Fuimos a las calles de las sinagogas después de eso, y vimos algunas, entre ellas la sinagoga de Massat Nahom, que era la más importante.
No dejé de sonreír en toda la tarde, haciendo fotos a todo, sin parar, mientras él hablaba sobre lo agradable que había sido la comida y la historia de la ciudad.
Me compré una cinta en el mercado y la anudé a mi cabello, provocando que él se quedase maravillado al verme.
Me toqué el cuello, avergonzada, sintiendo como la brisa acariciaba mi rostro y echaba mi cabello hacia atrás, para luego bajar la cabeza y mirar hacia abajo, notando como él me hacía la foto de perfil.
Eché la cabeza hacia atrás y me abracé a mí misma, con los ojos cerrados, escuchando de nuevo la cámara.
Me agarré el cabello con ambas manos y miré hacia él, sonriendo pausadamente, admirando como el volvía a disparar.
Se dio la vuelta para mirarme, mientras yo me percataba de que estábamos en frente del hotel.
Rió ante aquella comparación, sin poder evitarlo, haciendo que yo quedase cautiva por el sonido que producían sus cuerdas vocales al retumbar en su garganta. Pareció darse cuenta de que mi mirada había cambiado, porque dejó de reírse, y miró hacia mí con calma, mientras levantaba la comisura de los labios, dibujando una tenue sonrisa hacia mí, provocando que yo lo hiciese también.
Cuando entré en la recepción había una personita esperándome allí, lo que provocó que me quedase totalmente estupefacta al verla allí de pie, frente a mí.
Caminamos hacia la habitación mientras Bárbara no dejaba de elogiar mis ocurrencias, riendo sin parar al recordar la cara de la recepcionista.
CAPÍTULO 5Al día siguiente, tuve que hacer verdaderas virguerías para que Jakim y Bárbara se marchasen a ver la ciudad vieja antes de las nueve, pues no quería que me sermoneasen sobre lo peligroso que era confiar en alguien al que acabas de conocer. Ya sabía que lo era, era demasiado inocente y solía confiar en las personas con facilidad, como me pasó con Jairo. Pero no me apetecía pasar el día con ellos, pues sabía que no dejarían de ponerse ojitos en toda la mañana y sinceramente, me había caído bien Alî.***Aún no podía creer que le hubiese propuesto volver a verla de nuevo, yo no solía ser así para nada, y menos con una extranjera. Para mí todas las mujeres sólo se
Paseamos largo rato por la paya, riendo de vez en cuando, mientras él me contaba anécdotas sobre su madre.Acababa de contarme sobre su madre regalándole un caballo de madera cuando una pregunta apareció por mi mente.¿por qué se fue? – pregunté hacia él, provocando que él se detuviese junto a la orilla, con sus pies descalzos mirándome con detenimiento – no quería… - me disculpaba, pues no quería inmiscuirme demasiado en aquel asunto y quizás le habría molestado mi pregunta.Mi padre eligió a otra esposa – aseguró, haciendo que le mirase boquiabierta – y ella no pudo soportarlo.He oído que aquí, la gente no se casa por amor – aseguré, provocando que él riese al escucharme decir aquello.<
Me sentía cohibida, el beso que él me había dado había despertados sentimientos en mí que jamás pensé que sentiría, ni si quiera los había experimentado con Jairo.Caminábamos por la playa, de nuevo, de camino hacia el hotel, mientras yo seguía pensando en todas aquellas sensaciones que eran nuevas para mí.No había vuelto a decir una palabra desde que sentí sus labios sobre los míos de aquella manera. Me sentía absolutamente perdida en aquel momento, pues había pensado que aún sentía algo por Jairo, pero tras ese beso, todo lo que sentía por él se había quedado en segundo plano al sentir aquellas mariposas en el estómago.No podía dejar que aquello me nublase mucho más, yo apenas le conocía, no pod&i
Al día siguiente, salí con Bárbara del hotel, directa hacia el mercado de las babuchas, donde habíamos quedado con Jakim. Aunque, yo había decidido quedarme poco tiempo con ellos, pues no quería volver a ir a la playa, y allí es a donde se dirigían aquellos dos.Me despedí de ellos, para luego pararme en un puesto de pendientes, había unos realmente preciosos, pero pronto olvidé aquello…Hola, princesa – dijo una voz junto a mí, haciendo que ladease la cabeza para mirarle, sintiendo algo revolotear en mi interior.Ali – reconocí, para luego sonreír hacia él.¿te apetece pasar el resto del día conmigo? – preguntó con calma, admirando como yo asentía – vamos al mirador Kasbah.
Bajé al mercado justo después de desayunar, una parte de mí deseaba volver a encontrarse con aquel hombre, pero la otra seguía los consejos de Jakim sobre que él era peligroso, y evitaba los callejones desiertos.Me paré en el puesto de la otra vez y me compré el pañuelo en todo turquesa, pues hacía un calor terrible y me dolía la cabeza de sentir el sol pegando sobre mi cabeza directamente. Me coloqué el pañuelo sobre la cabeza con la ayuda del tendero, que me aconsejaba de colocarlo como si fuese una mujer musulmana, aseguraba que tendría menos problemas si me hacía pasar por una mujer de la ciudad.De nuevo, me sentía observada, pero nada sucedió aquella mañana, nada importante, fui a hacer un poco de turismo junto a Jakim y Bárbara.Nos levantamos del
Le abofeteé tan pronto como escuché aquello, dolida por darme cuenta de que tal y cómo había esperado todo había sido un montaje, todo había sido premeditado, había sido mentira.Me miró molesto, agarrándome con fuerza del brazo, mientras tiraba del pañuelo que tapaba mi cabello con su mano libre, de malas maneras, quitándomelo y tirándolo al suelo.Tiró de mi mano y me condujo hacia una habitación de matrimonio, bastante desordenada y con un olor muy peculiar a cuero.Descansa – ordenó, soltándome la mano, mirando hacia el suelo – va a ser un día largo.No voy a quedarme aquí ni un minuto más – le espeté, molesta – no quiero estar lado de un manipulador como tú por mucho más tiempo. Llamar
Me sentía totalmente perdido, no tenía ni idea de por qué lo había hecho, pero la deseaba demasiado como para poder controlarme a mí mismo.La apoyé en el suelo y le acaricié el rostro, despacio, sin dejar de mirarla. Pues lo cierto es que, aunque sabía que aquello era un error, no estaba arrepentido.Dime que no me estoy equivocando contigo – rogó, provocando que dejase de acariciarla y mirase hacia sus ojos, al mismo tiempo que negaba con la cabeza.Soy un contrabandista – aseguré, provocando que ella cambiase su mirada, parecía defraudada – pero cuando estoy contigo… - comencé, sin saber exactamente como decir aquello – … dejo de serlo.¿qué es exactamente lo que quiere decir eso? – preguntó ella, confusa, mientra
Llevaba tres días vigilando el hotel, pero no parecía que ningún extranjero saliese de él, tan sólo lo hacían los procedentes de otra parte del país.Ya casi había perdido la esperanza de verla, aunque lo cierto era que aún no sabía bien qué hacía allí, sabía que si Hammed se enterase de que tenía el más mínimo interés en ella todo se iría al demonio, pero necesitaba saber que ella estaba bien, que no había llamado a su padre, que el transporte seguía en pie, pero, sobre todo, necesitaba verla.Salió del hotel con aquel pañuelo turquesa sobre su cabeza, y un largo vestido negro hasta los pies, seguida por la que parecía ser su amiga. Me escondí jus