Al día siguiente, Ellie estaba muy emocionada por la reunión que tendría en casa de su cuñada. Pasó la mayor parte de la mañana haciendo los arreglos necesarios. A Steve le había tocado trabajar y saldría muy tarde a causa del fastidioso cierre de mes. Llamó por teléfono a su esposa cerca del mediodía para explicarle su situación y la animó a ir a la cena y divertirse un rato. Él, por su parte, buscaría descansar en su casa luego de una larga semana. Ellie comprendía bien la situación de Steve y, sin pensarlo dos veces, le dijo: “No hay problema, amor. Te entiendo perfectamente. Esta semana fue muy larga para ti, estuviste llegando casi hasta las 9 todos los días. La verdad, sí te mereces un descanso; solo quiero que me ayudes a echarle un ojo a los gatos. Ya limpié los areneros, les dejé comida y sus juguetes cerca; no deberí
El hombre sentado en el sillón al fin despertó. Debido al horario de verano, a pesar de ser las 7 p. m. la luz del sol iluminaba el interior de su casa como si fuera mediodía. Lo primero que hizo fue acomodarse en el reposet mientras bostezaba y se tallaba los ojos con los dedos anular y pulgar de la mano derecha. Al poner los pies desnudos en el piso, específicamente sobre la cerveza seca, se percató de inmediato de que estaba pegajoso. Se inclinó un poco para averiguar de qué se trataba y, con gran tristeza, vio la lata de cerveza con un poco de líquido aún fresco a su alrededor. Recordó súbitamente todo lo que había hecho ese día y llegó a la conclusión de por qué se había derramado la bebida en el suelo; dio una bocanada de aire y se dijo a sí mismo: “¡Chin… me quedé dormido y se me cayó!”. A continuación, se
Durante la primera media hora de su recorrido, Gato se detuvo cada 5 minutos para intentar cazar a cada mosquito o cucaracha que se le atravesaba. Estos provenían de unos ductos localizados en las pendientes cada 50 metros, de donde salía un agua color café con un pésimo olor. Otras veces, el minino se detenía y maullaba por ayuda, pues tenía mucha hambre. Eso siempre le funcionaba en su casa, pero no aquí, en tierra de nadie. Cuando llegó debajo de un puente, una extraña criatura, que daba graciosos saltos para avanzar, captó su atención. Gato solo le miraba la espalda, pero notó que brincaba de izquierda a derecha, se detenía y hacía “croac”. El felino empezó a perseguirla lentamente; la criatura siguió su marcha, se detuvo y volvió a emitir un extraño sonido. Esta vez, Gato observó que cuando el animal hacía “croac”, s
. No obstante, se acercó a la bolsa. El sujeto empezó a lanzar patadas desesperadamente, al tiempo que gritaba: “¡Aléjate, gato feo! Fifí, Fofo, ¡ayúdenme!”. Los perros seguían tan concentrados en su manjar que hicieron oídos sordos a sus súplicas. Gato solo se inclinó un poco para esquivar las patadas, porque el hombre tiraba a matar, pero su temor evitaba que diera en el blanco. Por eso, al gatito le fue fácil seguir avanzando hasta llegar a un costado del sujeto, quien se sobresaltó un poco al verlo olfatear el suelo en busca de un pedazo de chicharrón. Enseguida jaló con fuerza las correas de los canes, provocando que ambos cayeran de espaldas, gimiendo de dolor. Al intentar reincorporarse, Fifí advirtió al intruso a un metro de distancia de ellos. Empezó a ladrar enérgicamente y, sin dudarlo un instante, se lanzó contra Gato. Fofo
De pronto, un grito en lenguaje humano hizo que el inmenso perro se detuviera en seco; volteó a la derecha e irguió su cuerpo lo más que pudo. Gato reaccionó asustado por la voz humana y, agazapándose en tres patas, giró la vista en dirección a la voz. Se trataba de una mujer ya entrada en años, con un raro color de cabello que el minino jamás había visto. Era rojo y estaba retorcido en grandes círculos, lo cual le recordó al pelo de Steve. Sin embargo, se parecía más a un extraño tapete de un animal rojo, con patas, orejas y parte del hocico negros, que Steve conservaba como uno de sus más grandes tesoros. La mujer vestía un conjunto deportivo afelpado color rosa. Gato nunca había visto a una persona tan flaca como esa; tenía el rostro tan arrugado que le fue imposible apreciar bien sus facciones. La mujer gritó alegremente al ver al perro: &ld
Cierto día, a las 9 de la mañana. Un grupo de 10 camionetas tipo pick up con las siguientes leyendas en las puertas, CACF MTY, se estacionaron en diferentes puntos del parque. Un grupo de hombres vestidos con camisa azul y pantalón negro descendieron en pares de los vehículos. Algunos llevaban consigo enormes jaulas con otras jaulas pequeñas en su interior, y otros un enorme palo con un lazo y una bolsa misteriosa en un extremo. Armando y John Brown estaban entre ellos. Todos se reunieron en el árbol central, donde los esperaba una mujer morena con el cabello recogido tipo cebolla; tenía grandes ojos verdes, sensuales labios rojos y una nariz fina. Vestía un traje negro tipo ejecutivo, con una camiseta blanca debajo del saco. Una vez que los hombres se acercaron, les dijo:—Sean bienvenidos a la colonia Residencial Nueva Nova. Mi nombre es Judith Schneider, soy la presidenta de la mesa de vecinos.&
—Steve, si siempre te he dicho que no dejes la puerta abierta, ¿por qué lo hiciste? —preguntó Ellie.—Pe, pero yo atranqué bien la puer… —repuso Steve cabizbajo, sentado en el sillón. —No friegues, Steve, salgo un par de horas, llego a la casa ¿y qué encuentro? Sangre en el porche, a Peluso herido, el piso pegajoso y, para acabar, no encuentro a Gato por ningún lado. ¿Acaso me quieres fregar? ¿Hice algo malo? ¡Te dije que los cuidaras!—No, yo... —contestó su esposo volteando a verla.—¡Te la bañaste, Steve, no tienes ma…! —exclamó Ellie al tiempo que se cubría el rostro y estallaba en llanto.—Pe, pero yo atranqué bien la puerta —volvió a decir el hombre y se puso de pie para tratar de consolarla.Las cosas entre Steve y Ellie estuvieron muy tensas
El extraño hombre volvió a dirigirle unas palabras a Gato:—Por favor, termina tus alimentos. El teniente Max y yo tenemos que reponer energías. Descansaremos un rato porque en la tarde inicia lo más intenso de la jornada. Supongo que tienes una infinidad de preguntas... ¡hasta el rato, mi buen amigo!El anciano se puso de rodillas, movió varios objetos del espacio rectangular que estaba a la derecha y, al finalizar, se recostó de tal forma que su torso quedó sobre la plataforma y sus pies en el espacio rectangular. Max ladró amistosamente, le dio la espalda a Gato y se acurrucó a un lado del hombre, quien, con una lona que usaba a modo de capa, cubrió el cuerpo del teniente y a sí mismo; pronto, ambos cayeron profundamente dormidos. El minino observó todo esto sin siquiera parpadear; luego, tras cerciorarse de que realmente dormían, se acercó sigilosamente a l
La noticia que le dio el hombre gordo causó un sentimiento de malestar muy grande en Ellie, pero a la vez le dio algo de esperanza al saber que Gato quizá había sido capturado por la perrera municipal y estaba ahí. Sin perder más tiempo, después de articular sus ideas, subió a su auto y condujo en dirección al CACT, diciéndose a sí misma: Gracias a Dios, es sábado. Hoy trabajan hasta las 12 del día y apenas son las 7:45, ¡sí! En menos de 10 segundos aceleró de 0 a 100 kilómetros, la máxima potencia que ofrecía su vehículo. Salió del parque para tomar la calle del arroyo en dirección al norte, esquivando los pocos carros que había a diestra y siniestra. Algunos conductores atrevidos le gritaban toda clase de cosas: “¡Maldito borracho de pacotilla!”, “¡Estúpido, excedes el límite de