Los tres estaban sentados en la cafetería de la empresa, cada uno tenía enfrente un vaso de café que estaba completamente intacto.
—Es bastante obvio, ¿no? —dijo Elisa —Ese tal Boris tenía problemas con Eduardo y por eso se fue de la empresa, ahora está intentando vengarse.
—Es muy raro —Emanuel meneó la cabeza y dio un sorbo al vaso de café que debería estar frío —él vendió las acciones porque tenía mejores negocios en el extranjero y se fue del país —Elisa se encogió de hombros.
—Pues yo no sé nada sobre los asuntos de la empresa, pero es lo único que tiene sentido.
—¿Qué pudo haber he
Elisa estaba sentada en la barra de la cocina esperando que Emanuel terminara la llamada. Estaba tan nerviosa que mejor sacó su celular y comenzó a realizar un dibujo en la aplicación que tenía de arte y cuando lo terminó le pareció lo suficientemente bonito como para subirlo a la red, pero cuando abrió la aplicación dejó caer el celular sobre la barra; tenía tantas notificaciones que el número no cabía en en el indicador, y cuando entró a la sección de notificaciones comprobó que sus ilustraciones estban llenas de miles de comentarios y me gusta. Cuando entró a su perfil dejó caer el celular nuevamente, tenía más de cuatro millones de seguidores. Elisa sacudió la cabeza y se alejó del celular, luego regresó, necesitaba comprobar que no estuviera viendo el perfil de alguien más, pero efectivamente era el suyo. Emanuel llegó con la noticia que Elisa había estado esperando y cuando la vio frenó en seco.
El hombre avanzó hasta ella con paso decidido.—¡Corre! —le gritó una de las voces en su oído.—¡Golpealo!—¡Golpealo y corre! —Elisa se quitó el auricular disimuladamente, la tenían estresada y nerviosa.—¿Qué está haciendo usted aquí? —le preguntó el hombre y Elisa se cubrió los ojos con la mano.—¿Podría alejar esa linterna de mi cara? —le dijo y él apuntó hacia otro lado.—¿Qué hace usted aquí? —Elisa lo miró, la luz rebotaba en la pared y reflejaba un rostro anch
Ya había pasado una semana, toda una semana en la que Elisa había perdido horas de trabajo por estar pendiente de el pequeño aparato que Alexei les había dejado, y había comprobado en más de una ocasión que el señor Boris Ludeo era un pervertido asqueroso que llevaba mujeres a su oficina para morbosearlas y proponerles cuanta cosa pasaba por su cabeza, pero el maldito hombre era muy cuidadoso a la hora de hablar con sus trabajadores.En una ocasión a Elisa casi se le sale el alma al escuchar la voz del hombre calvo con el tatuaje hasta la oreja, eso hacía su teoría mucho más sólida, pero en esa ocasión los hombres hablaban sobre como meter al país un contrabando de telas sin que la aduana se enterara. La pequeña empresa de transportes de insumos no era más que la fachada para enviar drogas
La mañana siguiente habían llegado a la oficina bien temprano, Elisa tenía mucho que hacer con Noel y Emanuel tenía que desatrasarse de todo lo que no había hecho el día anterior.Cuando llegaron a la empresa Noel ya los estaba esperando sentado en los muebles y cuando los vio los señaló desde lo lejos.—¿Qué son estas horas? —les preguntó y Emanuel miró su reloj.—Apenas son las siete y media —Noel le lanzó un periódico que tenía en la mano y tomó a Elisa arrastrándola de la muñeca y llevándosela.—Hay mucho que hacer —le dijo en cuanto subieron al auto —hay que escoger la modelo, buscar el lugar d
Había sido complicado explicar a la policía de donde se habían obtenido las grabaciones; Al final optaron por contar desde la llamada anónima, la casa abandonada y las grabaciones de ciusta que los llevaron hasta Boris Ludeo.Elisa y Emanuel estaban sentados en las bancas del comedor junto a la barra americana y el detective del caso paseaba frente a ellos con la cara roja y moviendo con fuerza las manos.—Invasión en propiedad privada, derecho a la intimidad, los podría hacer meter a la cárcel por obstrucción a la justicia —los regañaba y Elisa comenzaba a sentirse realmente incómoda y frustrada. Ya no eran unos niños, sabían exactamente a qué se enfrentaban cuando comenzaron todo, y no iba a permitir que un hombre la tratara mal por haber hecho el trabajo qu
La mañana había comenzado ajetreada para Elisa y Noel. Habían llegado temprano al sitio de grabación, que era una bodega con buena iluminación y lo suficientemente amplia, pero cuando entraron por la puerta Noel casi deja caer todos los papeles que llevaba encima al comprobar que el set aún no estaba montado, y pasaron gran parte de la mañana organizando el lugar, poniendo cada luz en su lugar y llenando los estantes de los diferentes productos falsos y haciendo que todo pareciera lo suficientemente real, y para cuando todo estaba listo para grabar ya había pasado el mediodía.—¿Cómo va todo? —le preguntó Elisa mientras terminaban de comer el refrigerio que Noel había mandado traer para el equipo de trabajo.—Bien —dijo como única respuesta
Emanuel se rascó la cabeza, las cosas no estaban saliendo como él pensaba y los números no daban , ¿de dónde había salido ese dinero? Llevaba más de una hora revisando cada ingreso y tal cantidad de dinero no aparecía en los registros, sólo estaba y ya.La solución más lógica sería preguntarle a su padre si sabía algo al respecto, ya que era la primera vez que Emanuel entraba a revisar directamente los ingresos de la organización, ya que Eduardo era el encargado y muy celoso administrador de aquella información, y aunque Emanuel tenía total acceso nunca lo había necesitado hasta ese momento, ya que necesitaba ver los ingresos para hacer unas proyecciones para su proyecto, pero no le apetecía tener que caminar por toda la empresa hasta la oficina de su padre y darle la cara de
Elisa despertó y un fuerte dolor de cabeza la cometió en el instante en que abrió los ojos. No pudo ver más allá de su nariz porque una capucha de tela oscura le impedía la visión, pero el tejido tenía separaciones y logró ver un lugar oscuro iluminado únicamente por una tenue luz amarilla, no logró ver más allá.En el fondo oía voces, lejanas, como el murmullo del agua de una quebrada, y poco a poco se fueron aclarando como una radio mal sintonizada hasta que pudo entender lo que decían, pero no las comprendía.—No —decía un hombre —si salimos por ahí podríamos alertar a las autoridades de Ecuador, yo opino que vayamos por las trochas hacia Venezuela y de ahí a Brasil, allá hay varios compradores q