Mia Davis—No la conozco, pero la he visto en revistas, suele salir mucho, ¿Verdad?—mentí, ella sonrió pero solo para fingir delante de los demás. —Sí, los paparazis siempre me están persiguiendo. —comenzó a reír y todos le siguieron, miré a Redford que estaba tenso a mi lado y mirándome en silencio, solo vi un asentimiento con su rostro demasiado breve, miró a los demás.—Deberíamos de ir al jardín, ahí está la música y la comida—anunció Redford a mi lado, todos aprobaron sus palabras y salieron, nos quedamos yo y él, pero noté que mi madre le dijo algo a su esposo y la dejó ahí. —Vamos. —ordenó, pero tomé su brazo para atraer su atención.—Ve, iré en un momento. —él miró con su entrecejo arrugado, no entendía por qué se lo estaba pidiendo, pero al ver que mi madre no se movió y visiblemente estaba esperándome, él asintió y nos dejó a solas, miré a nuestro alrededor para evitar miradas y oídos curiosos. Ella me miró de pies a cabeza detenidamente, luego entrecerró sus ojos.—Veo que
Michael Redford Casa de los viñedos de los Redford Mia estaba temblando en mi abrazo, le di su tiempo para que pudiese tranquilizarse, después de un par de minutos, ella se separó finalmente, busqué de inmediato un pañuelo en el interior de mi saco de etiqueta y se lo entregué, sus ojos azules estaban un poco rojos a causa del llanto, con cuidado de no quitarse el maquillaje, se limpió la orilla de los ojos y con más cuidado las mejillas sonrojadas. — ¿Mejor? —ella negó levantando la mirada hacia a mí. —Estoy estresada por todo esto que está pasando, Redford. —contestó suspirando entrecortado por el llanto, nadie nos podía mirar desde ahí, entre dos autos y el espacio empedrado no podía pasar un tercero. Suspiré, ella estaba bastante cerca de mí, aun sentía su cálido cuerpo al mío, su altura apenas llegó a mis hombros con esas zapatillas que había visto cuando bajó las escaleras en la casa. Ella levantó el rostro cuando finalmente terminó de limpiar su rostro, puso una sonrisa fi
Mia Davis Los viñedos de los Redford No podía creer lo que Redford estaba dispuesto a hacer para que yo no arruinara sus planes, una sonrisa tonta apareció en mis labios mientras nuestros dedos estaban entrelazados al dirigirnos a la segunda planta. Nos habíamos encontrado con Noah, había dicho algo pero Redford solo dijo: “Más tarde, estamos ocupados con algo importante” luego nos llevó a una habitación al final del largo pasillo, abrió la puerta y me cedió el paso aun con caballerosidad, estaba el lugar oscuro, escuché cuando cerró la puerta detrás de nosotros y el clic del seguro, sentí como mi respiración empezó a ponerse inestable. Él no dijo absolutamente nada, solo podía escuchar su respiración igual a la mía y, cuando empezó acercarse por mi espalda, un pensamiento fugaz pasó por mi mente: “Creo que ha sido una mala idea, Mia” —Creo que me conformaré con el vino. —susurré temblorosa en la oscuridad dispuesta a darme la vuelta y marcharme. —No. —Su voz era ronca, mi corazó
Michael Redford Me pasé una mano por mi cabello y de nuevo por mi rostro, no podía creer lo estúpido que fui al caer en las redes de Mia. “¡No puedo creerlo!” Caminé por el pasillo de un lado a otro, tenía que… La puerta de la habitación se abrió y salieron dos personas quienes habían arreglado a Mia en mi casa horas atrás. —Listo, señor Redford. —se despidieron y de inmediato entré a la habitación, Mia venía hacia a mí. —Señor Redford, estoy lista. —me tensé más cuando su mirada no estaba en mí si no en mi pecho y usando el “señor”. — ¿Por qué te portas así? —pregunté confundido. —Estoy lista, maquillada y peinada…de nuevo. Espero órdenes para bajar a la fiesta y seguir el plan. —cerré los ojos por un breve momento y al abrirlos, ella apretaba sus dientes, tensando su mandíbula. —Bien, eso debería hacer hecho desde el principio cuando creí estar perdiendo el enfoque. —ella pasó saliva pero aún seguía sin mirarme. —Deberíamos de ir a la fiesta ahora. —ella asintió y me hice a un
Caroline Salvatore Gemí de dolor cuando Erick me había sacado de la fiesta, me había lastimado el pie de alguna manera en el momento que mi sangre hirvió al ver a Redford de la mano de la mujer esa, yo tenía que estar en ese lugar, no ella. —Nuestro padre está llamando. —me mostró la pantalla del celular, deslizó su dedo para contestarle. —Dime. —no dijo anda por qué estaba escuchado lo que mi padre decía del otro lado de la línea. —Bien, hicimos lo que pediste pero a tu hija se le pasó la mano, armó un altercado y él mismo nos corrió, nos gritó delante de todos que nos fuésemos, lo más vergonzoso fue que fuimos escoltados. ¡La vergüenza! —detuvo sus palabras. —Lo sé, vamos a casa. —terminó la llamada y miró en mi dirección. —Nos esperan y no son buenas noticias, Caroline. — ¡Ese es mi lugar! ¡No de ella!—grité furiosa, cerró la puerta de mi lado y subió a su lugar. —Sácanos de aquí, rápido. —Erick ordenó al chófer que nos trajo. —Arruinaste todo, Caro. ¡Todo! ¡Y todo por tus mal
Mia DavisDurante el resto de la velada, Redford no se despegó de mí para nada, si él se movía, tenía que hacerlo yo con él, hasta que se dio cuenta de mi cansancio y me había traído a su antigua habitación, revisó cada tanto los rasguños que había hecho Caroline en mi cuello y hombro. Me empecé a quitar las horquillas que tenía mi moño, -Peggy había arreglado mi cabello para regresar a la fiesta después del altercado- y suspiré de cansancio al saber que tenía bastantes, la puerta de la habitación se abrió y él se quedó un momento bajo el marco, aun con la mano en el picaporte.— ¿Quieres algo de beber o de comer? —negué, imaginé que por un momento recordó lo que había pasado horas atrás en esta habitación, bajé la mirada y miré las horquillas en mis dedos para que no notara mis mejillas encenderse, comencé a jugar con ellas.— ¿Qué pasa? —negué sin levantar la mirada hacia a él, escuché que cerró la puerta pero me tensé cuando sonó el seguro, levanté la mirada y soltó un pesado suspi
Michael RedfordHabitación antigua de Michael, casa de los viñedos de los RedfordLa forma en que Mia movió sus caderas buscando más placer, era como una droga visual que quería seguir disfrutando, era demasiado caliente, sexy y era bastante receptiva a mis manos y a mi boca. “Una sirena” pensé, mis manos estaban incrustados en la piel de sus caderas marcando un ritmo al estar sobre mí en horcajadas, se balanceó hacia enfrente y hacia atrás gimiendo por la fricción, la piel se me erizó hasta el grado de doler, pero era placentero, aceleré y ella explotó, convulsionó intentando callar el ruido que hacía al llegar a su propio clímax, era como escuchar música y esa misma me llevaba en automático a mi orgasmo, salí de su interior mientras me venía fuera, ella cayó a mi lado y respiró como si de un maratón hubiéramos llegado, éramos sudor, jadeos y gemidos momentos atrás, creo que en un momento cuando entré en su estrecho interior, gruñí algo que ni yo entendí, terminé de venirme y de inme
Mia DavisCasa de los viñedos de los Redford...Estaba mareada por el barullo de la familia de Redford, después de darle el “Sí” delante de su familia, estos habían enloquecido, al regresar a la casa, habían puesto su mejor vino y la mejor champagne de su cava especial, habían inundado las copas de cristal con ese alcohol y hecho un brindis a todo pulmón, Redford se notó a simple vista la tensión, al parecer no le gustaba para nada ser el centro de atención entre ellos, mientras que el grupo de las esposas de los cuatro hermanos, me rodeaban, me ofrecían revistas de novia y recomendaciones de diseñadores, unas recordaron lo que era el primer día de su pedida de mano, la forma de su vestido, y la última que lo describió, fue Amber, la esposa de Paul, -con dos grupos de trillizos y un niño- se notó la nostalgia en su mirada.—Me gustaría regresar el tiempo cuando estaba vuelta loca con los preparativos. —confesó limpiando la orilla de uno de sus ojos. Peggy se acercó a ella y la rodeó c