Llevaba tres días vigilando el hotel, pero no parecía que ningún extranjero saliese de él, tan sólo lo hacían los procedentes de otra parte del país.
Ya casi había perdido la esperanza de verla, aunque lo cierto era que aún no sabía bien qué hacía allí, sabía que si Hammed se enterase de que tenía el más mínimo interés en ella todo se iría al demonio, pero necesitaba saber que ella estaba bien, que no había llamado a su padre, que el transporte seguía en pie, pero, sobre todo, necesitaba verla.
Salió del hotel con aquel pañuelo turquesa sobre su cabeza, y un largo vestido negro hasta los pies, seguida por la que parecía ser su amiga. Me escondí jus
Después de aquel día todo se intensificó un poco más, aquel sentimiento que ambos sentíamos cuando estábamos juntos, cuando nos entregábamos a aquella pasión.Mentía a mis amigos para escabullirme hacia la medina, me escapaba a su casa y me entregaba a él, entregaba mi cuerpo a aquel hombre sin pensar en nada más, sin pensar en que en tan sólo unos días me marcharía a España y no volvería a verle jamás.Apenas hablábamos demasiado sobre lo que sentíamos, sobre la situación o sobre nada importante en realidad, tan sólo hablábamos de cosas mundanas, de nuestra vida antes de conocernos y de nuestra familia.El día anterior había sido maravilloso, me había llevado al mirador y me había hecho
Casi una hora después ella había dejado de llorar, parecía encontrarse demasiado débil para impedir que limpiase sus lágrimas y la acostase en la cama.Descansa – rogué, apenado, mientras tapaba su cuerpo con una fina colcha, sin dejar de mirarla.Me levanté de la cama y acaricié con la yema de sus dedos su rostro, aterrado de no volver a verlo jamás.Dejé caer mi mano tan pronto como me percaté de que debía marcharme y dejarla ir, a pensar que eso me rompiese el alma, no podía aferrarme a ella, a pesar de que sabía que eso me destrozaría. Ella no se merecía a alguien como yo a su lado, merecía mucho más.Siempre lo supe, ella era una persona tan pura… tan inocente, no merecía que nadie la hiciese ll
Cuando Bárbara volvió al hotel intenté hacer como si nada sucediese, me costó más de lo que pensé, pero ella no pareció percatarse de nada, parecía absorta en sus pensamientos. No dejaba de hablar sobre lo mucho que iba a añorar a Jakim.Aquella tarde, cuando casi había anochecido salí del hotel, pues necesitaba despejarme un poco, despedirme de aquel bello lugar, aquella hermosa ciudad que tan buenos y malos recuerdos me había traído.Caminé por la medina, adentrándome más y más, sin apenas darme cuenta de a dónde me dirigía, absorta en mis pensamientos sobre él, sobre mí, sobre aquella mentira que no había sido real.¿por qué estás aquí? – Preguntó una voz frente a m
Su vuelta a casa fue un verdadero infierno para mí, no podía sacarla de mi cabeza, ni siquiera cuando estaba con otras mujeres, ni siquiera cuando intentaba retomar mi vida. Parecía que había causado un caos en mi interior, parecía imposible reponerme después de haberla perdido.Aneesa estaba sobre mí, en mi habitación, en mi cama, dándome placer, o al menos esa era la idea, porque no podía sentir absolutamente nada.La eché a un lado antes de que hubiese terminado, agarré un par de billetes de la mesilla de noche y se los tiré a la cara, mientras ella me miraba sin comprender.Vete – le espeté, molesto, como si ella tuviese la culpa de aquello, levantándome de la cama para vestirme con una túnica, sin tan siquiera poner demasiado empeño en ello.
No sé en qué momento se había ido todo a la mierda, pero en aquel momento me sentía realmente perdido, ya ni siquiera me sentía con ganas de seguir con aquel negocio, tan sólo quería quedarme a su lado, a pesar de que sabía que aquello era imposible, jamás podría quedarme a su lado, mi familia jamás lo permitiría.Y enterarme de que ella me amaba tan sólo hacía que mi corazón doliese un poco más.Me paré frente a la panadería, observando como ella atendía a un señor mayor, poniendo la bolsa con el pan sobre la mesa, con posterioridad.Al menos me alegraba de volver a verla, aunque aquello nos trajese problemas y dolor a ambos.***Levanté la vista del mostrador para
Mi padre estaba tan ilusionado con aquel nuevo transporte, que me parecía inhumano decirle la verdad, decirle que nos estaban utilizando para transportar droga desde el puerto de Algeciras hasta Granada. Así que mantuve mi bocaza cerrada durante dos largos días, pero al tercer día, en el que le escuché hablar maravillas de Alí el árabe, no pude evitar levantarme de la mesa, molesta y salir huyendo hasta su hotel.Sabía de aquel lugar por mi padre, pues ya se habían reunido en su habitación varias veces, para ultimar los detalles de la recogida y de la entrada.Cuando llegué a su hotel estaba completamente empapada a causa de la maldita lluvia que había comenzado a caer sobre mí cuando apenas salí de casa.Llamé a su puerta con insistencia, observando como él abrí
Me desperté en mitad de la noche, con una fuerte punzada de hambre, apenas había almorzado, y después de visitar su casa, no me había dado tiempo a volver a comer.Me acerqué al filo de la cama y volví la cabeza para mirarle, de nuevo estaba hermoso, durmiendo sobre su cama de aquella manera. Sonreí al verle allí, junto a mí, pero perdí la sonrisa tan pronto como me di cuenta de que él no era mío, tan sólo estábamos cometiendo equivocaciones, porque aquello nunca podrí funcionar.Recogí la ropa del suelo y me vestí con ella, apresuradamente, y sin que él pudiese hacer nada, salí de la habitación, caminando a paso ligero hacia recepción, para luego dirigirme hacia casa.Aquello había sido un error, una equivocación, y parecía que
Cuando desperté aquella mañana, él se encontraba junto a mí, acariciándome el ombligo con la yema de sus dedos. Haciéndome comprender que de nuevo habíamos vuelto a acostarnos.Me levanté de la cama, enfadada conmigo misma, y empecé a vestirme con rapidez, provocando que él lo hiciese también.Esto no puede volver repetirse – le espeté, molesta, frente a él, que me impedía caminar hacia la puerta de su habitación - ¡por dios santo! Eres el hombre que me engañó, que me usó sólo para conseguir… - pero me detuve al sentir su mirada sobre mis labios – deja de mirarme así – le imploré.Me besó de nuevo, provocando que me olvidase de todo, de nuevo, y me aferrase a sus labios.Me quit