—Deja de regañarme como si fuera un niño. —Es que jefe parece un niño siempre. —Quizás lo sea —comentó mientras rasgaba el sobre de azúcar, y bebía su taza de café. —¿Qué harás el resto de la tarde? —preguntó. —Tú tienes que ir a fisioterapia. Yo iré al gimnasio. —Irás a ver a ese chico ¿verdad? —Sí, iré a verlos —comento mientras le cerrará la puerta, y Leonardo subía con la ayuda de su chofer. —Es raro que usted esté en la casa de una mujer ¿Qué tal le fue señor? —preguntó Adrián con entusiasmo. —No pasó nada, yo me quedé dormido mientras roncaba, y ella me preparó el desayuno. Vuelve a trabajar con nosotros. —Es buena noticia. Olivia siempre fue calida con todos nosotros. —¿Qué estás insinuando? —Nada... Qué sería una buena esposa para usted. —Juan también me dice lo mismo, todos me dicen lo mismo. —¿Por qué nadie me pregunta lo que yo quiero? —preguntó enojado.ResponderReenviar Diálogo: "Entonces, ¿cómo te fue con él?", preguntó Ignacio. "Hola Pedro, ¿cómo estuvo
"No lo sé, me dirá algo cuando llegue, aunque ya llevé todas mis cosas y aún no ha llegado a mi casa", respondió Olivia. "¿Y extrañas vivir ahí?", preguntó Ignacio. "No lo sé, es un poco raro, ¿sabes? Estuve viviendo allí durante dos años, y ahora volver es complejo. Aunque me prometió una habitación más grande con jacuzzi", dijo Olivia. "Eso lo cambió todo", concluyó Ignacio, y ambos se rieron. Llegaron a su destino, y él la miró tranquilizadoramente. "Tranquila, puedes hacer lo", le dijo. "No puedo, no puedo entrar de nuevo ahí", respondió Olivia. "Mírame, podrás. Eres increíblemente fuerte y valiente", la animó Ignacio. "Ignacio, con razón todas las chicas del gimnasio están enamoradas de ti", dijo Olivia. "Lo sé, soy encantador", respondió Ignacio y se rió. "No, en serio. No puedo entrar, soy una cobarde", dijo Olivia. "Y sigues enamorada del chico que está ahí adentro, pero no solo piensa que lo haces por el trabajo", comentó Ignacio. "Por el trabajo y para pagarme la
—Eres una aguafiestas, como quería mi jacuzzi ahora mismo — comentó divertido.— ¿Y te puedo acompañar?— No — exclamó horrorizado.— ¿Por qué no? ¿Tienes miedo de que me caiga y no pueda levantarme? — preguntó abriendo los ojos y mirándolo de reojo.—No dije eso y tampoco hice eso — comentó Olivia poniendo los ojos en blanco y dándose la vuelta. Ambos estaban espalda con espalda.—Tu trasero es muy esponjoso — comentó de pronto Leonardo y Olivia no pudo evitar reírse.—Eres un tonto.—Lo soy, y te ves muy bien. Siempre te vistes bonita — comentó, dejando a Olivia confundida, y él se quedó dormido en ese instante.Olivia no podía quitar las palabras de Leonardo de su cabeza. Daban vueltas y lo peor de todo era que lo tenía a su lado. Resignada, se levantó y decidió que lo mejor sería irse a una de esas habitaciones contiguas. La casa de Leonardo estaba llena de las mismas puntas. Fue abriendo una por una y se dio cuenta de que el olor a humedad era insoportable. Al parecer, no las man
—No lo sé... la verdad es que ayer me habían dado una buena noticia, que podía mover un poco los pies, y ahora siento mis dedos. Aunque se quedó mudo, en ese instante, Leonardo pudo percatarse de que podía sentir también sus tobillos.— ¿Qué ocurre? — preguntó asustado Juan.—Puedo sentir mis tobillos y los dedos de mis pies, también las plantillas de mis pies.— Eso es una buena noticia, Leonardo. Quizás pronto puedas volver a caminar.—Sí, no puedo creerlo... me siento tan asombrado.— ¿Por qué?, te lo mereces mucho. Eres una buena persona, aunque no parezca — comentó divertido Juan.—Da igual, quiero dormir, punto.— Entonces duerme, yo me pondré a ver una serie en Netflix.—Como sea, ¿y tu esposa? — preguntó Leonardo.&mda
—Ignacio, tú eres perfecto para mí.— Pero sé que estás enamorada de Leonardo. Ya lo sé.—Sí, lo sé. Pero eso no me importa. Me gusta lo que tenemos, Ignacio. Desde la primera vez que te vi, sonreíste y te abriste a mí como si fuera un desconocido para ti. Te vi tan frágil pero a la vez tan fuerte.— Olivia, tú también me pareces muy linda.—Sé que estás enamorado de alguien más y no te culpo. Yo llegué después. Pero aunque no me quieras, yo sí te quiero. Estoy feliz de que estés aquí, ayudándome a ser una mejor versión de mí misma.Ignacio murmuró mientras sostenía su mano: "Y si me quieres dejar, estaré feliz de haberte ayudado, de haber pasado un pedacito de tu vida y
Olivia mencionó que se compró ropa, fue a la peluquería y se pintó las uñas, mostrándoselas. Juan expresó que le encantaba su cambio y que era tiempo de que se cuidara y dejara de esconderse. Olivia reconoció que tarde o temprano él tenía que saberlo, pero le pidió que estuviera tranquilo y que todo sucediera a su debido tiempo. Luego, Olivia suspiró y tomó la mano de Juan.Tres horas más tarde, Leonardo abrió los ojos y vio a una rubia a su lado, confundido. "Emma, ¿cómo eres tú?", preguntó. Olivia aclaró que era ella, Olivia, solo que se había teñido el cabello. Leonardo, confundido, notó que se parecía mucho a Emma. Divertida, Olivia le preguntó en qué se diferenciaban. Leonardo mencionó sus ojos. Olivia respondió de manera divertida que entonces no era
Cuando volvió a entrar, Leonardo había cambiado las sábanas y el vendaje, y se veía mucho más relajado. Parecía estar dormido y Olivia suspiró aliviada. Apagó la televisión y se quedó observándolo, apoyando su rostro en la mano derecha. Suspiró y jugueteó con sus dedos.Olivia susurró el nombre de Leonardo, pensando en él y en las extrañas palabras que él solía decirle. A veces pensaba que él sentía algo por ella, pero otras veces sentía que la odiaba. Él era tan cálido como indiferente, tan frío y caliente al mismo tiempo. Era muy difícil para ella comprenderlo y muchas veces eso se hacía parte de su vida diaria. Hasta que de pronto...Ella también se quedó dormida, con sus manos entrelazadas, compartiendo sueños y el amor que sentía por él.
Avanzaron y finalmente llegaron frente a una bonita heladería que estaba justo enfrente de un parque. Se podía escuchar el bullicio de niños corriendo, las hamacas subiendo y bajando, y algunos vehículos que circulaban por el lugar. Olivia le prestaba atención principalmente a Ignacio. Tomó su mano y juntos ingresaron. Sentía las miradas y las caras de sorpresa por estar con Ignacio. Pero a ella no le importaba, por primera vez no quería concentrarse en eso. También sentía miradas positivas, algunas porque había bajado de peso y se veía más bonita. Y otras personas simplemente no la miraban. La atención que solía recibir cuando llegaba a un lugar había disminuido notablemente."¿Estás bien?", preguntó Ignacio de repente, sacándola de la nube en la que se había sumergido. "Solo estoy pensando que ya no me