—Sí —murmuró y él puso los ojos en blanco sosteniendo el vaso.
—Bailemos —sugirió él.
—¿En serio? —y él asintió.
La tomó de la cintura siempre había visto, y le acercó a su regazo. Por primera vez, tenía a Olivia tan cerca.
Vio algo familiar en su rostro cubierto por una antifaz.
"¿Emma?"
Movió la cabeza de un lado al otro, pensando que estaba imaginando cosas que no eran.
—¿Está bien?
—Sí, solo qué te pareces un poco... a ella.
—¿De verdad?
—Tienes algo familiar, olvida lo que te dije.
—Bueno —murmuró ella un poco nerviosa.
No esperaba que él la viera de una manera familiar, sin embargo sabía que para él sería imposible que ella fuera la mi
—Olvídelo. —Lo lamento, no quise gritarle. —No importa, está bien, en realidad es esta noche. —¿Qué? no tendré tiempo de hacer todo eso que usted me dice ¿De dónde quiere que saque unos antifas? —Ya los compré. —Olivia, tú siempre estás anticipada para todo. —Yo... lo afeitaré. —¿Sabes afeitar a un hombre? —preguntó curioso. —Sí, antesafeitaba mucho a mi padre..lo hacía con una navaja. —¿Cómo sé que no me cortaras el cuello? —comentó mientras avanzaba con la silla de ruedas hacia el baño de Olivia. —No lo sabe —murmuró con gracia y él tragó saliva. —¡Tiene que quedarse quieto! —lo regañó. —Estoy muy quieto, al menos quédate tranquila. —¿Por qué? —De la cadera para abajo estoy muy quieto —bromeó. —Es exagerado. Ya le dije que pronto va a poder caminar, con todos esos tratamientos que les hacen. —Puede ser que comience a sentir los dedos de los pies. Pero eso
—No puedo creer que yo tenga tres meses.—¿Te sienta muy bien ser mamá?—Lo sé, te acuerdas cuando salíamos de bailes y ahora copa solo puedo ver la hora que mi bebé se duerma —comentó burlona.—En serio te ves muy feliz.—Ya luego lo estoy Olivia. Pasa, soy una descuidada. Lo siento.—Necesito...—Entiendo, pasa en serio tengo una habitación extra.Olivia con ayuda de su prima, ingresó a la casa.—Cuéntame qué pasó con tu jefe.—Te acuerdas, Aquella fiesta del antifaz.—Claro que sí, porque me preguntas.—Es que.. conocí a un chico, y al otro día me secuestró y...—Sí, yo dije que era todo muy romántico, pero no ¡No lo es!—Bueno, resulta que descubrí hace poco, que Leonardo
—Y ahora te deja dormir.—Sí ha empezado a dormir más de corrido, pero al parecer lo está saliendo una muela, y vuelve a estar fastidiosa y yo... cansada.Olivia en el momento que se quedó solo en la habitaciónhabitación, tuvo que reflexionar.No solo por el color rosa que la invadía por doquier, sino por la nostalgia de estar sola.Era raro, no despertar en la mañana y estar con su jefe.Leonardo, en ese día, se levantó con poco entusiasmo. Había desistido en la búsqueda de Olivia.—No quiere estar conmigo —dijo en voz alta, encogiéndose de hombros.Preparó su desayuno, bebió una taza de café, deslizo la silla de ruedas hasta alcanzar las tostadas. Luego, fue a su baño especial. Se pasó de la silla de ruedas a la otra silla, y se bañó.Al estar listo, co
Suspiro, estaba toda sudada, tomó un gran bocado de agua y se puso de pie nuevamente.A lo lejos lo vio, a Leonardo, gruñendo mientras se subía una camioneta de color azul.Su corazón se detuvo en ese instante. Lo echaba de menos, pero sabía que no era sano una relación así. Se dio la vuelta después para alejarse. Leonardo, había tenido la peor vida.No sabía dónde estaban sus cosas, aún iba así fué sin corbata a la oficina.Había tenido que viajar, la empleada había guardado ropa que no era de la estación a donde iba.Se había muerto de frío, y había tenido que comprar ropa.Ahora no solo estaba enfermo, con una tos que no se iba en ningún momento, sí no molesto. No podía creer que ninguna persona podía ser lo fue suficientemente eficiente que era Olivia.L
—Te veo muy feliz —comentó, acercándose a su lado con la bebé en brazos.—Si él me pidió disculpas —dijo divertida.—En serio, eso es una buena noticia.—Lo es, pero tendré que volver a trabajar.—Eso no es tan buena para mí, te echaré de menos ¿si lo sabes?—Yo también prima, pero si quieres puedo venir los fines de semana.—Eso sería perfecto.—De igual forma me voy el lunes recién, así que no te entusiasmes con la idea de que me marche —comentó divertida.—Yo creo que no —comentó y Olivia levantó una ceja.—¿A qué te refieres?—Ya vinieron por ti —comentó mientras señalaba hacia la puerta.Olivia puso los ojos en blanco y se acercó. Era día vierne
—No lo sabía. —Hay muchas cosas que no sabes de mí —comentó Leonardo y ella asintió. Dejó caer su cuerpo hacia atrás, y él, por algún motivo que ella no comprendió, deslizó su mano por la cintura femenina —¿Qué haces? —preguntó un poco nerviosa. —Nada, quería abrazarte —No, no puedes. —Bueno, ya te abracé —dijo divertido y ella puso los ojos en blanco. —No siempre puedes hacer lo que quieres, lo sabes ¿verdad? —Pues me está yendo bien en hacer lo que quiero —dijo y se encogió de hombros. Olivia, se río divertida, y entrelazó, su mano con la de Leonardo. El mismo, lo dijo nada y ella tampoco. Apoyo, en la mitad de la película su cabeza en el hombro masculino. Se sintió cómoda, y una parte de ella, quiso quedarse allí para siempre. Le hacía demasiado bien estar allí con él. Aunque a pesar de todo, no quería admitirlo y era bastante difícil hacerlo. —¿Te estás quedando dormida Olivia? —preguntó Leonardo cuando los ojos de Olivia ya no eran visibles. —¿Qué? perdón —murmu
—Deja de regañarme como si fuera un niño. —Es que jefe parece un niño siempre. —Quizás lo sea —comentó mientras rasgaba el sobre de azúcar, y bebía su taza de café. —¿Qué harás el resto de la tarde? —preguntó. —Tú tienes que ir a fisioterapia. Yo iré al gimnasio. —Irás a ver a ese chico ¿verdad? —Sí, iré a verlos —comento mientras le cerrará la puerta, y Leonardo subía con la ayuda de su chofer. —Es raro que usted esté en la casa de una mujer ¿Qué tal le fue señor? —preguntó Adrián con entusiasmo. —No pasó nada, yo me quedé dormido mientras roncaba, y ella me preparó el desayuno. Vuelve a trabajar con nosotros. —Es buena noticia. Olivia siempre fue calida con todos nosotros. —¿Qué estás insinuando? —Nada... Qué sería una buena esposa para usted. —Juan también me dice lo mismo, todos me dicen lo mismo. —¿Por qué nadie me pregunta lo que yo quiero? —preguntó enojado.ResponderReenviar Diálogo: "Entonces, ¿cómo te fue con él?", preguntó Ignacio. "Hola Pedro, ¿cómo estuvo
"No lo sé, me dirá algo cuando llegue, aunque ya llevé todas mis cosas y aún no ha llegado a mi casa", respondió Olivia. "¿Y extrañas vivir ahí?", preguntó Ignacio. "No lo sé, es un poco raro, ¿sabes? Estuve viviendo allí durante dos años, y ahora volver es complejo. Aunque me prometió una habitación más grande con jacuzzi", dijo Olivia. "Eso lo cambió todo", concluyó Ignacio, y ambos se rieron. Llegaron a su destino, y él la miró tranquilizadoramente. "Tranquila, puedes hacer lo", le dijo. "No puedo, no puedo entrar de nuevo ahí", respondió Olivia. "Mírame, podrás. Eres increíblemente fuerte y valiente", la animó Ignacio. "Ignacio, con razón todas las chicas del gimnasio están enamoradas de ti", dijo Olivia. "Lo sé, soy encantador", respondió Ignacio y se rió. "No, en serio. No puedo entrar, soy una cobarde", dijo Olivia. "Y sigues enamorada del chico que está ahí adentro, pero no solo piensa que lo haces por el trabajo", comentó Ignacio. "Por el trabajo y para pagarme la