Mia Davis Bajé los escalones hacia la primera planta, tenía mi bolso con lo básico, me puse un vestido veraniego de tirantes en color blanco, me quedaba suelto y me llegaba a un centímetro por encima de mi rodilla, me puse unas sandalias de tira que enrollaban en mis pantorrillas, pero creo que la talla era un poco pequeña de lo normal, intentaría no moverme mucho por qué si lo hacía, al final del día tendría una ampolla o lastimado de la parte de atrás. — ¿Tienes todo contigo? —escuché la voz de Redford. — ¿Bloqueador solar? —Sí, ya me he puesto, pero llevo por si necesito más. —mi cabello lo recogí en una coleta en lo alto de mi cabeza, revisé en línea que por el medio día subiría la temperatura, no quería tener los cabellos pegados a mi piel por el sudor. —Entonces, es hora de irnos al desayuno familiar. —durante el camino, leí la otra hoja que me había dado antes de salir de la casa, me mostró quienes eran el resto del grupo familiar con el que nos encontraríamos en el desayuno
Michael Redford Casa de los viñedos de los Redford *Primer desayuno oficial del comienzo de la vendimia.* El olor a panqueques, tocino y huevo frito, inundó mis fosas nasales por un momento, eso me había abierto el apetito por completo. Mia y yo caminamos de la mano con nuestros dedos entrelazados, noté nerviosismo en ella, pero yo tenía todo bajo control si empezaba un interrogatorio, antes de entrar a la casa, había enviado un par de textos a Alek encargando unos pendientes que quería que tuviese para cuando saliéramos de aquí. — ¡Ya han llegado!—sé escucharon exclamaciones en el aire, entramos al gran comedor y ahí estaba toda la familia, los gritos de los niños pequeños, adolescentes y de las nueras, gritaron: «Redford» antes de atosigarme con abrazos, besos y risas, todo era para mí tan molesto que tenía que fingir que me caían bien todos. «O eso es lo que quería pensar»— ¡Tío Redford has llegado! —los niños agarrados de mis pies, exactamente los dos pares de trillizos de sie
Mia Davis Fue el desayuno más incómodo que había vivido en toda mi vida, pero pude notar que para Redford no era el primero ni el último con la familia que tenía. Se notó visiblemente la tensión en sus hombros, la forma en que presionó sus dientes mostrando una quijada tensa. Los padres de Redford junto con el resto, nos invitaron al jardín donde tenían una inmensa mesa grande debajo de una pérgola de madera, tenía flores enrolladas y caían sobre lo alto de la mesa junto a las luces rústicas que debían de encenderse por la noche para iluminar el espacio. Era como ver el jardín de una revista famosa, los utensilios acomodados a la perfección, tenían un juego grande de copas de vino, platos llenos de uvas y quesos y otras más que no distinguí. Nos ofrecieron sentarnos cerca de la abuela, pero sabía que para Redford sería incómodo. Los Salvatore de último momento dijeron que tenían que retirarse, pero que estarían por la noche de regreso para la cena a la que Daryl los había comprometido
Michael Redford—Si sigues mirándola de esa manera, la vas a desgastar antes de la boda—bromeó mi hermano, Oliver, todos estábamos mirando hacia el grupo de mujeres que reían entre ellas, al parecer Mia había encajado con mis cuatro cuñadas.—Se ve que es de carácter fuerte. —comentó Thomas mirándome. —Te hacía falta alguien así, no como la Salvatore que manejabas a tu propia conveniencia y bien que se dejaba.—No empiecen, por favor. Es el primer día de la vendimia y no quiero estar escuchándolos discutir y mucho menos por los Salvatore. —dijo mi padre.—Es que seamos sinceros, —comenzó a decir Paul. —Caroline si le decías brinca, ella preguntaba a Redford, “¿Qué tan alto? ¿Y si mi a mi padre no le gusta que lo haga? ¿Lo hago?” —hizo una pausa sonriendo burlón. —Y Mia…—Detente ahí mismo. —advertí ligeramente.—Espera, es buena, —dijo Paul—y cuando le preguntas a Mia que brinque, —se preparó para dar el resto de su oración—Ella te diría, “¿Perdón? ¿Quieres que te parta la cabeza con
Mia Davis El auto avanzó demasiado rápido en el camino de tierra saliendo de la casa de los viñedos de los Redford, mis dedos se fueron de forma instintiva hacia el cinturón de seguridad aferrándose fuertemente por el movimiento del auto. Redford había ordenado delante de sus cuñadas el que nos fuéramos, ellas se quedaron sorprendidas por su actitud tan fría con la que me había hablado, iba a recoger mi bolso pero dijo de inmediato que ya lo tenía él cuando me lo entregó bruscamente. Me despedí rápidamente de todos los Redford como de las ahora futuras cuñadas, y desde entonces, Redford estaba sumido en su propio mundo mientras estaba al volante. —Creo que deberías de detenerte un momento. —le dije con el corazón agitado por el miedo a la velocidad a la que nos llevaba. Redford siguió manejando sin prestar siquiera atención a lo que le había casi suplicado a su lado, aumentó más y fue cuando entré en pánico y grité en un tono autoritario: — ¡MICHAEL, DETENTE AHORA! —él salió de su t
Michael RedfordLos viñedos “Bella vita”Las palabras que había dicho Mia, me habían caído como balde de agua fría. Era como si estuviera perdiendo el enfoque y yo no me hubiera dado cuenta. Así que repasé en el camino todo lo que había pasado desde que llegamos a los viñedos de mi familia y efectivamente, estaba desviando toda mi atención en algo que no valía mi tiempo. Detuve el auto frente a las puertas monumentales que tenía el lugar, bajé el vidrio y estiré la mano para teclear la contraseña, al presionar el último botón, el ruido del movimiento de las puertas se empezó a escuchar, subí el vidrio y miré a Mia, estaba curiosa a donde entraríamos.— ¿Dónde estamos? —preguntó al verme, no me había dado cuenta que por fin me sentí relajado y mi mente estaba navegando en dosis de tranquilidad. —En “Bella vita”, y son mis viñedos. —noté que las comisuras de sus labios se estiraron para sonreír pero se detuvo y arrugó su ceño, supuse que intentó descifrar el nombre. —Significa “Buena
Mia DavisLos viñedos “Bella vita”El agua tibia y las sales me habían provocado una sensación agradable, era nuevo para mí y deseaba volver a hacerlo, pero si seguía así podría quedarme dormida por completo, el solo pensarlo, puse mi mano en la orilla de la bañera como seguridad. Cerré los ojos y suspiré.—Dios, esto es buena vida. —susurré, una sonrisa tonta salió de mi boca al recordar el nombre de los viñedos de Redford, “Bella vita”.El tono de mensaje me sacó de mi burbuja de relajación, estiré mi mano pero recordé que mi celular estaba cargándose en la habitación, sobre la mesa de noche, pero recordé también que era la primera vez que sonaba mi celular desde que Redford me lo había dado. Salí de la bañera cubriéndome con una toalla grande y descalza caminé a toda prisa cuidando de no caerme, al tomar el celular miré la pantalla y era mi padre. Mis ojos se abrieron un poco y mi corazón latió rápido. —Hasta que recuerdas que tienes una hija después de casi cinco días. —abrí el me
Michael Redford “De mi” Cuando dije esas dos palabras, esperaba miedo en sus ojos azules dilatados, pero no, al contrario, veía más deseo y lujuria. No quería romper mis propias reglas. Si pasaba algo entre los dos, esto terminaría muy mal y la lastimaría, lo que me tranquilizaba es que seguía mis reglas fielmente, el recordarme en este momento que había un contrato, me detenía. —Solo no pienses, Michael—susurró al ver mi debate mental, su mano lentamente subió a mi pecho y luego la deslizó por mi cuello, quijada, barbilla hasta que su pulgar se posó y acarició mi labio inferior. —Mia, no. —dije en un tono serio, no me había percatado de que también lo deseaba, pasé saliva con dificultad y negué, vio mis intenciones de levantarme pero se colgó de mi cuello con ambos brazos. —Estás un poco ebria y no estaría en lo correcto si falto a mis propias reglas. —lentamente retiró sus brazos y asintió lentamente. —Estoy medio ebria, te pido disculpa. —sus palabras de cierta manera me mole