Dios, estoy sudando tanto que parece que estoy en un horno, además de que tengo la garganta seca y mis manos están temblando, ¿Cómo es que me había metido en semejante lío? ¿En qué momento se nos había ocurrido semejante idea?, ¡¿Y qué demonios decía el juez?!
Ella realmente no sabía en lo que se estaba metiendo, conocía muy poco de la mujer que tenía enfrente suyo. Sin embargo, fue ella misma quien tomó la decisión de meterse en todo este lío por su familia. Todo formaba parte de un plan de ambas para que cada una pudiera conseguir lo que realmente deseaba.
Con la ansiedad a tope en uno de los salones más importantes de la ciudad estaba ella, a punto de tomar una de las decisiones más importantes de su vida. Su determinación y cobardía no compaginaban, a punto de salir corriendo y dejar todo tirado.
-¿Señorita Collings? ¿Qué responde? -preguntó el juez, un hombre de a finales de los 50 años, con una melena un poco oscura ocultando muy poco los rasgos de su edad. Su mandíbula era ancha y severa. Mostraba una pose un poco dura ante los demás, pero su mirada hacia Morgan ya demostraba un poco de inquietud ante la duda que ella reflejaba. - ¿Y bien? - me cuestionó irritado.
-Lo lamento es que me he despistado- trato de sonreír, pero ni siquiera logro mover los labios.
-Ya lo imaginaba- gruñe- Bien ponga atención jovencita. Morgan Samantha Collings acepta usted a la señorita Elizabeth Mary Humman como su legítima esposa, para amarla, respetarla, cuidarla en la salud y enfermedad, en la riqueza y pobreza todos los días de su vida hasta que la muerte las separe- repitió todo de nuevo, pero no con la misma emoción que al principio.
La duda seguía en sus ojos, estaba segura de que iba a necesitar más que un solo trago de whisky esa noche, pero aun así tomó valentía para contestar - ¡Sí! - con voz temblorosa logró articular.
Volteó a ver a la que sería su futura esposa, era una mujer muy hermosa - pienso con la locura tragándome por completo - ¡Dios, ella es hermosísima! A mediados de los veinte, sus ojos de color ámbar son iguales a los de una cervatilla, su piel es tan blanca como el marfil y su cabello rubio rojizo ondulado a juego con su bello vestido la tenían hechizada, su sonrisa le resultaba amistosa cuando decidía revelarla, algo que no pasaba con mucha frecuencia. - Pero a pesar de la belleza que tenía frente a ella el pánico seguía subiendo por su garganta.
- Sí, ¿qué? - pregunta el juez.
Volteo para enfrentarlo, le veo fijamente, carraspeo un poco para poder hablar- Acepto-digo convencida más para mí que para todos en la sala.
-Bien al fin-suspira el juez- Elizabeth Mary Humman acepta usted a Morgan Samantha Collings como su legítima esposa, para amarla, respetarla, cuidarla en la salud y enfermedad, en la riqueza y pobreza todos los días de su vida, hasta que la muerte las separe- pregunta ha Elizabeth.
-Si acepto- dice sin dudarlo ni un segundo.
Mi corazón palpita como un bombo al escuchar lo siguiente- Por el poder investido en mí, ¡Yo las declaro esposas! -dice por fin sonriendo, se inclina así el frente- ¡Puede besar a su esposa! - me dice. Entonces mi corazón deja de palpitar
Me muevo lentamente como si tuviese miedo de asustar aún oso embravecido, me enfrento a la mirada más tierna del planeta, pero estoy incluso más aterrorizada que antes, tengo la boca seca, ahora estamos a la misma estatura ¡Gracias a Dios por los tacones! Levanta la comisura de su labio en una sonrisa, y yo, deseo correr despavorida gritando como una lunática.
Es Elizabeth quien se acerca, pero soy incapaz de moverme... la veo acercarse y suavemente como para no espantarme más, desliza su brazo por mi hombro, su mano me toma por la nuca para encaminarme, Me dejo guiar por ella y cuando nuestros labios están a un suspiro de tocarse cierro los ojos y hago por lo que me pagaron.
Junto nuestros labios, pero nada más, sin deseo o placer, sin emoción o pasión de ningún tipo, le rodeo con mis brazos la cintura y aprieto su cuerpo contra el mío por los minutos que dura el beso, mantengo cerrado los ojos. Volví abrir los ojos solo cuando estuve completamente segura que había distancia entre ella y yo.
Elizabeth me veía con esos ojos que podían hacer que un hombre se lanzase de un barranco, con esa carita angelical que haría que un rey prendiera fuego a todo su reino por verla, con el semblante de su cuerpo orgulloso y perfecto, ese mismo que condenaría al infierno al mismísimo Zeus si ella lo quería. Esa era Elizabeth Humman una mujer que haría arder al mundo si quería, cualquiera que no la conociera bien, compraría la dulce fachada sin titubear creyéndosela y venerándola por ello, claro hasta que descubriera que Elizabeth Humman era el demonio mismo y personificado a la perfección, arrogante, pretenciosa, caprichosa, calculadora, fría, astuta, controladora y lo peor de todo increíblemente hermosa.
Elizabeth Humman era el nombre de la condenación.
En la sala solo se escuchaban los aplausos de los presentes, aunque el ambiente no era lo que esperaban para una boda, su aspecto un poco fúnebre hacía que Morgan desconfiara un poco más de la gente rica.
-¡Felicidades Morg lo tengo que admitir, jamás nos imaginamos esto!-una pesada mano cae sobre mi hombro interrumpiendo mi análisis de Elizabeth, me hace girar como trompo y el gorila me cae encima abrazándome por los brazos y levantándome del suelo- ¡Casi me creí la historia de que terminarías por convertirte en una vieja cascarrabias!- Tony me suelta dejándome caer el golpe contra el suelo me saca de balance, pero él rodea mi cuello con unos de sus inmensos brazos y vuelve abrazarme- Vamos pequeña escúpelo ¿Cómo lo has logrado?- suelta una carcajada que resuena por toda la habitación.
Cada persona en el lugar nos observa algunos hasta con cara de espanto, pero no importa Tony era un gigante de goma, el tipo era grande pero manso como un caniche, y Tony era mi mejor amigo desde que tenía uso de razón y es muy lógico nuestras madres se conocían desde pequeñas, crecieron juntas e incluso se casaron juntas, por lo tanto, la amistad de Tony y yo iba más allá, somos hermanos, y él es un hermano muy fastidioso.
-Vamos escúpelo peque ¿Cómo has conseguido hacerte de semejante mujer? - vuelve a preguntar con una gran sonrisa en sus labios, me sujeta las mejillas pellizcándolas- ¡Porque tan guapa no eres! - se carcajea jalándome los cachetes.
-Depende los ojos que la miren- interviene la voz más fríamente suave del mundo- Además fue lógicamente ¡suerte! -Elizabeth ya estaba frente a nosotros con una dura mirada que ser disimulaba muy bien en sus ojos, pero yo la podía ver claramente, y no me gustaba como miraba a Tony porque era mi mejor amigo- Arrugas tu traje querida, y aún no nos tomamos las fotos de la ceremonia- me lanza una mirada severa, con una sonrisa en la boca a Tony que me soltó de inmediato.
-De lo que te preocupas quien hará caso a eso, nadie más que tú, ¡querida! - dije secamente.
El rostro de Elizabeth se endureció, pero no perdió ni el encanto o la sonrisa.
-Vamos, peque que tiene razón, no puedes andar allí como una vagabunda en tu propia boda, si tu madre te ve así te ganarás una hostia- reía Tony para calmar las aguas.
-Si tienes razón pequeño Tony- le devolví la sonrisa a mi amigo- venga acompáñame, tengo que hacer algo antes de que mi madre me atrape- le digo, pongo mi atención en Elizabeth, que solo nos veía- vuelvo en cinco minutos- le dije y pase a su lado.
Tony no dijo nada, solo me siguió el paso, incluso cuando entre al baño de mujeres no me dejo, abrí la puerta del primer cubículo y me enterré en el retrete vomitando todo lo que tenía en el estómago que no es mucho porque en la mañana no pude pasar bocado, arcada tras arcada me despojé de todo el contenido de mi pobre estómago.
-Oye, he escuchado historias locas que se dan en las bodas- dice Tony- pero esta- hizo una pausa dramática- es la más extraña.
Me apoyo en la pared y me dejo caer sentada sobre mi culo.
-Bueno, seguro que en las otras bodas nadie sea casado con el diablo- le digo con una risa triste al borde de las lágrimas.
Inspiré entonces profunda y cansadamente, era consciente de lo que estaba haciendo. Jamás dejaría que mi familia y amigos interfirieran en este negocio, nunca los habría expuesto a situaciones que pudieran arruinar mi relación con ellos. - Ayúdame a levantar, antes de que alguien entre y vea la penosa escena que estoy haciendo – con una media sonrisa Tony se levantó y me ayudó a recomponerme. - Solo límpiate un poco la cara y te tomas tres Whiskys así el demonio de tu mujer no siente el fétido olor de tú vomitó- con una carcajada Tony salió del baño y me esperó afuera. - ¡Oh mi querida! ¿En dónde has estado? Llevo un rato buscándote como dejas a tu esposa sola atendiendo a todos los invitados, acaso así te eduque- me regaña mi madre sin levantar un octavo su dulce voz- venga que ya hay que ir a la recepción, rápido que tu esposa ya te espera- me tomó del brazo. -Mamá suelta que ya no soy una cría puedo caminar yo solita- trato de zafarme, pero no luchó mucho ¿Por qué? Así no me cr
*Morgan* El viaje al aeropuerto fue demasiado silencioso, a pesar de mi cansancio no podía dormir, Elizabeth era otra cosa, tenía la cabeza apoyada en la ventanilla del carro con los ojos cerrados desde hace un rato de solo verla con esos tacones de aguja ya me imagino lo cansada que se ha de sentir. Dejé de verla y empecé a sentir un poco de nostalgia por todo lo acontecido, dos semanas atrás no pensaba en estar casada con la persona que menos esperaba “Si solo hubiese mantenido la boca cerrada, no estaría metida en este dilema”. *Flashback* Dos semanas y media antes. Se supone que Dev tenía que apoyarme y mostrarse comprensiva con mi actual situación, en cambio, la muy desgraciada se reía de mí sin remordimiento. - ¡Por Dios Morg como te pones a solicitar un trabajo en el que no tienes experiencia! - dice ahogada de risa- ¡Qué locura! -Sabes muchas gracias por hundirme- le gruño- Dime cómo esperan que tenga experiencia si no me dan la oportunidad de trabajar, sé que pudo ser
**Elizabeth**Me encontraba realmente cansada, durante todo el día estuve de un lado a otro con los últimos preparativos antes de mi boda, dejar una empresa multimillonaria y multinacional, en plena expansión no era exactamente sencillo, a pesar de mis nupcias los negocios no se detuvieron para nada después de lo que ya había sido un día largo de trabajo se sumó la boda, no fue hasta la recepción que descansé un poco, ahora en la limusina era la primera vez en dieciocho horas que cerraba los ojos. El sonido de tela moviéndose era irritante, abrí los ojos lista para discutir con Morgan sobre el molesto ruido.Morgan parecía estar teniendo un conflicto interno, su cabeza colgaba de sus hombros con clara frustración su cuerpo tenso sobre el asiento y el temblor en su pierna derecha, estaba ansiosa, Morgan parecía un poco miserable en esa posición, aunque, ¿Qué tenía de malo la situación? Ella había accedido a casarse bajo un contrato donde se benefició abundantemente, consiguió lo que qu
**Morgan** Odiaba volar era una de las actividades menos favoritas en mi lista de actividades indeseables. El vuelo se había convertido en algo agobiante, el eterno silencio solo hacía que todo fuera más incómodo, Elizabeth se dedicaba a sus cosas de negocios apenas y me pone atención, ella estaba sentada al otro lado del avión, sonrió al verla, “parece un pulpo” con su laptop en la mesilla, un celular en su mano mientras escribe y un audífono en su oído por el que habla ladrando órdenes en otro idioma que no entiendo, soy consciente de que era posible que esté enfadada conmigo por mi pequeño berrinche, pero no era mi culpa, cuando escuché que alguien más había tocado mis cosas sin permiso me irrite, ella coronó todo actuando como la bruja reina, menospreciando mis sentimientos como siempre, me hacía sentir tonta e infantil. Un suave golpe me saca de mis pensamientos, Elizabeth por fin ha cerrado la portátil dejándola a un lado, también el celular lo deja en la mesilla, coge el bolso
- ¡Mongi, Mongi mírame, mira! - gritaba Mike mientras saltaba sobre la cama de sus padres- ¡Mira Mongi mira como salto! - saltaba como un canguro por todos lados mientras Linda trataba de atraparlo con pánico en el rostro- ¡Vienes a jugar conmigo Mongi! - pregunta el mocoso cayendo sentado en la cama.-No, lo siento canguro, hoy no puedo ir tengo que hacer otras cosas- le dije Mike e hizo un puchero- No llores cangurito, pronto estaré allí para jugar contigo todo lo que quieras.- ¡Pero yo quiero que juegues conmigo ahora! - sollozo el mocoso- ¡Es que ya no me quieres Mongi, Ya no quieres jugar conmigo! - Mike lloraba triste por mi ausencia, el chiquillo era muy apegado a mí, verlo así me parte el corazón pero que podía hacer yo estaba en un yate, en el mar de Grecia a punto de pasar dos semanas en una isla- Mongi, mon…gi- tartamudeaba el pequeño entre el llanto.- ¡Carl ven cariño! - Linda llamó a su hermano para que consolara al pequeño.Su hermano apareció en un instante y tomó a M
**Morgan**A diferencia de lo que muchos piensan sobre mí, no soy una persona extrovertida, tampoco era alguien con un sueño tranquilo, se sorprenderían al saber que la mayoría de mis noches eran asediadas por horribles pesadillas, para mi desgracia la mayoría eran recuerdos que se entrelazan a los malos sueños, esta noche no sería la excepción. No suelo dormir con compañía, aunque mi cama tenga unas quince almohadas que me acompañan por las noches, es gracioso que alguien tan feliz y despreocupado como yo, de hecho, es una persona rota y solitaria, las pocas conquistas que he tenido en mi vida son tan pobres que no cuentan como una interacción real con otra persona, tan superficiales y triviales eran casi un chiste, ¿eran placenteros? Más o menos, sí, pero poco gratificantes.Estoy sola, he estado sola mucho tiempo, amo a mi familia, pero a veces también me alejo de ellos, estoy rota, maltrecha… Elizabeth casi me da pena tomando algo roto como yo.Las pesadillas siempre empiezan reco
**Elizabeth** Madeleine, Madeleine ¿Quién era Madeleine?...Morgan Collings está resultando ser un total misterio para mí, no sé cómo describirlo, pero parece que no conozco nada de ella, como si la Morgan que he conocido estos últimos tres años realmente no existiera, la Morgan que conozco es desvergonzada, extrovertida y siempre está sonriendo, le gusta bromear con todo no se toma nada en serio, tan despreocupada y coqueta que es molesto. Ahora la Morgan con la que estado las últimas 48 horas es muy diferente, se muestra ansiosa, triste y muy distante de casi todo, no sonríe tanto como pensé, y parece que tiene demonios que acechan sus sueños.Las pesadillas de Morgan empezaron a media madrugada, lo que me despertó fue su voz diciendo palabras sueltas e inentendibles, luego pasó a los quejidos lastimeros y los sollozos, Morgan me abrazó acurrucándose contra mí buscando consuelo, puedo ser una perra fría, pero no soy insensible, la abrace contra mi pecho acariciando su cabello dici
**Morgan**El universo debe odiarme intensamente para hacerme blanco de sus chistes cósmicos, era media tarde ya y estoy en el jardín de la única cabaña en toda la isla, es bonita, pintada en tonos tierra que contrasta mucho con el verde del jardín y el azul del océano, se podía respirar cierta tranquilidad en el ambiente casi me hace olvidar que no estoy aquí de vacaciones. Me pateó mentalmente, parece que soy experta olvidando que esta situación era algo completamente de interés, un ejemplo era el pasado momento en el jacuzzi en el cual por un momento olvidé quién era Elizabeth, porque en el momento en que respondió mi beso mi sentido común saltó por la borda, sus labios fueron mi trampa y los sonidos que salían de su garganta ¡arg! “ No pierdas el camino Morgan, concéntrate en tu misión, sobrevive los próximos años sin perder tu buen juicio, y todo estará bien” me repito como mantra.Elizabeth está molesta conmigo, de nuevo, tal parece que su estado natural es odiarme, aunque hay v