50. La curiosidad...

Todos se pusieron de pie cuando Eduardo avanzó hacia la oficina, tenía una sonrisa de lado que enfureció a Elisa, como si hubiera esperado ese momento hacía meses.

—¿De qué habla? —le preguntó Noel y el hombre movió la mandíbula antes de contestar.

—Así como lo oyes, quiero que empaques tus cosas y te largues de Ciusta —Luis lo señaló con el dedo tembloroso.

—Noel es dueño de esta empresa también, no lo puede despedir.

—Si, sí puedo, es más, ya lo hice. Como el CEO de esta organización puedo despedir a cualquier empleado sin importar si es accionista o no. —Elisa miró a Emanuel, el hombre permanecía bastante relajado con las manos en los bolsillos, ¿Qué le pasaba? ¿Por qué no defendía a su amigo?  

—¡No me importa que us

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