Emanuel se rascó la cabeza, las cosas no estaban saliendo como él pensaba y los números no daban , ¿de dónde había salido ese dinero? Llevaba más de una hora revisando cada ingreso y tal cantidad de dinero no aparecía en los registros, sólo estaba y ya.
La solución más lógica sería preguntarle a su padre si sabía algo al respecto, ya que era la primera vez que Emanuel entraba a revisar directamente los ingresos de la organización, ya que Eduardo era el encargado y muy celoso administrador de aquella información, y aunque Emanuel tenía total acceso nunca lo había necesitado hasta ese momento, ya que necesitaba ver los ingresos para hacer unas proyecciones para su proyecto, pero no le apetecía tener que caminar por toda la empresa hasta la oficina de su padre y darle la cara de
Elisa despertó y un fuerte dolor de cabeza la cometió en el instante en que abrió los ojos. No pudo ver más allá de su nariz porque una capucha de tela oscura le impedía la visión, pero el tejido tenía separaciones y logró ver un lugar oscuro iluminado únicamente por una tenue luz amarilla, no logró ver más allá.En el fondo oía voces, lejanas, como el murmullo del agua de una quebrada, y poco a poco se fueron aclarando como una radio mal sintonizada hasta que pudo entender lo que decían, pero no las comprendía.—No —decía un hombre —si salimos por ahí podríamos alertar a las autoridades de Ecuador, yo opino que vayamos por las trochas hacia Venezuela y de ahí a Brasil, allá hay varios compradores q
La noticia había explotado como una bomba nuclear por todos los noticieros y las redes, y tanto había sido el furor de los acontecimientos que el mismo detective Pérez había tenido que dar el informe público del caso.Elisa estaba recostada en el pecho de Emanuel viendo la televisión, estaban arrumados en el sofá envueltos con la cobija gruesa y el hombre la tenía abrazada con fuerza.—Los acontecimientos han sido bastante complejos y devastadores para ambas familias —decía el detective —han sido unos meses de incertidumbre y zozobra que no serán fáciles de olvidar; Pero por suerte ninguna de las víctimas de esta historia ha perdido la vida y todos pueden contar con que la policía nacional de Colombia garantizará la seguridad de cada habitante de este país con la misma eficiencia que en esta ocasión. Boris Ludeo, sindicado de trafico de estu
El mes de plazo había acabado y Emanuel había dejado hasta el último instante para dejar el departamento. Varias personas se asomaron por los balcones para ver como el camión de la mudanza se llevaba las pocas pertenencias que tenía la pareja en el lugar. A Elisa le pareció que era un camión muy grande para las pocas cosas que tenía el hombre, tanto, que más de la mitad del espacio lo ocupaba el sofá y las cosas del gimnasio.Elisa empacó sus cosas en dos cajas, en una toda la ropa que le había regalado Emanuel y en la otra el resto de sus pertenencias, que no era mucho en realidad.Estaba de pie tras el camión comprobando que el trabajador ajustara bien las cosas para evitar daños cuando Emanuel la abrazó por la espalda y le besó el cuello.—Será un nuevo comienzo —le dijo y Elisa asintió, las últimas semanas se hab&ia
Noel había estado evitando el problema desde hacía varias semanas, creyó que él sólo podría combatir contra el nudo, pero Elisa tenía razón, no solo no podría solo, no tendría que hacerlo.La noche de su primera terapia Boris había secuestrado a Elisa y todo se había ido a la borda después de eso, así que salió corriendo cuando ya estaba frente a las puertas del lugar y no había tenido el valor para volver a agendar la cita hasta que la misma doctora fue quien lo llamó para preguntar si seguía interesado y se obligó a si mismo a decir que sí, y ahora estaba ahí parado junto a la puerta con los pies como dos plomos contra el suelo.Empujó la puerta despacio y entro al salón, que resultó ser una oficina de, como diría Elisa, colores cálidos y acogedora. Había un enorme sillón c&
Elisa había despertado temprano esa mañana, había pasado la noche casi en vela y Emanuel más de lo mismo. Boris había sido asesinado y nadie sabía ciertamente quien o por qué.—¿Cómo es que alguien entra y mata a un hombre en la cárcel y nadie lo ve? —le preguntó en medio de la noche a Emanuel y él respiró profundo.—Tal vez fue otro reo —Elisa asintió, era muy posible —Él dijo que contaría toda la verdad, muy seguramente alguien no quería que se supiera esa verdad.—¿Alguien como tu padre? —Elisa sintió que negó con la cabeza.—No creo que papá llegue hasta allá —Elisa se irguió en la cama y lo miró, a pesar de que la oscuridad impregnaba el lugar, percibía la silueta del hombre a su lado.—Él quería ma
Todos se pusieron de pie cuando Eduardo avanzó hacia la oficina, tenía una sonrisa de lado que enfureció a Elisa, como si hubiera esperado ese momento hacía meses.—¿De qué habla? —le preguntó Noel y el hombre movió la mandíbula antes de contestar.—Así como lo oyes, quiero que empaques tus cosas y te largues de Ciusta —Luis lo señaló con el dedo tembloroso.—Noel es dueño de esta empresa también, no lo puede despedir.—Si, sí puedo, es más, ya lo hice. Como el CEO de esta organización puedo despedir a cualquier empleado sin importar si es accionista o no. —Elisa miró a Emanuel, el hombre permanecía bastante relajado con las manos en los bolsillos, ¿Qué le pasaba? ¿Por qué no defendía a su amigo?—¡No me importa que us
Elisa caminó despacio hasta la sala y dejó el bolso junto a la mesita de centro. Emanuel la miraba sin perder cada uno de su movimientos.—Llegas temprano —le dijo y él no contestó —¿pasó algo? —él asintió.—¿Dónde estabas? —le preguntó y ella sonrió nerviosa.—Con mamá —él tomó uno de los cojines del mueble y lo lanzó con fuerza hacia Elisa y golpeó el respaldo a su lado.—¡No me mientas! —le gritó y Elisa se encogió en el lugar —cuando solicitaste el taxi en la aplicación me llegó la notificación, ¿recuerdas que está con mi tarjeta de crédito? Te dije que dejaras lo de CERBERO en paz.—¿Por qué? —le preguntó ella poniéndose de pie.—Porque así e
Elisa despertó entre los brazos de Emanuel, el hombre la abrazaba por detrás y tenía la cálida y enorme mano sobre el vientre de Elisa. Miró el reloj, eran las seis de la mañana y él aún seguía en la cama.—¿No vas a trabajar hoy? —le preguntó y él como única respuesta la abrazó con más fuerza. Elisa cerró los ojos, no quería levantarse de ahí, quería quedarse en esa cama por siempre.—¿Confías en mí, Elisa? —le preguntó y ella se volteó para mirarlo, sus narices se rozaron y los alientos se cruzaron.—Claro, ¿Por qué lo preguntas? —él bajó la mirada y con la yema de los dedos comenzó tocar el mentón de ella.—Me lo dijiste ayer, que como podías confiar en mi si ni siquiera era honesto conmigo mismo &