—Samantha—Me gusta ver sus fracciones suavizadas, no entiendo por qué siempre tiene esa cara de mil demonios, si supiera lo tierno que se ve cuando sonríe, y se forma ese hermoso hoyuelo en su mejilla izquierda, aunque sea por breves momentos vale la pena mirarlo un poco más…, siendo él.No conozco su pasado o lo que guarda en sí, al final no es que me importé mucho, solamente quería esto y lo tuve.Lo miro a la cara detallando sus ojos oscuros, esas cejas gruesas que lo hacen ver tan misterioso y sus largas pestañas, pensé que solo los Gerber tenían esa bendición, pero ya veo que no, su cabello lo mantiene cortado muy bajo, me lo imagino estando más largo, y me mojo por completo, que hombre. Sus labios recorren mi cuerpo dejando suaves mordidas, y me retuerzo en la cama, quiero sus labios, joder.La música sigue escuchándose fuerte y ruego que nadie entre, lleva mi pezón a sus labios y su mano se cuela entre mis piernas, una presión gigante se acumula en segundos, cuando su dedo ent
—Samantha— Las semanas se fueron volando y Felipe no salió de mi cabeza en ningún momento, mi parte privada lo extraña como nunca, me dejó de una manera que ni porque tuviera más ganas podría estar con él, ni con nadie. Hasta la pobre de mi cuñada se dio cuenta de mi molestia, quiero estar con él, otra vez, pero no atiende mis llamadas y poco viene para la casa de mi hermano, no pienso ir a su empresa, no pienso suplicar, al final ya tuve lo que quería, quedé picada, pero que se puede hacer. Como diría mi padre; así es la vida. Termino de alistarme y entra Sergio con un hermoso traje de tres piezas de color negro, se ve poderoso y hermoso, me sonríe y le da un abrazo por detrás mirándome a través del espejo. Llevo un vestido, hasta las rodillas ceñido a mi cuerpo y un escote respetable. —Estás hermosa Sam, hoy es un día muy importante, saldrá la colección en la que trabaje por meses, es muy importante para mí y más porque estás aquí y eres unas de las piezas que tanto me gusto pi
Al bajar del auto, me extiende su mano curvando sus labios, y no puedo evitar que mis mejillas se enciendan, parezco pendeja. Causa en mí algunas cositas que me asustan y puedo evitar empaparme cuando me consume con su oscura mirada.Nos toman algunas fotos, y mis ojos viajan un segundo a su brazo donde reposa mi mano, levanto la mirada y lo consigo mirándome también.—No te hagas películas, eres la hermanita de mi mejor amigo, solo soy tu acompañante como buen amigo del pintor— explica y da palmaditas en mi mano—, tengo que hablar algo importante contigo, así que hagamos esto rápido muero por estar dentro de ti.—Claro, como tú digas— ruedo los ojos y me suelto de firme brazo entrando sin él, no necesito a ningún hombre para llegar a ningún sitio. Me tengo a mí y es suficiente.El lugar es hermoso, más refinado, imposible, los cuadros de mi hermano cubren toda la galería, sonrió al ver mi retrato.Muchas personas bien vestidas me escudriñan de arriba para abajo, también estoy elegan
—Felipe—En ese momento quise maldecir mil veces, no quería girar a mirar a Max, no quería ver a nadie. Me dejaba por irse con ese malnacido, le iba a contar todo, explicarle la mierda que me ha pasado esta semana, no es una obligación y tampoco no sé, por qué carajo iba a hacerlo, no tenemos nada, quedamos que es sexo y ya, ella no conoce lo que cargo encima, el peso que es Rain para mí y ahora más, por lo que está pasando.Una mano se pasea por mi hombro y cierro los ojos con fuerza. Max sigue en el mismo sitio y le doy una mirada que deja más que claro que es lo que le pido.—¿Estás bien, amorcito? — pregunta con una sonrisa, Rain y asiento—, ¿esa joven no es la misma que estaba en tu oficina?—No empieces, por favor, solo es la hermana de Sergio— advierto, y trato de calmarme, y mantener una postura serena, sin embargo, me es imposible.Debo ir por Samantha.—Ah, sí. No la conocía, pensé que era más pequeña. ¿Qué edad tiene quince? — indaga con burla en su voz. Esta mujer, ¡joder
Trato de articular más palabras, pero no me sale, Max es quien se acerca y la desata de sus muñecas, está atada al respaldo de la cama nada más llevando encima su pequeño hilo de pedrería que adorna sus caderas.La ira creció por todo su cuerpo y se ensombreció su rostro y suelta ella misma los nudos que quedan en sus muñecas, trata de cubrirse con una almohada.—¿¡Qué mierda hacen aquí!? ¿¡Por qué lo golpearon!? ¡Fuera de aquí! Maximiliano, llévate a este orangután zoológico, por favor— grita señalando la puerta, me quito el saco y suelto los puños de mi camisa y vuelvo a fijar mis ojos en su cuerpo, curvando mis labios.—Este orangután, te ha dado los orgasmos de tu vida— aseguro y doy unos pasos hacia la cama cuando el animal grita:—¡Seguridad! — me giro y lo golpeó por segunda vez en la cara, quebrando más su nariz—¡Aahh!—¡Cállate y mejor te alejas de ella, es mía!Cae al suelo rodando del dolor y deteniendo la sangre que sale de su nariz. —¡¿Pero qué mierda dices?! ¡Si tienes
—Samantha—Mi corazón latía un millón por hora y la rabia corría por mis venas. Subí al coche del rubio y traté de ocultar lo que sentía, cosas que me dan pavor, nunca me había sentido de tal modo y, menos por alguien como Felipe, aunque nunca he estado con alguien como él, con ese poderío que destila, ese misterio que oculta su mirada, no sé ni cómo explicarlo, no es el hombre que muestra ante todos.Quería gritar todo lo que sentía en ese momento, no puedo creer que sienta celos, celos significan que… no, mejor ni lo repito en mi cabeza, no puedo sentir algo por él, es un orangután mentiroso, y bipolar, él, si puede tener prometida y follar, pues, yo también.Soy yo quien lo invita a un motel al rubio y él me pregunta mil veces si estoy segura. Según sus técnicas son diferentes y eso me causo curiosidad y sí, que eran diferentes. Al entrar en esa habitación, ya no era él, sus ojos azules se oscurecieron y adquirió un nuevo papel, que causó tensión en mí, mi cuerpo se estremecía por
—Samantha—Sigo en su cama y no me quiero levantar, no hay una parte de mi cuerpo que no duela, sin embargo, no comprendo por qué siento esta opresión que me abarca todo el pecho, su loción invade la habitación y aspiro con fuerza dando un largo suspiro.No puedo seguir aquí, me urge buscar a Angus, no puede contarle nada a mi madre, qué vergüenza y no sé la que se armaría con Sergio y Felipe.Sus palabras siguen dándome vueltas en la cabeza, lo diría en serio; que está dispuesto hablar con Sergio, si lo hiciera para mi madre sería la muerte segura.Me levanto y observo mis muñecas, no sé por qué carajo sonrío. Angus está loco, un pelín más que yo.Siento su pesada mirada encima de mí, consumiéndome con esos ojos calculadores que ardían de deseo, contemplaba mi cuerpo y yo a él, con esa vestimenta casual y relajada, se ve diferente, viste un suéter de algodón cuello en V, de color negro, una chaqueta de cuero, un pantalón ajustados y unos Ray-Ban de color negro reposan en su cabeza, c
—Felipe— Marc llega de la nada en mi empresa, es extraño que esté aquí. Ni cuando le ofrecí trabajo de gerente llegó a presentarse. Tontea con Ana, mi secretaria que se va corriendo por donde entro, termino de firmar algunos documentos faltantes para la expansión de mi empresa automotriz, porque en dos semanas me iré del país. —¿Has consumido algo indebido? Si estás en problemas, dímelo — negó y se sentó otra vez en el sofá.No dejo de observarlo y da un largo suspiro.—Felipe… Sam se comprometerá esta noche con Angus. No sé por qué tiene algo en su mirada que no me termina de encajar, pero quien soy yo en esa familia para opinar. Todos están cegados con él, y más la señora Gerber. —¡Marc, no me jodas! ¡Si no tienen ni un mes, que conoce a ese imbécil! — rabio y mi cuerpo se cabrea en segundos, pensé que solo sería un relajo, que no continuo con los golpes que le di, qué cojones tiene ese hombre.Marc se levanta y comienza a ca