Al día siguiente, Leonardo estaba en la oficina ordenando algunos papeles y verificando que todo estuviera en orden. Aunque tenía una secretaria eficiente, sabía que no era Olivia. Ella le entregó unos documentos y él asintió en agradecimiento. Había decidido anotarse en un gimnasio, aunque no estaba de ánimo para eso. Preferiría encontrarse con su fisioterapeuta, quien le había sugerido que sería una buena idea para socializar, aunque Leonardo odiaba estar rodeado de personas.Con desgano, se preguntó cómo había terminado yendo a un lugar del cual ni siquiera sabía la ubicación. Al terminar su jornada laboral, alrededor de las 4 de la tarde, su chofer lo llevó al lugar. Le preguntó si estaba emocionado por su primer día en el gimnasio, pero Leonardo respondió con desprecio diciendo que odiaba su vida.E
"¿Leonardo?", preguntó Olivia en voz alta."Sí, casualmente me tocó este mismo gimnasio", respondió él."Estás parado", comentó ella asombrada."Sí, estoy intentando dejar el bastón", dijo Leonardo."Eso es increíble, ¡me alegro mucho por ti!", exclamó Olivia con entusiasmo y, para sorpresa de Leonardo, lo abrazó brevemente durante dos segundos, lo cual hizo que su corazón latiera de repente.Olivia, al darse cuenta de lo que había hecho, se avergonzó y dijo:"Lo lamento ¿Cómo es que desde que estoy con Ignacio soy muy...?", comenzó a decir, pero fue interrumpida por Leonardo."Lo sé, él transmite mucha energía", afirmó él."Sí, como me comprendes", respondió Olivia."Entonces nos veremos mañana",
Cuando se hizo de noche y Juan se había ido a su casa, Leonardo se quedó solo, mirando al cielo raso, observando algunas telarañas que se habían acumulado, y suspirando. Se preguntaba en qué momento podría sentirse normal como antes. Volver a asistir a galas benéficas y fiestas sin que nadie lo mirara de manera rara. Cerró los ojos como si estuviera dormido, y lo único que recordaba era aquel abrazo, aquel contacto que le erizó la piel y le hizo volver a sentirse vivo.Llegó con bastante ansias al gimnasio, se puso su mejor ropa deportiva que había comprado esa misma mañana, y miró a Olivia, quien se encontraba atendiendo a un hombre sin cabello. Él la observó atentamente.Se veía hermosa, Leonardo no se había percatado de lo bonita que se veía Olivia. Estaba adelgazada y lucía un top deportivo con una c
—Tú piensas que dejé de sentirme así por Leonardo.—Estaba bien hasta que él volvió a aparecer en mi vida y, como un idiota, le respondía al mensaje. Tranquila, la con solo Lucía — comentó Olivia.—Muy bien, has terminado con tu bicicleta — comentó Ignacio, y Leonardo suspiró. Se bajó con ayuda de Leonardo y pronto fueron a hacer abdominales.—La verdad, estaba contento. Había conseguido algunas repeticiones más e Ignacio lo incentivó a hacerlo.—Muy bien, ves que puedes. Eres muy fuerte y capaz — comentó Ignacio hacia Leonardo.—No me ayudas a odiarte — comentó Ignacio riendo divertido.—Sé que Olivia te ama aún — comentó mientras Leonardo levantaba una pesa con sus braz
—Necesitan hablar, Olivia. Tienen que cerrar esa etapa o abrirla nuevamente. Pero lo harán después de que termine de ejercitar a este hombre — comentó Ignacio, señalando a Leonardo y colocando su mano en su hombro.—Ignacio, no hay nada de qué hablar — dijo Leonardo.—Después de que termine de hacer ejercicio este hombre, él se irá a bañar y tú, Olivia, irás con él a tomar una taza de café en la esquina y hablarán. Si aún sigues amándome, volverás conmigo. Si no, pues aceptaré cualquier cosa y lo sabes — afirmó Ignacio. — Y respecto a ti, Leonardo, sé que te haces el difícil, pero eres una persona con buen corazón. Pase lo que pase, es un honor para mí ser tu entrenador — añadió Ignacio, bajando la mirada y alejándo
—Yo te amo más, Olivia — comentó y la besó.Era una pareja peculiar, con personalidades opuestas. Él era amargado y ella alegre, pero ambos tenían buen corazón y se amaban intensamente. Se besaron con cariño e impetuosidad, sin durar ni un solo segundo, aprovechando cada instante y situación para sentirse cálidos el uno con el otro.—Te amo tanto — dijo Olivia, y él sonrió.Continuaron cocinando juntos, perdiéndose entre caricias, confesiones, miradas coquetas y sonrisas que llegaban al fondo de sus corazones. Terminaron de cenar mientras veían una película, haciendo comentarios divertidos, algunos sarcásticos por parte de Leonardo.Finalmente, se quedaron dormidos, acurrucados en el gran sofá, sintiendo que no les hacía falta nada más que estar así, uno con el otro, sintiendo su propio calor y
—No lo digas de manera tan ligera, que quiero llorar — comentó Olivia, sintiendo que pronto comenzaría a hacerlo. —Pues es la verdad, yo te amo — dijo Leonardo, poniéndose de pie y sosteniendo su mano con delicadeza. —Pero yo estoy con Ignacio — comentó Olivia, y su voz se quebró. —¿Y qué? Él quiso que habláramos, le diremos que nos amamos. Y lo lamento por él, pero te quedarás conmigo. No dejaré que él se quede contigo. —Eso suena muy posesivo — comentó Olivia, levantando una ceja, pero con una sonrisa enorme en el rostro, porque lo amaba y estar con él era lo que siempre había deseado en toda su vida. —Pues te amo, Olivia. No amo a nadie más, ni siquiera a Emma. Solo te amo a ti. Quiero que seamos sinceros, como yo lo estoy diciendo en este momento. — Al escuchar eso, Olivia se sintió mal. No solo tenía el secreto de Emma, sino otro muy guardado profundamente. Uno que iba a visitar cada domingo por la mañana. —Está bien — comentó ell
Leonardo, mientras levantaba unas pesas haciendo bíceps, escuchó su teléfono sonar insistente hasta que tuvo que tomarlo.—:—Hola — preguntó confundido.— Señor, la encontramos.Leonardo, sin comprender demasiado, dijo: ¿A quién encontraron? — preguntó sin entender.— A Emma, tiene que llegar a la oficina.—Enseguida voy — comentó Leonardo.Por primera vez en tres largos años, casi cuatro, le decían algo así. Ahora se sentía muy confundido. Sintió que pisaba nubes mientras caminaba hacia los baños, se dio una ducha muy rápida y finalmente se vio listo en el espejo. En ese instante, nunca hubiera pensado que algo así podría llegar a ocurrir.Nervioso, salió corriendo del gimnasio. Ignacio