Mia DavisLos viñedos “Bella vita”El agua tibia y las sales me habían provocado una sensación agradable, era nuevo para mí y deseaba volver a hacerlo, pero si seguía así podría quedarme dormida por completo, el solo pensarlo, puse mi mano en la orilla de la bañera como seguridad. Cerré los ojos y suspiré.—Dios, esto es buena vida. —susurré, una sonrisa tonta salió de mi boca al recordar el nombre de los viñedos de Redford, “Bella vita”.El tono de mensaje me sacó de mi burbuja de relajación, estiré mi mano pero recordé que mi celular estaba cargándose en la habitación, sobre la mesa de noche, pero recordé también que era la primera vez que sonaba mi celular desde que Redford me lo había dado. Salí de la bañera cubriéndome con una toalla grande y descalza caminé a toda prisa cuidando de no caerme, al tomar el celular miré la pantalla y era mi padre. Mis ojos se abrieron un poco y mi corazón latió rápido. —Hasta que recuerdas que tienes una hija después de casi cinco días. —abrí el me
Michael Redford “De mi” Cuando dije esas dos palabras, esperaba miedo en sus ojos azules dilatados, pero no, al contrario, veía más deseo y lujuria. No quería romper mis propias reglas. Si pasaba algo entre los dos, esto terminaría muy mal y la lastimaría, lo que me tranquilizaba es que seguía mis reglas fielmente, el recordarme en este momento que había un contrato, me detenía. —Solo no pienses, Michael—susurró al ver mi debate mental, su mano lentamente subió a mi pecho y luego la deslizó por mi cuello, quijada, barbilla hasta que su pulgar se posó y acarició mi labio inferior. —Mia, no. —dije en un tono serio, no me había percatado de que también lo deseaba, pasé saliva con dificultad y negué, vio mis intenciones de levantarme pero se colgó de mi cuello con ambos brazos. —Estás un poco ebria y no estaría en lo correcto si falto a mis propias reglas. —lentamente retiró sus brazos y asintió lentamente. —Estoy medio ebria, te pido disculpa. —sus palabras de cierta manera me mole
Mia Davis—No la conozco, pero la he visto en revistas, suele salir mucho, ¿Verdad?—mentí, ella sonrió pero solo para fingir delante de los demás. —Sí, los paparazis siempre me están persiguiendo. —comenzó a reír y todos le siguieron, miré a Redford que estaba tenso a mi lado y mirándome en silencio, solo vi un asentimiento con su rostro demasiado breve, miró a los demás.—Deberíamos de ir al jardín, ahí está la música y la comida—anunció Redford a mi lado, todos aprobaron sus palabras y salieron, nos quedamos yo y él, pero noté que mi madre le dijo algo a su esposo y la dejó ahí. —Vamos. —ordenó, pero tomé su brazo para atraer su atención.—Ve, iré en un momento. —él miró con su entrecejo arrugado, no entendía por qué se lo estaba pidiendo, pero al ver que mi madre no se movió y visiblemente estaba esperándome, él asintió y nos dejó a solas, miré a nuestro alrededor para evitar miradas y oídos curiosos. Ella me miró de pies a cabeza detenidamente, luego entrecerró sus ojos.—Veo que
Michael Redford Casa de los viñedos de los Redford Mia estaba temblando en mi abrazo, le di su tiempo para que pudiese tranquilizarse, después de un par de minutos, ella se separó finalmente, busqué de inmediato un pañuelo en el interior de mi saco de etiqueta y se lo entregué, sus ojos azules estaban un poco rojos a causa del llanto, con cuidado de no quitarse el maquillaje, se limpió la orilla de los ojos y con más cuidado las mejillas sonrojadas. — ¿Mejor? —ella negó levantando la mirada hacia a mí. —Estoy estresada por todo esto que está pasando, Redford. —contestó suspirando entrecortado por el llanto, nadie nos podía mirar desde ahí, entre dos autos y el espacio empedrado no podía pasar un tercero. Suspiré, ella estaba bastante cerca de mí, aun sentía su cálido cuerpo al mío, su altura apenas llegó a mis hombros con esas zapatillas que había visto cuando bajó las escaleras en la casa. Ella levantó el rostro cuando finalmente terminó de limpiar su rostro, puso una sonrisa fi
Mia Davis Los viñedos de los Redford No podía creer lo que Redford estaba dispuesto a hacer para que yo no arruinara sus planes, una sonrisa tonta apareció en mis labios mientras nuestros dedos estaban entrelazados al dirigirnos a la segunda planta. Nos habíamos encontrado con Noah, había dicho algo pero Redford solo dijo: “Más tarde, estamos ocupados con algo importante” luego nos llevó a una habitación al final del largo pasillo, abrió la puerta y me cedió el paso aun con caballerosidad, estaba el lugar oscuro, escuché cuando cerró la puerta detrás de nosotros y el clic del seguro, sentí como mi respiración empezó a ponerse inestable. Él no dijo absolutamente nada, solo podía escuchar su respiración igual a la mía y, cuando empezó acercarse por mi espalda, un pensamiento fugaz pasó por mi mente: “Creo que ha sido una mala idea, Mia” —Creo que me conformaré con el vino. —susurré temblorosa en la oscuridad dispuesta a darme la vuelta y marcharme. —No. —Su voz era ronca, mi corazó
Michael Redford Me pasé una mano por mi cabello y de nuevo por mi rostro, no podía creer lo estúpido que fui al caer en las redes de Mia. “¡No puedo creerlo!” Caminé por el pasillo de un lado a otro, tenía que… La puerta de la habitación se abrió y salieron dos personas quienes habían arreglado a Mia en mi casa horas atrás. —Listo, señor Redford. —se despidieron y de inmediato entré a la habitación, Mia venía hacia a mí. —Señor Redford, estoy lista. —me tensé más cuando su mirada no estaba en mí si no en mi pecho y usando el “señor”. — ¿Por qué te portas así? —pregunté confundido. —Estoy lista, maquillada y peinada…de nuevo. Espero órdenes para bajar a la fiesta y seguir el plan. —cerré los ojos por un breve momento y al abrirlos, ella apretaba sus dientes, tensando su mandíbula. —Bien, eso debería hacer hecho desde el principio cuando creí estar perdiendo el enfoque. —ella pasó saliva pero aún seguía sin mirarme. —Deberíamos de ir a la fiesta ahora. —ella asintió y me hice a un
Caroline Salvatore Gemí de dolor cuando Erick me había sacado de la fiesta, me había lastimado el pie de alguna manera en el momento que mi sangre hirvió al ver a Redford de la mano de la mujer esa, yo tenía que estar en ese lugar, no ella. —Nuestro padre está llamando. —me mostró la pantalla del celular, deslizó su dedo para contestarle. —Dime. —no dijo anda por qué estaba escuchado lo que mi padre decía del otro lado de la línea. —Bien, hicimos lo que pediste pero a tu hija se le pasó la mano, armó un altercado y él mismo nos corrió, nos gritó delante de todos que nos fuésemos, lo más vergonzoso fue que fuimos escoltados. ¡La vergüenza! —detuvo sus palabras. —Lo sé, vamos a casa. —terminó la llamada y miró en mi dirección. —Nos esperan y no son buenas noticias, Caroline. — ¡Ese es mi lugar! ¡No de ella!—grité furiosa, cerró la puerta de mi lado y subió a su lugar. —Sácanos de aquí, rápido. —Erick ordenó al chófer que nos trajo. —Arruinaste todo, Caro. ¡Todo! ¡Y todo por tus mal
Mia DavisDurante el resto de la velada, Redford no se despegó de mí para nada, si él se movía, tenía que hacerlo yo con él, hasta que se dio cuenta de mi cansancio y me había traído a su antigua habitación, revisó cada tanto los rasguños que había hecho Caroline en mi cuello y hombro. Me empecé a quitar las horquillas que tenía mi moño, -Peggy había arreglado mi cabello para regresar a la fiesta después del altercado- y suspiré de cansancio al saber que tenía bastantes, la puerta de la habitación se abrió y él se quedó un momento bajo el marco, aun con la mano en el picaporte.— ¿Quieres algo de beber o de comer? —negué, imaginé que por un momento recordó lo que había pasado horas atrás en esta habitación, bajé la mirada y miré las horquillas en mis dedos para que no notara mis mejillas encenderse, comencé a jugar con ellas.— ¿Qué pasa? —negué sin levantar la mirada hacia a él, escuché que cerró la puerta pero me tensé cuando sonó el seguro, levanté la mirada y soltó un pesado suspi