Mia RedfordCuando escuché sus palabras, sentí algo recorrerme de pies a cabeza, era una electricidad que me puso la piel erizada. Sus ojos oscuros se dilataron. Entre abrió sus labios para tomar aire. Realmente lo deseaba, pero no quería estar encima de él cada cinco minutos, tenía que llevármela tranquila o lo abrumaría. —Bien, entonces te diré...Michael. —O las demás también están disponibles. —sonrió, esa sonrisa le bajaría las bragas a cualquiera. —Bien, depende de la ocasión las usaré. —Luego me repuse— ¿De qué hablaremos del contrato?—se tensó visiblemente. — ¿Meterás más cláusulas o algo?—Podemos...terminarlo. —arqueé una ceja. — ¿Y mi padre?—pregunté intentando no mostrar mi emoción. —Solo llevamos un día casados, Michael. —Podría perdonar su deuda. —su cara era de seriedad. —Pero...tú te quedarías conmigo. —Estoy contigo. —arrugué mi ceño. — ¿No lo ves? A menos que sea un holograma y...—detuve mi broma cuando él se enderezó –estaba recargado en el marco de la puerta d
Michael RedfordAtlantic City, New JerseyCasinos Redford “Te quiero a ti, Michael” El solo repetir su voz en mi cabeza diciendo esas palabras, me estremecí en mi interior y mi piel se volvía a erizar. Después de ese momento, volvimos a tener sexo, cenamos y nos quedamos dormidos plácidamente en mi cama. “Nuestra cama, Redford” me corregí. Por la mañana, ella seguía desnuda en la cama solo cubriendo su trasero con la sábana negra de seda, sus cabellos pelirrojos desparramados por la almohada y su espalda desnuda. Era una imagen que de solo repasarla me ponía duro como una piedra. Tomé aire y lo solté entre dientes para poder tranquilizar ese latido apresurado de mi corazón. Miré hacia el interior del casino desde mi ventana de mi oficina privada en la segunda planta, mi mirada vagó por un momento, las luces brillantes de las máquinas, meseros sirviendo las bebidas, y todos lucían relajados, sin preocupaciones. Metí las manos en los bolsillos de mi pantalón de vestir, y lo único que p
Mia RedfordNew York, Estados Unidos“Te quiero a ti, Michael”Detuve la cuchara a medio camino de mi boca al recordar las palabras que le había dicho a Michael anoche. Estaba tan extasiada por el momento. Conmovida por sus palabras.— ¿Pasa algo, señora Redford? —salí de mi burbuja cuando Akira estaba del otro lado de la isla con un trapo de cocina secando un plato. Ella sonreía sabiendo que estaba en las nubes.—Sí, sí, estoy bien. Es solo que me distraje por un momento. —Llegó la cuchara a mi boca y comí, había deseado tanto cereal, -antes no me alcanzaba a comprarlo- y Akira me había ofrecido la opción si no traía mucha hambre para un desayuno más completo que era el típico que le hacía a Michael: Huevos fritos, tocino, fruta, café y jugo fresco, pan tostado ya sea con mantequilla o mermelada. Pero no tenía mucha hambre así que le acepté el cereal.—Bien, —replicó con una sonrisa en sus labios. —Por cierto, señora Redford.— ¿Y si me llamas solo por “Mia”? —ella negó.—Tengo que l
Michael RedfordCasino Redford, Atlantic City, New JerseyOficina privada—Necesito que tengas ojos y oídos en el lugar. —le ordené a Alek, él asintió. —No quiero que nadie sepa quién es Nora, no necesito murmureo entre los empleados. ¿Tienes lo que te pedí?—Sí, señor Redford, está esperando. —anunció Alek.—Bien, que pase. —él asintió y salió de la oficina. Tiré de un movimiento mi corbata, después de lo que acababa de pasar con Nora, mi humor cambió drásticamente, la comida se había enfriado y mi apetito se fue. La puerta se abrió y apareció el señor Davis.—Buen día, señor Redford.—Buen día, señor Davis, tome asiento por favor. —él hizo caso de inmediato, noté que estaba más delgado y pálido de lo normal. Tenía ojeras debajo de sus ojos y no estaba del todo bien vestido, incluso olí a alcohol. — ¿Sigue tomando, señor Davis? —este se limpió la boca de inmediato.—Solo un poco, me he quedado sin dinero en estos días…—dijo en un tono bajo, como si estuviera avergonzado. Me senté del
Mia RedfordÁtico RedfordTocaron a la puerta de la habitación mientras estaba sentada en medio del armario doblando parte de la ropa de mi maleta que me traje de Napa Valley.— ¡Adelante! —anuncié, sabía que era Akira. —Estoy en el…—la figura alta y fornida de Michael apareció bajo el marco de la entrada al armario. — ¡Michael! —él sonrió y yo me levanté a toda prisa y me colgué de su cuello, atrapé su boca y lo devoré en un beso, nos llevó a la cama mientras lo rodeé con mis piernas a su cintura, sus manos en mi trasero, me separé para poder respirar, Michael apenas abrió sus ojos. —Bienvenido a casa. —pude notar aquel brillo en sus ojos oscuros y dilatados.—Ya quería verte—susurró buscando mi cuello para dejar pequeños besos, eso me estremecía por completo. Al separarse me miró. —Me gustaría seguir con esta bienvenida, pero ha llegado alguien de manera inesperada a cenar. —mi corazón latió aun a toda prisa, ahí estaba yo, colgada a él deduciendo quién podría llegar.— ¿Quién? —él
Abigail KingLos Ángeles, California, Estados UnidosMansión de los KingMiré la invitación de la boda de los Redford que llegó esta mañana, acaricié con la yema de mi dedo índice las letras que formaban el nombre de Mia, desde que me había encontrado con ella en los viñedos de los Redford aquella noche, sabía que no estaría totalmente del todo tranquila, necesitaba desechar dudas. — ¿Madre?—escuché la voz de mi hijo y alejé todo pensamiento de mi pasado, miré a Riley que entró emocionado a la habitación que solía usar para refugiarme en soledad.—Dime, cariño. —sonreí cuando se acercó y se sentó a mi lado, se acurrucó a mi costado y cuando tuve la intención de esconder o alejar la invitación de mi regazo, él la tomó. — ¿Qué es esto?—preguntó mirando la invitación. — ¿No todos los Redford estaban casados ya?—Sí, pero falta una boda que se celebrará al otro lado del país...—él me entregó la invitación. — ¿Ahora sí me dejarás ir con ustedes?—preguntó y yo me tensé.—Tú tienes que co
Michael RedfordÁtico RedfordSe había marchado la abuela después de la cena y nos quedamos mirando el elevador por un momento, sin decir nada, solo repasé las palabras que me había dicho antes de marcharse. — ¿Estás bien?—preguntó Mia a mi lado, tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos, asentí lentamente inclinándome para dejar un beso contra su frente. —Vamos a la terraza—dije para tener un poco de aire y privacidad, quería hablar con Mia de su padre. Lo que pasaría ahora en adelante. Y era algo que me temía, por qué el contrato no sería ya mi ancla, estaría a la deriva con Mia. ¿Y si le propongo no terminar el contrato? Necesitaba asegurarme de no arruinarlo. Abrí las puertas y le cedí el paso, Akira se acercó y me entregó una frazada, le agradecí con la mirada y un movimiento de barbilla. Al salir, Mia ya estaba sentándose en uno de los sillones, estaba haciendo un poco de frío, así que encendí uno de los aparatos que mantendrían el área caliente. Le entregué la frazada y
Mia RedfordÁtico RedfordMi espalda estaba contra el frío vidrio de la puerta que daba a la terraza de la habitación que compartía con él. Mis piernas estaban rodeando la cintura, mis brazos alrededor de su cuello, sus manos en mi trasero desnudo y sus dedos incrustados contra mi piel. Michael devoraba mi boca en un beso posesivo mientras embistió en mi interior como una fiera salvaje. De un movimiento nos llevó a la cama, me cambió de posición y siguió arrancándome jadeos, gemidos y gruñidos de placer. —Dios—jadeé mientras me movió—Ya...ya...—comencé a decir cuando el tercer orgasmo comenzó a arremolinarse en mi vientre bajo. —Espera—dijo embistiendo, pero yo no podía esperar más, mi cuerpo comenzó a convulsionarse al mismo tiempo que escuché el gruñido de Michael a mi espalda, sentí el líquido tibio derramarse contra mi piel. Luego de unos minutos, estaba tirado a mi lado jadeando como si hubiéramos corrido un maratón de miles de kilómetros, no podía pensar, reaccionar, ni nada,