Volví, con los extras :)
La playa era todo un paraíso de arena, agua y sol. El mar brillaba con mil colores y las olas acariciaban la orilla con suavidad. El cielo estaba despejado, y el sol calentaba la piel con su luz y los más hermoso la felicidad de la familia Ribeiro y Gerber, era de admirar entre todos los que habitaban la playa. Sin embargo, había un pequeño detalle que ensombrecía el momento; Izan.Sergio y Felipe cargan a sus pequeños, Felipe en sus brazos a su pequeña Maia y Sergio lleva a su hijo Matías sobre sus hombros, mientras caminan se detienen a mirar a las mujeres de sus vidas.Alma juega con Alana voleibol mientras Samantha hace castillos de arena con Melissa, que más pueden pedir en ese momento, lo tienen todo. Felipe siente como su pecho se oprime al recordar todo lo que pasaron para llegar a esto y Sergio palmea su hombro.—Hermano, quiero guardar este momento para siempre en mi memoria, pero falta una persona muy importante para los dos.Felipe, niega y su hija, grita cada vez que u
La noche llego y Samantha entre lágrimas arregla las maletas de su hijo. Fabián, que permanecía apoyado en el marco de la puerta, contemplaba a la rubia que dejaba besos en cada prenda de su pequeño. —Sam, no debes de estar así, Izan se sentirá mal— le pide y ella limpia sus lágrimas que no se detienen—, estará bien conmigo, podrán saber de él, cada día. ¡No soy un mal hombre! — se queja y llaga a su lado, Samantha apoya su rostro en su hombro. —Es que, no pensé que me volvería alejar de mi hijo, aquella vez fue por mi salud mental, y ahora es él, quien se aleja de su madre. —Lo convenceré de volver, mientras, ustedes críen a Maia y yo criare a mi sobrino. —No confió en ti… Felipe está fuera de la habitación escuchando todo. —En mí, ¿pero por qué? —Eres igual que tu hermano y siento que volverán mi bebe un orangután más. —Ya lo es, es mi hijo. Es un Ribeiro y no habrá mujer que se le resista— la molesta Felipe al entrar con su pequeña en brazos. —Felipe, no me digas eso. Es mi
Años atrás… Samantha regresa a Boston después de estar un tiempo fuera del país, le faltan pocos años para ser una abogada de excelencia, su hermano le ha abierto las puertas de su casa y se niega que pague un hotel, ella no desea incomodar, sin embargo, prefiere eso que vivir bajo el techo de su madre. Los cuatro años en el extranjero, le hizo caer la venda de sus ojos y conoció un mundo del que su hermano le privaba, no está dispuesta a seguir bajo sus reglas y de las doctrinas de su madre, regresa por tres cosas, la primera por petición de él, la segunda por el cumpleaños de su pequeña sobrina y la tercera en busca de Felipe, el hombre de esa voz gruesa que la hace gemir al tocarse. Siente una pesada mirada encima de ella y un joven de unos veintitantos, la observa con deseo. Ella con picardía le guiña un ojo y cruza sus esbeltas piernas, provocando que su corto vestido se suba y su tanga de encaje sea visible por un costado, lo seduce con sus ojos verdes y coloca su largo cabel
Felipe disfruta de una buen cariño por parte de su secretaria, necesita descargar de alguna manera el estrés que ha tenido en toda la mañana en su empresa, que poco a poco ha ido creciendo y expandiéndose a muchos más países, hace unos meses apareció en las revistas como uno de los nuevos CEO solteros y más codiciados de Boston. Tiene un nuevo proyecto y espera que dentro de año o menos, su empresa automotriz Luxes sea la mejor dentro y fuera del país.Cierra sus ojos para disfrutar del momento y, enreda su puño en el oscuro cabello de Ana, su secretaria, para marcar el mismo su ritmo, la pobre tiene sus ojos llenos de lágrimas y su mandíbula le duele, pero no se detendrá para ella lo más importante es dejar a su jefe satisfecho, él nunca ha intimado con ella de manera completa, le paga por su trabajo y por ordeñarlo. —¡Mierda! — gruñe cuando está por soltar todo.En sus treinta y cuatro años muchas han ido y venido, sin embargo, ninguna ha pisado su cama y no con todas, tiene más d
Samantha llega en casa de su hermano, no paso más palabras con Felipe en todo el viaje, sin embargo, no dejó comérselo con la mirada, detallo sus hombros anchos, con unos rasgos hermosos, estaba consiente que le llevaba una puñetera de años y eso la prendía mucho más. Felipe baja su maleta y espera que diga algo, pero ella no lo hace y se aleja a pasos rápidos arrastrando su maleta, también decide irse, no está de humor y su amigo pide atención, así que regresa a su empresa.La gran casa de su hermano está abarrotada de personas y, una voz seductora que conocería a kilómetros la hace chillar y corre hacia él.—¡Muñeca hermosa! — su hermano, Maximiliano, le abre sus brazos y ella no duda en saltar a ellos, su corazón late fuerte, lo extrañaba como nunca, él acaricia su rostro y pellizca el puente, sé su nariz—, ya no eres una chiquilla, joder, Sam te perdono porque eres mi hermanita.Ella suelta una carcajada única y lo besa en la mejilla bajando de sus brazos, sus ojos color plomo la
Los días pasaron y Samantha decide ir para la empresa de Felipe, no regresó más a la casa de su hermano, está aburrida, encerrada en ese lugar. Desea verlo, no hay una noche que no lo imaginé tocando su cuerpo, es el hombre que ha buscado por años, es todo en uno solo, y lo mejor, un reto para ella.Felipe, por su parte, se mantenía cargado de trabajo para no pensar en Samantha, ninguna mujer se le había colado de tal manera en su cabeza, se le ha vuelto imposible estar con otra mujer, en su empresa ninguno de sus empleados soporta su genio y ni la pobre Ana logra satisfacerlo, se conforma con verlo desde su lugar de trabajo la pocas veces que deja las persianas arriba.Samantha llega a la empresa Luxes y quede sorprendida por lo grande y elegante que es, pensó que encontraría un lugar lleno de grasa y herramientas, lleva una falda colegiala para sacarlo de quicio y una ramera más cubierta de color blanco, más sus botas deportivas, se está cocinando del color que siente, pero es la ex
—Felipe—La subo en la parte trasera y hace una mueca en sus labios, sus mejillas están rojas, una chica como ella no debe tener vergüenza alguna, será que no esperaba que le dijera tal cosa, subo al coche también y elevo la calefacción, no dejo de mirarla por el retrovisor y noto como se limpia las lágrimas que descienden.Aparte de malcriada, sentimental, el combo perfecto.—¿Por qué lloras? — le pregunto y mantengo mi posición fría.—No te incumbe— masculla y muerde sus labios.—Bien.Gira su rostro y cabello cae a un costado de su cuerpo, es un pecado que ande por las calles y más con esa ropa que trae, sus manos forman un puño, y cuento regresivamente hasta tres, sé que explotara por lo que sea que está atragantando y callando en sus gruesos labios. Llevo años lidiando con mujeres, pero como esta ninguna.Espero no diga nada de la estupidez que dije hace un momento, no puedo hacerlo, aunque me muera de ganas.—Te diré una cosa— levanta su dedo con sus largas uñas adornadas de no
—Samantha—Toda la noche en vela, rogando que abriera esa jodida puerta y, pues, no, el señor reglas, no cambió de opinión. Un hombre completo, maduro, hermoso y sexy, no me rendiré, quiero todo o nada, deseo sus labios y está más que claro que no le soy indiferente, su grueso amiguito sí que me reclamaba. Y, para mí, un no, no es repuesta, quiero un sí, por eso decido activar el plan dos; los celos es el detonante de todo, estamos a mitad de semana y una fiesta de bienvenida sería lo mejor.Me levanté muy temprano y dejé en su cama mi pequeña tanga, un detalle de agradecimiento, le envié un mensaje a mi hermano y me esperaba afuera, al salir trato de reprimir la risa por la cara de hijo de su madre que pone, muerde sus labios y niega.—Te juro por nuestra madre, que no folle— digo levantando una mano, él me abre la puerta del copiloto—, venga, Sam. Somos los mismos, y por mí, te uno hasta en una 0rgía, no me vengas con pendejas y ni metas a nuestra bella madre.Cierra la puerta y sub