Elisa había despertado temprano esa mañana, había pasado la noche casi en vela y Emanuel más de lo mismo. Boris había sido asesinado y nadie sabía ciertamente quien o por qué.
—¿Cómo es que alguien entra y mata a un hombre en la cárcel y nadie lo ve? —le preguntó en medio de la noche a Emanuel y él respiró profundo.
—Tal vez fue otro reo —Elisa asintió, era muy posible —Él dijo que contaría toda la verdad, muy seguramente alguien no quería que se supiera esa verdad.
—¿Alguien como tu padre? —Elisa sintió que negó con la cabeza.
—No creo que papá llegue hasta allá —Elisa se irguió en la cama y lo miró, a pesar de que la oscuridad impregnaba el lugar, percibía la silueta del hombre a su lado.
—Él quería ma
Todos se pusieron de pie cuando Eduardo avanzó hacia la oficina, tenía una sonrisa de lado que enfureció a Elisa, como si hubiera esperado ese momento hacía meses.—¿De qué habla? —le preguntó Noel y el hombre movió la mandíbula antes de contestar.—Así como lo oyes, quiero que empaques tus cosas y te largues de Ciusta —Luis lo señaló con el dedo tembloroso.—Noel es dueño de esta empresa también, no lo puede despedir.—Si, sí puedo, es más, ya lo hice. Como el CEO de esta organización puedo despedir a cualquier empleado sin importar si es accionista o no. —Elisa miró a Emanuel, el hombre permanecía bastante relajado con las manos en los bolsillos, ¿Qué le pasaba? ¿Por qué no defendía a su amigo?—¡No me importa que us
Elisa caminó despacio hasta la sala y dejó el bolso junto a la mesita de centro. Emanuel la miraba sin perder cada uno de su movimientos.—Llegas temprano —le dijo y él no contestó —¿pasó algo? —él asintió.—¿Dónde estabas? —le preguntó y ella sonrió nerviosa.—Con mamá —él tomó uno de los cojines del mueble y lo lanzó con fuerza hacia Elisa y golpeó el respaldo a su lado.—¡No me mientas! —le gritó y Elisa se encogió en el lugar —cuando solicitaste el taxi en la aplicación me llegó la notificación, ¿recuerdas que está con mi tarjeta de crédito? Te dije que dejaras lo de CERBERO en paz.—¿Por qué? —le preguntó ella poniéndose de pie.—Porque así e
Elisa despertó entre los brazos de Emanuel, el hombre la abrazaba por detrás y tenía la cálida y enorme mano sobre el vientre de Elisa. Miró el reloj, eran las seis de la mañana y él aún seguía en la cama.—¿No vas a trabajar hoy? —le preguntó y él como única respuesta la abrazó con más fuerza. Elisa cerró los ojos, no quería levantarse de ahí, quería quedarse en esa cama por siempre.—¿Confías en mí, Elisa? —le preguntó y ella se volteó para mirarlo, sus narices se rozaron y los alientos se cruzaron.—Claro, ¿Por qué lo preguntas? —él bajó la mirada y con la yema de los dedos comenzó tocar el mentón de ella.—Me lo dijiste ayer, que como podías confiar en mi si ni siquiera era honesto conmigo mismo &
Cuando Emanuel llegó esa tarde a la casa Elisa lo estaba esperando en la barra de la cocina, el hombre entró y le sonrió al ver la comida que la muchacha había preparado. Había pollo frito ensalada dulce y varias cosas que Emanuel no pudo adivinar qué era pero que se veían deliciosas.—¿Y esto? —preguntó y Elisa le sonrió ampliamente.—Bueno, hoy quería hacer una cena especial, hace rato que no pasamos tiempo juntos que no sea en la cama, y no solo durmiendo —ambos rieron y él se acercó tomándola de la cadera y atrayéndola.—Si no te conociera diría que me pedirás algo —Elisa le apartó la mirada.—Hice jugo de maracuyá —Emanuel la tomó del mentón e hizo que lo mirara.—Dime —Elisa hizo un gesto gracioso con los labios.—Se supone qu
Alexei y Noel se habían retirado temprano, y Elisa no pudo preguntarles cómo iba su relación, pero al parecer las cosas estabas saliendo bien para los dos hombres, Elisa notaba en ellos una compenetración que no había antes, y ambos tenían un aura especial que la hizo sentir bastante cómoda en su presencia, todo lo contrario de Emanuel y Luis que, aunque habían dejado de discutir, seguían tensos revisando las cuentas de la empresa y todos los problemas.Elisa no entendía mucho de aquello, así que se fue a la cama después de las diez de la noche y cuando despertó en la mañana Emanuel ya no estaba. Mientras se duchaba recordó que el hombre pensaba decirle algo, ¿Qué sería? La llegada inesperada de los demás lo había interrumpido. Pues lo que hubiera sido tendría que esperar.Se encontró con Alexei en una cafeterí
—¿Qué voy a hacer? —preguntó Elisa en medio del llanto. Estaban sentados en la banca del parque donde Elisa charló con la paloma y Alexei le acariciaba la espalda en silencio, estaba más en shokc que Elisa, con la mirada puesta el suelo y el rostro pálido.—Hay que hablar con él, así saldremos de dudas —le dijo él y Elisa lo golpeó en la pierna.—¿Qué otra prueba quieres? —le dijo y se secó las lágrimas de la cara en dos manotadas fuertes —él me compró —Alexei sacudió la cabeza.—Me niego a creerlo —Elisa lo miró con fastidio.—Entonces eres un ingenuo —él iba a contestar, la cara se le puso roja y ya la había señalado en el dedo, pero el teléfono lo interrumpió.—Aló —contestó y Elisa logr&oac
Cuando Elisa salió a la calle una lluvia constante azoraba la ciudad, y no le importó mojarse mientras caminaba, es más, lo deseó. Deseó que el frio le quitara el dolor y el miedo. Ese abundante sentimiento que comenzaba a sentir con tanta constancia que ya casi formaba parte de su realidad, de su vida diaria.Caminó por las calles lluviosas y solitarias conteniendo las ganas de derrumbarse, ¿Cómo había llegado hasta ese punto? ¿sería capaz de perdonar a Emanuel? si el problema únicamente fuera que la había comprado podía entenderlo, él no la conocía, y solo buscaba una esposa por apariencia, pero, ¿Cómo podía perdonarle que trabajar en un negocio tan ruin y sucio? ¿Como le perdonaría que por su pulpa esa mujer vivía en una pocilga temiendo constantemente por su vida y que Laura hubiera perdido a su amiga? Elisa pudo haber s
Elisa no podía decidir si lo que estaba a punto de hacer era una buena idea, trató de imaginar las consecuencias y sobre pensó cada decisión que estaba a punto de tomar. Era algo que la Elisa normal nunca hubiera hecho, era inconsciente y sin cabeza, pero lo que quería hacer no solo la afectaría a ella, sino también a su madre y mucho más directamente a Emanuel. ¿Serías capaz de hacerle eso? Pensó mientras se duchaba, pero él la había comprado, y había arruinado la vida de cientos si no miles de personas patrocinando un programa de muerte.Se miró el vientre por donde escurría el agua tibia y una muy pequeña patadita asomó por sobre la piel, y Elisa tuvo que contener el llanto. A veces deseaba retroceder el tiempo y nunca haber ido a esa casa de esterilla y bareque. Allá había dejado un pedazo de sí misma y no creía ser capa