Caroline Salvatore Gemí de dolor cuando Erick me había sacado de la fiesta, me había lastimado el pie de alguna manera en el momento que mi sangre hirvió al ver a Redford de la mano de la mujer esa, yo tenía que estar en ese lugar, no ella. —Nuestro padre está llamando. —me mostró la pantalla del celular, deslizó su dedo para contestarle. —Dime. —no dijo anda por qué estaba escuchado lo que mi padre decía del otro lado de la línea. —Bien, hicimos lo que pediste pero a tu hija se le pasó la mano, armó un altercado y él mismo nos corrió, nos gritó delante de todos que nos fuésemos, lo más vergonzoso fue que fuimos escoltados. ¡La vergüenza! —detuvo sus palabras. —Lo sé, vamos a casa. —terminó la llamada y miró en mi dirección. —Nos esperan y no son buenas noticias, Caroline. — ¡Ese es mi lugar! ¡No de ella!—grité furiosa, cerró la puerta de mi lado y subió a su lugar. —Sácanos de aquí, rápido. —Erick ordenó al chófer que nos trajo. —Arruinaste todo, Caro. ¡Todo! ¡Y todo por tus mal
Mia DavisDurante el resto de la velada, Redford no se despegó de mí para nada, si él se movía, tenía que hacerlo yo con él, hasta que se dio cuenta de mi cansancio y me había traído a su antigua habitación, revisó cada tanto los rasguños que había hecho Caroline en mi cuello y hombro. Me empecé a quitar las horquillas que tenía mi moño, -Peggy había arreglado mi cabello para regresar a la fiesta después del altercado- y suspiré de cansancio al saber que tenía bastantes, la puerta de la habitación se abrió y él se quedó un momento bajo el marco, aun con la mano en el picaporte.— ¿Quieres algo de beber o de comer? —negué, imaginé que por un momento recordó lo que había pasado horas atrás en esta habitación, bajé la mirada y miré las horquillas en mis dedos para que no notara mis mejillas encenderse, comencé a jugar con ellas.— ¿Qué pasa? —negué sin levantar la mirada hacia a él, escuché que cerró la puerta pero me tensé cuando sonó el seguro, levanté la mirada y soltó un pesado suspi
Michael RedfordHabitación antigua de Michael, casa de los viñedos de los RedfordLa forma en que Mia movió sus caderas buscando más placer, era como una droga visual que quería seguir disfrutando, era demasiado caliente, sexy y era bastante receptiva a mis manos y a mi boca. “Una sirena” pensé, mis manos estaban incrustados en la piel de sus caderas marcando un ritmo al estar sobre mí en horcajadas, se balanceó hacia enfrente y hacia atrás gimiendo por la fricción, la piel se me erizó hasta el grado de doler, pero era placentero, aceleré y ella explotó, convulsionó intentando callar el ruido que hacía al llegar a su propio clímax, era como escuchar música y esa misma me llevaba en automático a mi orgasmo, salí de su interior mientras me venía fuera, ella cayó a mi lado y respiró como si de un maratón hubiéramos llegado, éramos sudor, jadeos y gemidos momentos atrás, creo que en un momento cuando entré en su estrecho interior, gruñí algo que ni yo entendí, terminé de venirme y de inme
Mia DavisCasa de los viñedos de los Redford...Estaba mareada por el barullo de la familia de Redford, después de darle el “Sí” delante de su familia, estos habían enloquecido, al regresar a la casa, habían puesto su mejor vino y la mejor champagne de su cava especial, habían inundado las copas de cristal con ese alcohol y hecho un brindis a todo pulmón, Redford se notó a simple vista la tensión, al parecer no le gustaba para nada ser el centro de atención entre ellos, mientras que el grupo de las esposas de los cuatro hermanos, me rodeaban, me ofrecían revistas de novia y recomendaciones de diseñadores, unas recordaron lo que era el primer día de su pedida de mano, la forma de su vestido, y la última que lo describió, fue Amber, la esposa de Paul, -con dos grupos de trillizos y un niño- se notó la nostalgia en su mirada.—Me gustaría regresar el tiempo cuando estaba vuelta loca con los preparativos. —confesó limpiando la orilla de uno de sus ojos. Peggy se acercó a ella y la rodeó c
Michael RedfordCasa de los viñedos de los RedfordMis manos formaron dos puños que juré en ese momento mis venas debieron resaltar junto con las de mi antebrazos, mis dientes apretaron con fuerza provocando el dolor que solía tener al hacerlo, los ojos azules desafiantes de Mia me volvieron loco, “¿Está muy ansiosa en terminar esto para largarse con ese don nadie?”— ¿Quieres terminar esto antes?—dije en un tono cargado de ira y frialdad, pero sin retirar la mirada de la de ella.— ¿Creíste que esto es un "contrato de farsa para siempre"? Es obvio que quiero terminar esto para poder hacer mi vida, Redford, ¿Qué pensabas? ¿Quedarnos juntos al terminar el tiempo? Yo haré mi vida, así como tú la tuya. Reaccionas como si esto fuese algo nuevo, tú mismo hiciste ese contrato y creo que debes de saber de memoria hasta la última maldita cláusula. —di un paso cruzando su espacio personal, pero ella no se inmutó por mi cercanía, al contrario, arqueó una ceja desafiándome.—No pensé que cuando
Mia DavisCasa de los viñedos "Bella vita"Tonta. Así era como me sentí cuando dije esas últimas palabras a Redford, pero él se enderezó y salió de la habitación. Me senté y me quedé mirando la puerta cerrada. Me levanté, llené la bañera y puse las sales, puse música en mi celular y cerré los ojos cuando dejé mi cabeza hundirse en el agua un poco para mojarme, al salir, miré la habitación.Las notas de Keane con “Somewhere only we now” llenó el lugar, y solo me dediqué a escucharla, no a cantarla como solía hacerlo. Mis lágrimas aparecieron recordando el verdadero motivo por el que estaba aquí, las imágenes de Andy y de todo lo que pasamos en nuestra relación desfilaron haciéndome romper en llanto ahí mismo. Las sospechas que había tenido con la mesera, eran ciertas. Pero no dolía como pensé que lo haría, me dolió más el rechazo de Redford y era lo más preocupante. No teníamos la semana juntos en esta farsa y ya estaba mezclando lo real con la mentira, ¿Qué era real? Recargué mi mejil
Michael RedfordManejé por el condado hasta el restaurante donde Oliver me esperaba con Margaret, se habían desilusionado enterarse que no iría Mia, les había contado que había tenido desvelada y que no quería despertarla. Entonces recordé que no había traído los documentos que Oliver había pedido para lo de otra adquisición de uno de sus hoteles que había comprado, prendí las intermitentes para dar vuelta en U cuando me hice a un lado de la carretera, manejé de regreso a la casa de los viñedos, repasé mentalmente donde había dejado ese sobre, y algo llamó mi atención, era Alek manejando la camioneta blindada de sentido contrario, ¿A dónde es que iba? Estaba a punto de llamar cuando decidí seguirlo. Había dado una orden de no dejar sola a Mia y no la estaba cumpliendo.— ¿A dónde vas, Alek? —el auto se estacionó en una farmacia que estaba abierta las veinticuatro horas del día, pero para mi sorpresa, él no bajó, si no Mia. Alcé mis cejas con sorpresa, ¿Está enferma? ¿Por qué no me lo
Mia Davis Casa de los viñedos “Bella vita”— ¿Qué? —preguntó Redford, por un momento no entendí a su pregunta, pero recordé mis últimas palabras.—Que yo tomaré una abstinencia sexual dura por qué otro susto como este yo no quiero. —las arcadas comenzaron a hacer bulla.—Puedes tener actividad pero siempre y cuando nos cuidemos, —se corrigió de inmediato—te cuides. —estuve a punto de soltar una risa por su reacción, pero eran más fuertes mis ganas de volver a vomitar, así que regresé al váter, levanté la tapa y me puse de rodillas, lo único que vomité fue agua, ya lo demás lo había vaciado hace rato, sentí la mano de Redford en mi espalda dando pequeños golpecitos, cuando terminé, me ofreció una toalla húmeda, se lo agradecí, ya me dolían las costillas de la fuerza que hacía para vomitar.—Debe de ser un virus entonces, vamos a urgencias de inmediato. —levanté la mirada hacia a él.—Tranquilo, esperaré un poco a que se asienta mi estómago, no quiero arruinar el interior