La cámara fue encendida, y una pequeña luz titilante anunció que su cara estaba siendo grabada. Provocando que Elisa se acomodara en la silla, sintiéndose sumamente incomoda, se cruzó de brazos protegiendo su cuerpo del frío que de repente le había entrado. El hombre, de piel blanca y cabello canoso, se sentó frente a ella y los separaba sólo una mesa de metal que estaba tan fría como el ambiente.
El hombre sacó un bolígrafo y escribió en silencio apoyado en la superficie de la mesa. Elisa miró a todo los lados, la habitación era de color gris, sin ninguna ventana y con un fuerte olor a moho y polvo, un bombillo de luz blanca le daba al lugar un ambiente deprimente.
—¿Comenzamos? —Pregunto el hombre de voz profunda, y le hizo dar un respingo sobre la silla. Asintió con la cabeza sin estar demasiado convencida y se apretó con más fuerza los brazos, —Señorita, cuál es su nombre completo. —Tras terminar de hablar se aclaró la garganta, puesto que tenía la boca seca y la lengua se le quedaba pegada al paladar.
—Elisa… —dijo sumamente nerviosa y como temía, le salió en un tono bajo y rasposo —Elisa Valencia — ratificó y el hombre asintió, luego escribió en la planilla.
—Dígame, Elisa, ¿Sabes por qué hacemos esto? —preguntó y él asintió. Desde que había visto el anuncio en las noticias, Elisa tuvo la irresistible curiosidad de indagar al respecto, buscando en cada blog, en cada pequeño recóndito lugar de internet, que le diera la más mínima información al respecto, y su tenaz búsqueda de información le tenía allí, sentada frente a aquel hombre desconocido, y aunque sabía que esa podría ser la solución a todos sus problemas, no podía dejar de imaginar que le estaba vendiendo el alma al diablo.
—Están estudiando como una familia disfuncional, afecta directamente en el comportamiento violento de las personas —manifestó como un robot, nerviosa y rápido y el hombre sonrió recostándose en su silla.
—Parece que has investigado. —Elisa asintió, incapaz de pronunciar alguna palabra —C.E.R.B.E.R.O, es un proyecto de investigación que va a cambiar al mundo —continuó el hombre con una seguridad arrolladora. —Nuestro estudio pretende demostrar cómo una familia disfuncional afecta el desarrollo de cada individuo, convirtiendo a la persona en un organismo violento dentro de la sociedad, con traumas y altamente incapaz de servir a la comunidad, —Elisa sonrió mientras asentía con la cabeza, no le importaba nada de aquello, ni lo que el programa CERBERO tenía destinado para la humanidad, ni una charla de sociología mientras se moría de los nervios sentada en una incómoda silla. Ella sabía la única razón por la que estaba allí, y aunque le avergonzara pensarlo, el proyecto era lo único que podría sacarla del abismo en que se sentía atrapada, y no le importaba en lo más mínimo sobre qué se tratara mientras lograra salvarle la vida a su madre.
—Lo siento — se atrevió a interrumpirlo cuando se disponía a hablar sobre la psicología de los niños y como influyen las figuras paternas en su desarrollo, y la interrupción pareció molestar al hombre, que frunció por una milésima de segundo el entrecejo y luego regresó a su gesto frío y neutro.
—Sí, dígame, señorita —la instó, con una media sonrisa.
—¿Sí pagarán a los voluntarios por participar? —trató de no sonar desesperada, pero se le fue el aliento en cada palabra. El hombre cruzó lentamente las manos sobre la mesa y la miró con una expresión que Elisa no logró identificar.
—Bien, te explicaré cómo funciona esto, —Elisa asintió y trató de guardar silencio mientras el hombre comenzaba a explicarle —Si decides trabajar con nosotros, te haremos un par de entrevistas más, y basados en tus resultados, te buscaremos una pareja emocionalmente compatible, se casarán, y tendrán que vivir juntos durante un año completo—Elisa asintió, eso ya lo había investigado —Si después del año, los resultados de compatibilidad son positivos, se procederá a la crianza de hijos.
—¿Cuántos años durará la investigación? El hombre torció la cabeza.
—Todo depende de la crianza de cada bebé, esperamos termine en siete años, ocho con el primer año de compatibilidad —Elisa se frotó las manos sudorosas en el pantalón.
—El contrato de compatibilidad se puede terminar después del año, ¿cierto? —ya estaba sentada en el borde de la silla. El hombre se tomó un tiempo para contestar mientras miraba la planilla con expresión fría.
—Si la prueba de compatibilidad es negativa, sí, pero no pasará, por eso seleccionamos a parejas biológica y emocionalmente compatibles —Elisa se acomodó en la silla y cerró los ojos mientras respiraba. Solo tenía que aguantar un año, un año en que no tendría que preocuparse por la vida de su madre y en el que podría planear una solución a su patética y triste situación financiera.
—Bien, ¿Dónde firmó? —el hombre se frotó la manos.
—Primero hay que aclarar algunas cosas —volteó un par de hojas de la planilla que apoyaba en la mesa —Elisa se sintió más relajada, intranquila, pero relajada, sintió que una enorme presión se escapaba de sus hombros —Bien, en caso de que el año de compatibilidad sea exitoso, se procederá con los tratamientos de fertilidad de ser necesario—Elisa asintió con seguridad, seguro que eso no sería necesario.
—¿Con quién tendré que casarme? —El señor levantó la mirada de los papeles y esbozó una sonrisa amable.
—Después de tus evaluaciones, buscaremos un hombre con quien seas compatible, no te preocupes por eso, lo sabrás en un par de semanas — asintió, tenía tantos nervios que le temblaban las manos —entonces, ¿comenzamos? —Elisa no tuvo más remedio que asentir.
Tras el vidrio, oculto entre las sombras, un hombre de cabello rubio y ojos verdes que brillaron con aprobación meneó la mano en el aire al doctor que estaba a su lado, se ajustó la corbata y miró a Elisa una última vez.
—La quiero a ella —dijo y desapareció por la puerta.
Más tarde Elisa llegó a casa, observó la fachada humilde del lugar, las paredes tenían humedad y la pintura se caía a pedazos. ¿Cómo había sido capaz de hacer eso? ¿De entrar a ese experimento? Apenas entró, vio el pálido rostro de su madre y recordó por qué lo había hecho.
La diabetes de su madre le impedía trabajar, y los medicamentos y la dieta necesaria que la mantenían viva eran muy costosos y no le alcanzaba para tanto, ¿Acaso tenía otra opción?, casarse con un desconocido a cambio de la vida de su madre. La mensualidad que el programa CERBERO le pagaría sería suficiente para no preocuparse por eso, al menos por un año.
La mujer la recibió sin hacer demasiadas preguntas, Elisa ya estaba acostumbrada a salir a buscar trabajo a cualquier hora del día.
Esa noche recostó la cabeza en la almohada y no pudo dormir por el enorme vacío que se instaló en su pecho. Cuando despertó al día siguiente con el contrato del programa CERBERO preparado para firmar, el vacío se hizo más grande.
Una semana después, Elisa estaba sentada con su madre en la sala de la casa esperando atentamente el sonido de la puerta.
— Entonces — le dijo su madre — ¿vendrán a recogerte de tu nuevo trabajo como diseñadora en el periódico hoy? — Elisa asintió, odiaba mentirle a su madre, pero de lo contrario no le permitiría participar del programa y Elisa estaba dispuesta a lo que fuera por salvarla.
Dos fuertes golpes en la puerta las hicieron saltar del susto, y luego se miraron a los ojos, en un silencioso adiós.
Cuando Elisa abrió se encontró con un hombre alto, calvo y fornido, tenía un traje oscuro con una corbata color rojo. Se mordió el labio inferior sintiendo que debía ser fuerte, si ese señor sería su esposo… se quedó perdida en su cavilaciones y salió del mar de pensamiento cuando él y le tendió la mano. Elisa la tomó con desconfianza y el hombre la apretó con fuerza. —Yo la llevaré hoy —Elisa se volvió hacia su madre, que estaba un metro más allá mirando al hombre con curiosidad y recelo, luego caminó hacia ella y le dio un abrazo tan fuerte que creyó romper su pequeño y menudo cuerpo. —Te amo —le dijo a modo de despedida, con los ojos cristalizados, sintiendo una fuerte ganas de llorar, y ella le dio la bendición, trazando una cruz dibujada entre su frente, sus hombros y el abdomen. —Llámame cuando te instales —le pidió y ella asintió, había prometido no llorar, pero se le estaba haciendo terriblemente difícil contener las lágrimas detrás de sus párpa
Elisa siguió al rubio por un largo pasillo del hotel, hasta que abrió una puerta que conducía a una sala enorme con miles de sillas acomodadas en mesas redondas con manteles de seda y floreros con flores rojas carmesí que ella no reconoció y miles de rosas adornando cada espacio.Había ventanas enormes que dejaban entrar la luz de la ciudad y llenaban el lugar con colores amarillentos y cálidos.Se quedó parada en la entrada sin querer dar un paso al frente. Emanuel caminó hasta la mesa donde estaban las bebidas y se sirvió en una copa una gran cantidad de algo que Elisa pensó era aguardiente, luego se mordió el labio, esa gente no tomaría aguardiente, lo más probable es que fuera vodka, whisky o cualquier otra cosa importada y muy cara.Un hombre muy alto, se acercó a Emanuel, lo abrazó y en medio de retortijones le dio muchos besos en las mejil
Ya era entrada la noche cuando Elisa comenzó a sentir que los tragos que le robaba a Emanuel comenzaron a golpearle la cabeza, veía borroso y a sentir el clásico mareo.Dejó la última copa en la mesa con todo el contenido, no se quería emborrachar, tenía muchas cosas en las que pensar como para andar por ahí creyendo que era la mejor bailarina.Hacía rato que no veía a Emanuel, así que dio con la mirada un repaso a todo el salón y lo encontró en el fondo, estaba sostenido del hombro del maestro de ceremonias, parecía muy ebrio.Con el paso más firme que fue capaz de disimular atravesó toda la pista de baile, chocando con algunas parejas que se contoneaban al ritmo de una canción de salsa que Elisa no logró reconocer y cuando llegó tuvo que sostenerse del brazo del hermano mayor de Emanuel que estaba con ellos, el hombre tení
Elisa había estado sola todo el día en el departamento, deambulando por todos los rincones y visitando las demás habitaciones que estaban completamente vacías, excepto por un enorme cuarto lleno de máquinas para hacer ejercicio, ¿de qué otra forma Emanuel tendría ese cuerpazo? Si no hubiera sido por el malestar que tenía, le hubiera gustado hacer un par de sentadillas.Por más que buscó, no pudo hallar una cama extra, ni siquiera un mueble en el que pudiera pasar la noche, ¿Tendría que dormir con él? Claro que sí, eran esposos…de mentiras.Después de darse una ducha y comprobar que había miles de combinaciones para que saliera el agua, se puso la ropa más bonita que encontró en su maleta, luego se dispuso a organizar el lugar. La habitación principal estaba llena de ropa de Emanuel tirada por todas partes, y tardó med
Elisa despertó de un sobre salto y por un momento no reconoció donde estaba. Se sentó en el mueble con los ojos aún entrecerrados por el sueño y el corazón le palpitó con fuerza. Miró alrededor y cuando todo volvió a su mente dejó escapar el aliento, casi se había puesto a gritar.Se miró el cuerpo, estaba cubierta con una cobija gruesa y muy suave que la mantenía calentita, también había una almohada en el sillón donde había reposado su cabeza. Cuan do se fue a dormir esas cosas no estaban ahí, ¿Las habría traído Emanuel?Escuchó un golpe que venía del segundo piso, uno igual la había sacado del sueño extraño que estaba teniendo. Bajó del mueble y caminó despacio hacia el origen de los ruidos, subiendo las escaleras tratando de hacer el menor ruido posible. Cuando llegó
En el ascensor Elisa trató de guardar la calma, la conversación con aquel hombre le había dejado los nervios de punta y el corazón acelerado, la idea de encontrar a Emanuel con su secretaria en el armario le dio un terrible mal genio; Se supone que estaban casados, y aunque fuera una farsa, ella haría respetar su imagen. No podía andar por ahí y que todos la miraran con lástima porque su esposo se acostara con la secretaria.Noel la miraba con los ojos abiertos a través del espejo del ascensor.—Muy lindo tu hermano —le dijo ella y él se encogió de hombros.—Lamentablemente no se puede escoger la familia —dijo él seco —es un idiota que hace lo que sea por incomodar a los demás, sobre todo a Emanuel, y tu siendo tu esposa…—Me dijo que estaba con su secretaria en el armario —le interrumpió y Noel soltó un
Después del casi beso que Emanuel pretendió intentar darle a Elisa, las cosas en la casa se habían puesto extrañamente tensas; Emanuel había dejado de gritarle, más bien, había dejado de hablarle. La ignoraba como si fuera un mueble más de la casa y ella no había hecho el menor intento por entablar conversación. Ya había pasado una semana desde el encuentro con los inversionistas y el ambiente se encontraba aparentemente en calma, pues nadie había dicho nada al respecto, tampoco es que Elisa saliera mucho de casa, y tampoco tenía el número telefónico de nadie para llamar y preguntar, pero por dentro los nervios comenzaban a jugarle una mala pasada. Una noche en la que Emanuel llegó más temprano de lo usual y se puso a trabajar en el mueble frente el enorme televisor que Elisa jamás había logrado encender, ella se sentó al lado en un silencio brutal, incluso no se atrevió a respirar demasiado fuerte para no alterar el volátil genio del hombre que explotaba con la más
La mujer entró al departamento hecha una furia, y casi arrolla con su cuerpo el menudo esqueleto de Elisa que se había quedado paralizada en la puerta. Cuando su madre entró, cerró despacio y le dio la cara, pero el periódico que traía la mujer en la mano se estrelló en su rostro.Elisa alcanzó a agarrarlo antes de que cayera al suelo y miró la página donde aparecía ella con el perfecto vestido de novia en primera plana.—¡Pensate que no me daría cuenta? —le gritó su madre y ella no supo que decir —rezaba todas las noches para que te fuera bien en tu supuesto trabajo, me levantaba temprano a seguir rezando porque era la oportunidad de tu vida —abrió las manos enseñando todo el lugar —pero veo que no necesitas ya ninguna plegaria.—Mamá dejame explicarte —le dijo ella pero la mujer la calló con un m