Leonardo la miró con ese calor poderoso que la hacía sentir viva y menos quebrada, con ese calor con el que él la llenaba dejándola satisfecha y relajada. Se acercó a su oído para susurrar con su voz profunda, y logrando erizar la piel de Emma:-Sí. Lo de anoche no cambia cómo la deseo y necesito estar dentro de su tibieza, señora Fritz. Lo demás… ya lo iremos viendo, con el tiempo…De pronto, la cabina del avión era como estar en el interior de un volcán a punto de hacer erupción, y la urgencia los hizo sentirse ansiosos el uno del otro.Sin embargo, cuando él iba a proponer que se encerraran en el minúsculo baño a devorarse mutuamente, la señal de que estaban por aterrizar se encendió frente a ellos, mientras las azafatas se preparaban para el descenso.El fuego tendría que esperar.Al menos ahora, entre ellos ya no existía la barrera del secreto de Emma, ella no había perdido a su amante más preciado ni él había decidido dejar de demostrarle cuán poderoso podía ser su amor.Un amo
Leonardo entró a la habitación donde Emma ya lo esperaba hace algunos minutos. De hecho, en el aire a su alrededor ya se percibía su aroma inconfundible y sensual y eso lo encendió de inmediato. La luz de la suite era cálida y tenue, pero él ya había distinguido con facilidad su silueta de nácar recortada en la enorme cama, donde ella parecía diminuta pero luminosa. Él se acercó despacio pero a paso firme y se detuvo en el borde de la cama, observándola.Emma estaba recostada sobre uno de sus lados, con lencería roja, el cabello suelto como a él le gustaba, la cabeza sobre una de sus manos…-Buenas tardes, señora Fritz. -Buenas tardes, señor Ares… qué bueno que pudo venir.-¿Hay algún plan para hoy, señora?Ella le sonrió con una mirada misteriosa. -De hecho, aunque me tomé el atrevimiento de quitarme el vestido por mi cuenta y adelantarme a los hechos… hoy he decidido que usted será quien tiene el control…Esta vez, la propuesta lo tomó por sorpresa. Así que preguntó de nuevo, s
Emma lo miró con cautela, calculando su respuesta.Decidió que lo mejor, era la verdad.-Porque tengo miedo… he perdido lo que más amé de un modo cruel y violento… no soy tan fuerte como para sufrirlo de nuevo… Leonardo…Los ojos de Leo brillaron.-Yo también tengo miedo… nunca he amado así. Tengo miedo de cometer un error y que me alejes de tu vida…-Eso es imposible…-¿Por qué?-Porque ya no se puede… Tenemos una empresa juntos, un proyecto de beneficencia… nuestras vidas ya se entrelazaron… eso es… lo que me preocupa. Cuando encuentres el verdadero amor, y formes una familia… Estaré para verlo. Sola… y vacía.-¿Por qué sigues pensando que no eres suficiente, Emma? ¿Por qué piensas que un día buscaré a alguien más?Lo miró con esa mirada de lince que lo atravesaba hasta ver en él lo que ni el propio Leo tenía claro.-Porque es cierto… ¿Acaso no deseas tener hijos que se parezcan a tí? ¿Verlos crecer desde tu semilla? ¿Mirarte en ellos como en un espejo? Tienes corazón de padre, Leon
-Una, dos… las que quiera. Podría tener las que quisiera… Usted lo sabe… ¿o no?Leo la observó con un destello extraño.-¿Me está diciendo que no le molestaría?-¿A usted le molestaría si fuera al revés?Leo la aferró de la nuca y la acercó a su rostro haciéndola temblar.-Sabe que sí… me enceguecería la ira…-Pero así es nuestro trato…-Quiero cambiar los términos de nuestro trato…-¿No lo tienta la idea de acostarse con esas mujeres esculturales?-No. No sentí nada cerca de ellas. Nunca lo siento. En cambio…Leonardo la apretó a su cuerpo para que Emma lo sintiera. Para que percibiera cómo lo encendía.Ella musitó:-Pero… yo quiero que usted sea feliz… que disfrute su juventud y…-Y yo la quiero usted. Quiero que cambiemos, ahora mismo, las condiciones de nuestro acuerdo. No puedo ni imaginarla con otro hombre que me da una puntada en el pecho, señora Fritz.-¿Y qué acuerdo propone?-Si no quiere amarme, lo entiendo. Pero no puede impedir que yo la ame. Ni yo mismo puedo hacerlo. P
Hiro Yasuda inclinó levemente la cabeza en un gesto de saludo, y se sentó frente a ella, flanqueado por Yukio Mishima.-Gracias por recibirme sin cita previa, señora Fritz. Y a esta hora. Me temo que no me parecía prudente venir aquí cuando hay mucho movimiento de gente.-Lo entiendo… Bien, ¿Qué lo trae por mi empresa?Hiro sonrió con malicia. -Directo al grano, ¿eh?-Lamento si he sido descortés. Como dije, fue un día largo… ¿Desea que pida un poco de té? Estoy segura que tengo una reserva de gyokuro.El yacuza alzó las cejas.-No, pero se lo agradezco, la verdad es que también prefiero una visita breve.-De acuerdo… ¿entonces…?-Entonces… No nos hemos conocido en persona, pero estoy seguro de que sabe lo ligadas que están nuestras vidas desde hace muchos años.Ella cruzó los brazos y lo observó con mirada de hielo, haciendo una breve y estudiada pausa. Eso no le gustó en lo más mínimo al hombre frente a ella. No sólo porque era una pálida mujer con una fama poco honorable, si no p
-Cuánto misterio, Clari… te lo prometo, me quedaré tranquila.-Bueno… A Angie no le gusta su jefe… ni ningún hombre… ¿entiendes?Emma comprendió todo, y le sonrió con complicidad.-Ya veo… entonces…Clari suspiró.-Entonces… Hace un par de semanas que ella y yo estamos saliendo… Es reciente.La señora Fritz sonrió con alegría, pero luego la miró con reproche. -¿Y cuándo pensabas contarme?-¿Con lo ocupada que estuviste? No lo sé… no parecía importante. -Pero lo es…Emma la abrazó.-Me alegro mucho por tí, Clari… Ahora entiendo mejor su historia… y me gusta que seas feliz con alguien.Mientras tanto, Leo las observó conversar desde lejos. Emma se veía algo triste, pero tenía sentido. Era un día y un lugar realmente movilizador.Y luego siguió dialogando con Ángela y mirando a Camila en sus brazos.Tenía que reconocer que se sentía agradable estar así. Desde que cuidó a su hermanita menor, que ahora ya era una mujer, sentía que estaría feliz de ser padre.Es algo que siempre había da
Al día siguiente, la señora Fritz había solicitado los permisos necesarios para emplazar en medio de un terreno desocupado del barrio, un comedor provisorio, en una enorme carpa, con todos los elementos necesarios. Además, los vecinos estuvieron dispuestos a ayudar, y, gracias a eso, los niños y adultos que se alimentaban diariamente en el Centro, no perdieron ese beneficio que era tan importante para su salud.Emma también consiguió fácilmente los fondos para empezar la reconstrucción.Con una velocidad sorprendente, que dejaba claro que había previsto una situación así.No precisamente porque tuviera una premonición del futuro, si no porque había aprendido del pasado.Pero lo más importante sucedió algunos días después, cuando Hiro Yasuda, junto a varios de sus hombres, fue arrestado por el atentado.Clarisa estaba sentada en la oficina de la señora Fritz, estupefacta por la noticia.Emma la observaba, de pie frente a su ventanal, con la enorme ciudad extendiéndose hacia el horizon
Leonardo se quedó en silencio, abrazando a Emma, hasta que la última lágrima se extinguió.Le destrozaba el corazón verla así, pero sabía por cuánto tiempo se había ido acumulando dentro de ella esa catarata de angustia.Cuánto había soportado con estoicismo hasta que, finalmente, decidió soltarlo. Y dejarse rodear con brazos firmes que la sostuvieran en su pena.Ella había pasado muchos años conteniendo el caudal de dolor que había cosechado injustamente a lo largo de su vida, y en los últimos meses, muchas cosas habían sucedido que movilizaron su mundo y la obligaron a revivir sentimientos de su pasado.Sentimientos que había creído superados.Pero no era verdad.Sólo los había ignorado, refugiándose en otros sueños y en sensaciones intensas.Su dolor seguía allí, agazapado.Necesitaba llorar, y tal vez no había un lugar más agradable y tibio para hacerlo que ese, el regazo del señor Ares, transmitiéndole sin hablar su calor revitalizador.Él olía tan delicioso, era tan fuerte y a l