*Elizabeth*El tiempo realmente pasó muy rápido, antes de que lo supiera ya había pasado una semana, Morgan dejó de quejarse de dolor al tercer día, pero en definitiva se convirtió en una niña mimada por culpa de Nita, la señora era demasiado consentidora cuando se trataba de Morgan y sus caprichos, pasando casi todo el día cocinando postres para la glotona de mi esposa, es más, era muy posible que la perezosa pelinegra hubiera aumentado varias libras de peso, Nita era la más contenta con eso porque decía: “No hay nada más bonito que unas mejillas rellenitas, las cuales puedas apretar” la señora madura actuada como una abuela muy permisiva, y la pelinegra era su nietecita encantada de chantajearla para obtener más porciones de sus magníficos pasteles.Me era algo obvio que Morgan era terca y caprichosa en ciertos aspectos que parecían muy importantes para ella, aunque yo no los entendiera del todo, pero en definitivo Morgan no estaba hecha para ser un paciente, era demasiado fastidios
*Morgan*Cargar los fardos era la tarea más fácil que podían darme, pero aun así era demandante físicamente, no es como si me quejara, después de todo todavía tengo el cuerpo magullado y lastimado, aunque no duela como los primeros días, eso no quería decir que no doliera la mayoría de veces que hacía algún esfuerzo, Sasha y Grant ya se habían burlado de mí varias veces al verme quejarme, los muy malditos eran crueles con sus imitaciones sobre mí, siendo sincera parecían más gallinas ebrias. Hoy era un día caluroso, solo es media mañana, pero se siente como si fuese medio día en punto, con el sol brillando en lo más alto del cielo y no hay una mendiga nube cerca, el lugar donde trabajábamos era un terreno vacío.-Soy un artista y este mi cuadro en blanco- bromeo Mark cuando llegamos al lugar.El trabajo empezó descargando todo lo que necesitáramos por el momento, era duro, pero divertido, los chicos hacen del trabajo algo muy divertido, no han parado de hacerme bromas sobre el accide
**Elizabeth**-¡Quiero que se larguen!- ordeno a mis ingenieros, los cuales se han mantenido en silencio desde que Morgan dejó la oficina-¡FUERA!- grité fúrica.Los tres ingenieros salieron despavoridos de la oficina, dejándome completamente sola.“¡Elizabeth Humman eres el demonio mismo personificado a la perfección!-escucho la voz de Morgan retumbar en mi cabeza-¡arrogante, pretenciosa, caprichosa, calculadora, fría, astuta, controladora, una maldita entumecida por tu síndrome de superioridad arrogante!”Las palabras de Morgan me dolían de forma horrible, no creo que alguien más que la pelinegra me haya lastimado de esa manera.Me abracé a mí misma, tratando de protegerme del ataque invisible que estaba recibiendo por parte de algo dentro de mí, que Morgan había causado con sus palabras, las lágrimas comenzaron a derramarse por mis mejillas y el dolor en mi pecho crece al punto que lo único que puedo hacer es tratar de consolarme yo misma.Pero la triste verdad era que deseaba que l
*Elizabeth*Llore una eternidad en los brazos de mi padre, el cual solo me sostuvo hasta que termine de desahogarme, al final solo me sonrió con ternura y me mandó a casa, no puse mucha objeción, estaba exhausta y molesta era evidente, tanto que al llegar al departamento la Sra. Nita inmediatamente al verme se preocupó, claro que negué todo, pero aun así no pude evitar sus atenciones, la dulce señora me preparo un té para serenarme, para cuando ella tuvo que retirarse ya me encontraba más calmada. No sé cuánto tiempo paso antes de que la soledad se sintiera algo asfixiante, comienzo a revisar todos los documentos de los últimos informes que presentaron los ingenieros, para matar el tiempo.Escucho la puerta golpear y mi corazón repiquetea nervioso.Morgan aparece bañada y con ropa limpia, para mi desgracia la muy maldita se ve condenadamente sexy con ese estilo de Bad Boy que se carga, me sonríe tímida dejándome ver sus pícaros hoyuelos, su mirada clavada en la mía, ella se acerca des
*Morgan*Elizabeth en ocasiones actúa de una manera tan tierna que me hace imposible la tarea de no sentir nada por ella, miro a la rubia esforzarse por esconder una sonrisa feliz, pero sus ojos brillantes la delatan, toma el menú para esconder sus mejillas rojas, sonrió al verla actuar tan normal, me mira un par de veces sobre su menú apartando la mirada en cuanto alzo la mía para verla.-Morgan, ya sé cómo me compensarás- me dice levantando su rostro para verme, su cara tierna se remplaza por una expresión seria, le regalo una sonrisa entusiasmada por sus palabras- quiero que me cuentes quien era Madeleine para ti- me pide, mi aliento se atora en mis pulmones, mi sonrisa cae y de repente tengo la necesidad de apartar mi mirada de la de ella, escondiéndome con pesar. Mis pensamientos se sacuden hasta convertirse en un torbellino, me tomo mi tiempo para responder, cuando vuelvo a encontrarme con la mirada de Elizabeth, sé que esto no terminara bien– Bien, voy a contarte sobre Madele
*Elizabeth*- ¿Cómo?, ¿Cómo pudiste superarlo? - pregunte después de un tiempo tratando de digerir la historia recién contada- ¿Cómo se supera algo así?Morgan traga su comida, me mira como si tratara de encontrar una respuesta en mis ojos, aparta la mirada negando- No lo haces, no puedes superarlo- responde al final de lo que parece una larga lucha interna- No es como si fueran a olvidarlo de un día para otro, no hay tiempo que te haga olvidar algo así, yo no lo supero, pero por un tiempo solo aprendí a fingir que no había pasado.-¿Psicólogo?- mi pregunta le saca una risa que se escucha melancólica.-Sí, apareció una después de un puñado de idiotas refinados que se dieron por vencidos después de un par de terapias conmigo, apareció esta mujer-se ríe con diversión y un brillo en los ojos- Una loquera poco ortodoxa que me dejo fingir tanto como quise, durante meses hablamos de cualquier idiotez que se me ocurriera, ella escuchaba las cosas que decía, se reía de cada mal chiste que con
*Morgan*Llegar a casa tardó una eternidad, al subir por el ascensor compartimos miradas llenas de anhelo y complicidad los pocos minutos que tardó la caja de acero en dejarnos frente a la puerta del ático fueron una tortura, nada más cerrar la puerta principal Elizabeth unió nuestras bocas en un beso demandante y ansioso empujando su lengua contra la mía intentando tener el dominio sobre mi boca, le rodeo la cintura con mis brazos levantándole del suelo, ella me rodea con sus piernas mi cintura, la apoye contra la pared aplastándola con mi cuerpo, nuestras bocas juntas devorándonos, robándome el aliento, compartiendo en silencio nuestros sentimientos. - ¡Morgan! – Elizabeth apenas jadea mi nombre contra mi boca- Por favor -me suplica.-Tranquila, mi amor – trato de consolarla mientras le bajo de los hombros los cordoncillos del vestido para desnudar sus pechos, dejo su boca por un momento para apreciar sus perfectos senos blancos como dos bolas de nieve, con los pequeños pezones ros
*Morgan*-Bromeas ¿no? Lo que dices es muy serio, Elizabeth- mi tono es serio, pero mi rostro es de total sorpresa- Esto es algo muy serio, mujer, dime ¿hace cuanto no tienes unos días libre? - pregunto intrigada.-Deja el drama Morgan no es algo tan serio- me dice mientras toma otro bocado de comida, le pongo rostro serio, ella suspira en respuesta- Creo que la luna de miel no cuenta ¿verdad? Así que serían unos cuatro años sin vacaciones, que te puedo decir he estado bastante ocupada-¡¿Qué?!- se me escapa el chillido ahogado.-Hacerse cargo de una empresa no es para nada fácil, a veces tienes que hacer sacrificios- me dice gruñona- Sabes tener tanto dinero, no es tan divertido como la gente puede llegar a pensar, debes trabajar para retenerlo, trabajar para no perderlo y trabajar mucho más para multiplicarlo-su mirada se desvía con algo de melancolía- Por lo que tienes hay que sacrificarse, una de las lecciones de mi madre- me sonríe triste.-Tu madre necesita algún tipo de terapia