—No puedo creer que yo tenga tres meses.
—¿Te sienta muy bien ser mamá?
—Lo sé, te acuerdas cuando salíamos de bailes y ahora copa solo puedo ver la hora que mi bebé se duerma —comentó burlona.
—En serio te ves muy feliz.
—Ya luego lo estoy Olivia. Pasa, soy una descuidada. Lo siento.
—Necesito...
—Entiendo, pasa en serio tengo una habitación extra.
Olivia con ayuda de su prima, ingresó a la casa.
—Cuéntame qué pasó con tu jefe.
—Te acuerdas, Aquella fiesta del antifaz.
—Claro que sí, porque me preguntas.
—Es que.. conocí a un chico, y al otro día me secuestró y...
—Sí, yo dije que era todo muy romántico, pero no ¡No lo es!
—Bueno, resulta que descubrí hace poco, que Leonardo
—Y ahora te deja dormir.—Sí ha empezado a dormir más de corrido, pero al parecer lo está saliendo una muela, y vuelve a estar fastidiosa y yo... cansada.Olivia en el momento que se quedó solo en la habitaciónhabitación, tuvo que reflexionar.No solo por el color rosa que la invadía por doquier, sino por la nostalgia de estar sola.Era raro, no despertar en la mañana y estar con su jefe.Leonardo, en ese día, se levantó con poco entusiasmo. Había desistido en la búsqueda de Olivia.—No quiere estar conmigo —dijo en voz alta, encogiéndose de hombros.Preparó su desayuno, bebió una taza de café, deslizo la silla de ruedas hasta alcanzar las tostadas. Luego, fue a su baño especial. Se pasó de la silla de ruedas a la otra silla, y se bañó.Al estar listo, co
Suspiro, estaba toda sudada, tomó un gran bocado de agua y se puso de pie nuevamente.A lo lejos lo vio, a Leonardo, gruñendo mientras se subía una camioneta de color azul.Su corazón se detuvo en ese instante. Lo echaba de menos, pero sabía que no era sano una relación así. Se dio la vuelta después para alejarse. Leonardo, había tenido la peor vida.No sabía dónde estaban sus cosas, aún iba así fué sin corbata a la oficina.Había tenido que viajar, la empleada había guardado ropa que no era de la estación a donde iba.Se había muerto de frío, y había tenido que comprar ropa.Ahora no solo estaba enfermo, con una tos que no se iba en ningún momento, sí no molesto. No podía creer que ninguna persona podía ser lo fue suficientemente eficiente que era Olivia.L
—Te veo muy feliz —comentó, acercándose a su lado con la bebé en brazos.—Si él me pidió disculpas —dijo divertida.—En serio, eso es una buena noticia.—Lo es, pero tendré que volver a trabajar.—Eso no es tan buena para mí, te echaré de menos ¿si lo sabes?—Yo también prima, pero si quieres puedo venir los fines de semana.—Eso sería perfecto.—De igual forma me voy el lunes recién, así que no te entusiasmes con la idea de que me marche —comentó divertida.—Yo creo que no —comentó y Olivia levantó una ceja.—¿A qué te refieres?—Ya vinieron por ti —comentó mientras señalaba hacia la puerta.Olivia puso los ojos en blanco y se acercó. Era día vierne
—No lo sabía. —Hay muchas cosas que no sabes de mí —comentó Leonardo y ella asintió. Dejó caer su cuerpo hacia atrás, y él, por algún motivo que ella no comprendió, deslizó su mano por la cintura femenina —¿Qué haces? —preguntó un poco nerviosa. —Nada, quería abrazarte —No, no puedes. —Bueno, ya te abracé —dijo divertido y ella puso los ojos en blanco. —No siempre puedes hacer lo que quieres, lo sabes ¿verdad? —Pues me está yendo bien en hacer lo que quiero —dijo y se encogió de hombros. Olivia, se río divertida, y entrelazó, su mano con la de Leonardo. El mismo, lo dijo nada y ella tampoco. Apoyo, en la mitad de la película su cabeza en el hombro masculino. Se sintió cómoda, y una parte de ella, quiso quedarse allí para siempre. Le hacía demasiado bien estar allí con él. Aunque a pesar de todo, no quería admitirlo y era bastante difícil hacerlo. —¿Te estás quedando dormida Olivia? —preguntó Leonardo cuando los ojos de Olivia ya no eran visibles. —¿Qué? perdón —murmu
—Deja de regañarme como si fuera un niño. —Es que jefe parece un niño siempre. —Quizás lo sea —comentó mientras rasgaba el sobre de azúcar, y bebía su taza de café. —¿Qué harás el resto de la tarde? —preguntó. —Tú tienes que ir a fisioterapia. Yo iré al gimnasio. —Irás a ver a ese chico ¿verdad? —Sí, iré a verlos —comento mientras le cerrará la puerta, y Leonardo subía con la ayuda de su chofer. —Es raro que usted esté en la casa de una mujer ¿Qué tal le fue señor? —preguntó Adrián con entusiasmo. —No pasó nada, yo me quedé dormido mientras roncaba, y ella me preparó el desayuno. Vuelve a trabajar con nosotros. —Es buena noticia. Olivia siempre fue calida con todos nosotros. —¿Qué estás insinuando? —Nada... Qué sería una buena esposa para usted. —Juan también me dice lo mismo, todos me dicen lo mismo. —¿Por qué nadie me pregunta lo que yo quiero? —preguntó enojado.ResponderReenviar Diálogo: "Entonces, ¿cómo te fue con él?", preguntó Ignacio. "Hola Pedro, ¿cómo estuvo
"No lo sé, me dirá algo cuando llegue, aunque ya llevé todas mis cosas y aún no ha llegado a mi casa", respondió Olivia. "¿Y extrañas vivir ahí?", preguntó Ignacio. "No lo sé, es un poco raro, ¿sabes? Estuve viviendo allí durante dos años, y ahora volver es complejo. Aunque me prometió una habitación más grande con jacuzzi", dijo Olivia. "Eso lo cambió todo", concluyó Ignacio, y ambos se rieron. Llegaron a su destino, y él la miró tranquilizadoramente. "Tranquila, puedes hacer lo", le dijo. "No puedo, no puedo entrar de nuevo ahí", respondió Olivia. "Mírame, podrás. Eres increíblemente fuerte y valiente", la animó Ignacio. "Ignacio, con razón todas las chicas del gimnasio están enamoradas de ti", dijo Olivia. "Lo sé, soy encantador", respondió Ignacio y se rió. "No, en serio. No puedo entrar, soy una cobarde", dijo Olivia. "Y sigues enamorada del chico que está ahí adentro, pero no solo piensa que lo haces por el trabajo", comentó Ignacio. "Por el trabajo y para pagarme la
—Eres una aguafiestas, como quería mi jacuzzi ahora mismo — comentó divertido.— ¿Y te puedo acompañar?— No — exclamó horrorizado.— ¿Por qué no? ¿Tienes miedo de que me caiga y no pueda levantarme? — preguntó abriendo los ojos y mirándolo de reojo.—No dije eso y tampoco hice eso — comentó Olivia poniendo los ojos en blanco y dándose la vuelta. Ambos estaban espalda con espalda.—Tu trasero es muy esponjoso — comentó de pronto Leonardo y Olivia no pudo evitar reírse.—Eres un tonto.—Lo soy, y te ves muy bien. Siempre te vistes bonita — comentó, dejando a Olivia confundida, y él se quedó dormido en ese instante.Olivia no podía quitar las palabras de Leonardo de su cabeza. Daban vueltas y lo peor de todo era que lo tenía a su lado. Resignada, se levantó y decidió que lo mejor sería irse a una de esas habitaciones contiguas. La casa de Leonardo estaba llena de las mismas puntas. Fue abriendo una por una y se dio cuenta de que el olor a humedad era insoportable. Al parecer, no las man
—No lo sé... la verdad es que ayer me habían dado una buena noticia, que podía mover un poco los pies, y ahora siento mis dedos. Aunque se quedó mudo, en ese instante, Leonardo pudo percatarse de que podía sentir también sus tobillos.— ¿Qué ocurre? — preguntó asustado Juan.—Puedo sentir mis tobillos y los dedos de mis pies, también las plantillas de mis pies.— Eso es una buena noticia, Leonardo. Quizás pronto puedas volver a caminar.—Sí, no puedo creerlo... me siento tan asombrado.— ¿Por qué?, te lo mereces mucho. Eres una buena persona, aunque no parezca — comentó divertido Juan.—Da igual, quiero dormir, punto.— Entonces duerme, yo me pondré a ver una serie en Netflix.—Como sea, ¿y tu esposa? — preguntó Leonardo.&mda