40. Un hombre altruista.

Ya había pasado una semana, toda una semana en la que Elisa había perdido horas de trabajo por estar pendiente de el pequeño aparato que Alexei les había dejado, y había comprobado en más de una ocasión que el señor Boris Ludeo era un pervertido asqueroso que llevaba mujeres a su oficina para morbosearlas y proponerles cuanta cosa pasaba por su cabeza, pero el maldito hombre era muy cuidadoso a la hora de hablar con sus trabajadores.

En una ocasión a Elisa casi se le sale el alma al escuchar la voz del hombre calvo con el tatuaje hasta la oreja, eso hacía su teoría mucho más sólida, pero en esa ocasión los hombres hablaban sobre como meter al país un contrabando de telas sin que la aduana se enterara. La pequeña empresa de transportes de insumos no era más que la fachada para enviar drogas

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