la palabra CERBERO en tu vida —Elisa se acarició el vientre y se mordió el labio cuando la acometió una nueva contracción. —No creo arrepentirme de esto —el hombre rio. —Lo harás —una patada se vi
La cámara fue encendida, y una pequeña luz titilante anunció que su cara estaba siendo grabada. Provocando que Elisa se acomodara en la silla, sintiéndose sumamente incomoda, se cruzó de brazos protegiendo su cuerpo del frío que de repente le había entrado. El hombre, de piel blanca y cabello canoso, se sentó frente a ella y los separaba sólo una mesa de metal que estaba tan fría como el ambiente. El hombre sacó un bolígrafo y escribió en silencio apoyado en la superficie de la mesa. Elisa miró a todo los lados, la habitación era de color gris, sin ninguna ventana y con un fuerte olor a moho y polvo, un bombillo de luz blanca le daba al lugar un ambiente deprimente. —¿Comenzamos? —Pregunto el hombre de voz profunda, y le hizo dar un respingo sobre la silla. Asintió con la cabeza sin estar demasiado convencida y se apretó con más fuerza los brazos, —Señorita, cuál es su nombre completo. —Tras terminar de hablar se aclaró la garganta, puesto que tenía la boca sec
Cuando Elisa abrió se encontró con un hombre alto, calvo y fornido, tenía un traje oscuro con una corbata color rojo. Se mordió el labio inferior sintiendo que debía ser fuerte, si ese señor sería su esposo… se quedó perdida en su cavilaciones y salió del mar de pensamiento cuando él y le tendió la mano. Elisa la tomó con desconfianza y el hombre la apretó con fuerza. —Yo la llevaré hoy —Elisa se volvió hacia su madre, que estaba un metro más allá mirando al hombre con curiosidad y recelo, luego caminó hacia ella y le dio un abrazo tan fuerte que creyó romper su pequeño y menudo cuerpo. —Te amo —le dijo a modo de despedida, con los ojos cristalizados, sintiendo una fuerte ganas de llorar, y ella le dio la bendición, trazando una cruz dibujada entre su frente, sus hombros y el abdomen. —Llámame cuando te instales —le pidió y ella asintió, había prometido no llorar, pero se le estaba haciendo terriblemente difícil contener las lágrimas detrás de sus párpa
Elisa siguió al rubio por un largo pasillo del hotel, hasta que abrió una puerta que conducía a una sala enorme con miles de sillas acomodadas en mesas redondas con manteles de seda y floreros con flores rojas carmesí que ella no reconoció y miles de rosas adornando cada espacio.Había ventanas enormes que dejaban entrar la luz de la ciudad y llenaban el lugar con colores amarillentos y cálidos.Se quedó parada en la entrada sin querer dar un paso al frente. Emanuel caminó hasta la mesa donde estaban las bebidas y se sirvió en una copa una gran cantidad de algo que Elisa pensó era aguardiente, luego se mordió el labio, esa gente no tomaría aguardiente, lo más probable es que fuera vodka, whisky o cualquier otra cosa importada y muy cara.Un hombre muy alto, se acercó a Emanuel, lo abrazó y en medio de retortijones le dio muchos besos en las mejil
Ya era entrada la noche cuando Elisa comenzó a sentir que los tragos que le robaba a Emanuel comenzaron a golpearle la cabeza, veía borroso y a sentir el clásico mareo.Dejó la última copa en la mesa con todo el contenido, no se quería emborrachar, tenía muchas cosas en las que pensar como para andar por ahí creyendo que era la mejor bailarina.Hacía rato que no veía a Emanuel, así que dio con la mirada un repaso a todo el salón y lo encontró en el fondo, estaba sostenido del hombro del maestro de ceremonias, parecía muy ebrio.Con el paso más firme que fue capaz de disimular atravesó toda la pista de baile, chocando con algunas parejas que se contoneaban al ritmo de una canción de salsa que Elisa no logró reconocer y cuando llegó tuvo que sostenerse del brazo del hermano mayor de Emanuel que estaba con ellos, el hombre tení