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Cuando volvió a entrar, Leonardo había cambiado las sábanas y el vendaje, y se veía mucho más relajado. Parecía estar dormido y Olivia suspiró aliviada. Apagó la televisión y se quedó observándolo, apoyando su rostro en la mano derecha. Suspiró y jugueteó con sus dedos.

Olivia susurró el nombre de Leonardo, pensando en él y en las extrañas palabras que él solía decirle. A veces pensaba que él sentía algo por ella, pero otras veces sentía que la odiaba. Él era tan cálido como indiferente, tan frío y caliente al mismo tiempo. Era muy difícil para ella comprenderlo y muchas veces eso se hacía parte de su vida diaria. Hasta que de pronto...

Ella también se quedó dormida, con sus manos entrelazadas, compartiendo sueños y el amor que sentía por él.

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