Bueno, bueno que las cosas se están complicando bastante ¿Qué creen que busca Esteban?
DANTEMi despacho tiene una entrada secreta que va directo hasta el sótano en donde me encargo de resolver estos asuntos, sin embargo me gusta tener todo bajo control, poder controlarlo todo y es justo por eso que tengo cámaras aquí que me permiten ver toda la casa.Y es justo asi que puedo ver a Lucía entrar al pasillo que conduce hasta aquí.Mirando a Luciano simplemente le digo:—Sigue encargandote.Subo las escaleras sin detenerme a limpiarme y cuando salgo al pasillo entonces lo primero que veo es a Lucía, inmóvil, atrapada entre el miedo y la confusión. —¿Por qué no pudiste obedecerme, Lucia?Mi voz sale más fría y baja de lo normal, pero es que no puedo contener la rabia que me llena. Es la segunda vez que me desobedece directamente.Le di una orden, solo una y ella parece totalmente incapaz de obedecer y eso es algo que no puedo permitir, que en mi mundo no se permite.Noto como su respiración es irregular, y sus manos tiemblan ligeramente mientras me mira fijamente, sus ojos
Cap 32LucíaEl peso en mi pecho es abrumador mientras me quedo en la habitación, con la imagen de Dante ensangrentado clavada en mi mente. Mi cuerpo tiembla y no puedo calmarme, no importa cuánto respire hondo o cierre los ojos. Esas manos manchadas de rojo son una confirmación brutal de lo que él es realmente: un mafioso. Un hombre peligroso. Y sin embargo, contra toda lógica, hay algo en esa imagen que también me da un retorcido sentido de seguridad. Él hará lo que sea necesario para mantenernos a salvo, a mí y a Nico. Esa es la parte que me importa. Nico es mi todo.Mis ojos se desvían hacia mi pequeño ángel, que está profundamente dormido en la cama. Su respiración uniforme y la paz en su rostro me rompen el corazón. La sola idea de que algo o alguien pueda lastimarlo me llena de miedo y rabia al mismo tiempo. Entonces me pregunto: ¿De verdad vi a Esteban? ¿Fue mi mente jugando conmigo, o mi instinto intentando advertirme algo?El sonido suave de la puerta abriéndose me saca d
DanteEl aire en el despacho es denso, cargado con la tensión que Lucía acaba de introducir, puedo sentir cada músculo de mi cuerpo contraerse mientras hago un esfuerzo en mantenerme calmado. —¿Qué sabes de los Vitelli?—, pregunto en un tono helado, la rabia ardiendo bajo la superficie.Lucía me mira, claramente consciente de que está a punto de cruzar una línea peligrosa. Toma un respiro profundo y su voz sale titubeante: —Yo no sé nada, pero estoy bastante segura de que Esteban sí lo sabía…Mis piernas se mueven antes de que mi mente lo procese. En dos pasos estoy frente a ella, mi mano atrapando su brazo con fuerza. —Tienes tres segundos para empezar a decirme todo lo que has oído. Todo. Y por tu bien, espero que cada palabra que salga de tu boca sea verdad.—Ella deja escapar un leve jadeo y susurra, con la voz temblando: —Me… me estás lastimando.Esas palabras me congelan. Bajo la mirada y veo cómo mis dedos están hundidos en su piel. Su expresión mezcla miedo y dolor, y eso m
LucíaMis ojos están fijos en el hombre tendido en el suelo, la mente me da vueltas y una sensación de náuseas me sube desde el estómago. Esto… esto es más de lo que puedo soportar.La imagen es grotesca: su rostro hinchado por los golpes, la sangre seca en su boca y la mirada cargada de burla, a pesar de su estado. Mi cuerpo tiembla y siento que me falta el aire, sin embargo Dante está tan normal como si no hubiese un hombre desangrandose a sus pies y es ahí que entiendo la grandeza de su situación: esto es normal.Lo es porque él es el capo de la mafia italiana y esto debe ser ... .Debe ser nada en comparaciín con las cosas que ha debido ver, que ha debido hacer.Y aún así… Aún así decidí quedarme.Dante da un paso hacia mí, su voz es baja, pero tan helada que me estremece.—Empieza a hablar, Lucía, mi paciencia tiene un límite. ¿De dónde lo conoces?Trago en seco, sintiendo mis piernas tambalearse y mi corazón ir cada vez más rapido mientras intento ordenar mis pensamientos.Mientr
DanteUna hora antes…Han pasado dos días desde la revelación de Lucía sobre su adopción, y no he dejado de buscar respuestas. La red de información que poseo es amplia, detallada y eficiente, pero esta vez me he topado con un muro infranqueable. No hay registros de su adopción, ni documentos oficiales, ni siquiera una mención en archivos antiguos. Es como si Lucía Valdez hubiera aparecido de la nada.Me recargo en el respaldo de mi silla de cuero negro, observando la pantalla con frialdad. Francesca entra en la habitación, su expresión como siempre, serena pero inquisitiva.—Las decoraciones de Navidad han llegado, señor —dice, con ese tono neutral que ha perfeccionado con los años.Cierro la pantalla del ordenador con un chasquido seco y suelto un suspiro. La Navidad. Había olvidado completamente que ya estaba cerca.—Bien —respondo, frotándome las sienes con los dedos.Francesca me observa unos segundos antes de hablar con cautela.—¿Puedo decir algo, señor?La miro con una ceja ar
Lucía—Es para la señora Lucía.Las palabras del guardia retumban en mis oídos como una amenaza latente. Mi cuerpo se tensa al instante, y mi mirada se fija en la caja que sostiene entre sus manos. Por fuera, parece un paquete común, envuelto con papel de regalo de color neutro y un lazo morado. Pero algo dentro de mí se enciende con una alarma silenciosa, como si mi instinto supiera que hay algo más bajo esa aparente normalidad.Miro a Dante, esperando que su frialdad habitual me dé alguna señal de cómo proceder. Trago saliva y digo, mi voz apenas un susurro:—No le he dicho a nadie que estoy aquí... Nadie tiene esta dirección.Dante no cambia su expresión, pero veo cómo sus ojos se oscurecen, analizándome con esa intensidad que hace que mi piel se erice. Con un gesto, se gira hacia sus hombres y su voz suena como un trueno contenido.—¿El paquete pasó los filtros?—Sí, señor. Lo escaneamos y no contiene nada peligroso —responde uno de los guardias, con un ligero temblor en la voz.
DanteNavidad. Un concepto que durante muchos años no ha significado absolutamente nada para mí, en mi mundo no tiene ninguna importancia más que aparentar que seguimos la corriente de la sociedad y tal vez los más viejos lo hacen para dar gusto a sus mujeres.Pero no es mi caso, sin embargo, ahora, gracias a un niño que corre emocionado por la casa, siento que algo de su entusiasmo se me ha contagiado.La última vez que un niño corrió por aquí fue hace mucho tiempo…Me observo en el espejo, ajustando la solapa de mi traje azul zafiro, hecho a medida y perfectamente entallado. No es un atuendo casual para una noche como esta, pero si algo he aprendido es que la apariencia siempre importa. Me miro por un momento más, evaluándome. Algo en mi reflejo me resulta extraño, como si no terminara de reconocerme. Suspiro y dejo el espejo, decidiendo bajar a la cena. Seguramente Lucía y Nico ya están allí, esperándome.Bajo las escaleras con la costa fija en mi celular, tratando de ver si mis
LUCIA La cercanía de Dante me roba el aire. Siento que mi cabeza, mi cuerpo y mis terminaciones nerviosas, todas están haciendo corto circuito ahora mismo. ¿Qué está pasando aquí? Mis ojos están fijos en su rostro y eso solo empeora todo, porque tengo de frente su mirada intensa, esos ojos grises fijos en los míos, mientras que de su mano sigue colgando la rama de muérdago sostenida entre sus dedos. No puedo evitar que todo esto me haga sentir atrapada de una manera que no sé si es del todo mala. Siento el calor subir por mi cuello y maldigo internamente la decoración navideña y a Francesca por colgar esa m*****a ramita justo aquí ¡Ni siquiera estamos en Estados Unidos! Aquí no debería importar nada de esto. —Esto es ridículo… no cuenta si no es de verdad —murmuro con la voz temblorosa, intentando alejarme sin hacer evidente mi nerviosismo, pero mi cuerpo parece tener otras ideas. No entiendo en qué momento la situación se convirtió en …. Esto. Sea lo que sea. Dante ladea l