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Cuando se hizo de noche y Juan se había ido a su casa, Leonardo se quedó solo, mirando al cielo raso, observando algunas telarañas que se habían acumulado, y suspirando. Se preguntaba en qué momento podría sentirse normal como antes. Volver a asistir a galas benéficas y fiestas sin que nadie lo mirara de manera rara. Cerró los ojos como si estuviera dormido, y lo único que recordaba era aquel abrazo, aquel contacto que le erizó la piel y le hizo volver a sentirse vivo.

Llegó con bastante ansias al gimnasio, se puso su mejor ropa deportiva que había comprado esa misma mañana, y miró a Olivia, quien se encontraba atendiendo a un hombre sin cabello. Él la observó atentamente.

Se veía hermosa, Leonardo no se había percatado de lo bonita que se veía Olivia. Estaba adelgazada y lucía un top deportivo con una c

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