Era la hora de la cena y Victoria estaba jugando con la ensalada servida en su plato. Movía el tenedor de un lado a otro, no había hablado con Mateo desde el día de la fiesta, y ese beso… la hizo pensar mucho. —Normalmente eres la que más habla —mencionó su madre, rompiendo en silencio. —Bueno, si Victoria no tiene nada que decir —intervino Michael, sabía que algo había pasado—. Mamá, papá. Planeo llevarme a Sara cuando regrese a la mansión Bridget. Victoria por fin reaccionó, estaba bebiendo un poco de jugo y lo escupió. —¿Qué? ¡Sara no me ha dicho nada! —exclamó, asombrada. —¿Hablaste con sus padres? —preguntó Rafael—. ¿Por qué querrías llevártela? —Para que reine conmigo, ¿no? —dijo, con obviedad—. ¿Por qué no mejor hablamos del ascenso de mi hermana? —Oh, eso… —Ella balbuceó, apenada. —El próximo mes será la nueva jefa, estoy seguro de que lo hará de maravilla —sonrió Rafael—. Todos en la empresa la adoran, no tendrá problemas. —Estoy tan feliz de que mis dos hijos hayan
Michael estaba listo para tener una reunión privada con los padres de Sara. Ellos vivían en la misma mansión, pero tenían su propio comedor y cocina apartados. —¿Te acabas de poner nervioso? —cuestionó Sara, frunciendo el ceño. Iban caminando por un pasillo. —Para nada. —Estás rígido, Michael. Y tenía razón, los nervios lo consumían. No podía caminar sin parecer un pingüino en cada paso que daba. Su espalda estaba firme, al igual que sus brazos y piernas. —No es la primera vez que hablas con mis padres —rio—. Además, ellos te adoran. —No creo que les agrade saber que te quiero arrastrar conmigo al infierno —La miró de reojo. —¡A mí me encantará estar contigo en el infierno! —exclamó, ilusionada—. Con tal de que no consigas ninguna novia entrometida. Michael sonrió. Ver a Sara feliz por irse con él a hacer trabajos sucios, le daba cierta felicidad interior. Ella era su único apoyo, a parte de su familia. —No creo que pueda tener pareja si estás encima de mí todo el tiempo —br
—¿Q-qué haces aquí? —inquirió Victoria. Se sonrojó por completo, pues estaba en pijama y eran las siete de la noche. Tenía los audífonos, se los quitó al ver a Mateo entrando con una sonrisa tímida. ¿Acaso era otro sueño? —Hace días que no respondes mis mensajes, ¿por qué? —Hundió las cejas—. ¿Dije algo que te molestó? Victoria abrazó una almohada para ocultarse un poco, no podía decirle a su mejor amigo que tuvo un sueño subido de tono con él, y por eso trataba de evitarlo. El corazón se le aceleró, era incontrolable. Imaginó al Mateo de sus sueños, sin camisa y con el torso lleno de músculo. —Ay, por Dios… —murmuró—. ¡Por lo menos hubieras avisado! Estoy en pijama. Él se acercó hasta sentarse en la orilla de la cama, Victoria retrocedió por impulso. —Traté de llamarte e incluso te envié un mensaje diciendo que venía. Supongo que ni los lees —resopló, deprimido—. ¿Me odias, Victoria? A Mateo le dolía, no quería perder a su amiga. ¿Por qué se estaba comportando cortante? ¿Por
Victoria ya estaba lista para su nueva cita con Mateo, se arregló más que de costumbre. Pintó sus labios de un rojo intenso que combinaba con el color de su largo vestido. Tocaron la puerta de su habitación, era Rafael. —¿Papá? —¿Estás mejor? Veo que por fin superaste a tu ex —sonrió, apoyado de la pared. —Me di cuenta tarde de que era un imbécil —Rodó los ojos. —¿Y con quién saldrás? —inquirió, pícaro—. Te pareces a tu madre cuando empezamos a salir. —N-no es una cita. Simplemente acompañaré a Mateo… —murmuró, apenada. Jugó con sus dedos—. Al museo de arte. —Oh, se me había olvidado que hoy era la gran inauguración —recordó, cruzado de brazos—. Espero que te diviertas, y no olvides que ese hombre es muy especial para ti —Le guiñó el ojo y se marchó. Dejó a Victoria más confundida que antes. ¿Por qué todos apoyaban una posible relación entre ella y Mateo? Negó con la cabeza. Salió de su habitación y bajó las escaleras con nerviosismo, no podía esperar para ver a Mateo. Su co
—¿Qué rechazó Mateo? —preguntó Victoria, inclinando ambas cejas. Lisa supo que había hecho mal, creyó que Mateo ya le había contado lo que hizo cuando se graduaron. —Y-yo… —balbuceó—. Mateo, debiste decírselo desde que regresaste. Ese regaño le dolió, porque Lisa tenía toda la razón. —Victoria, ella es Lisa, fue mi compañera durante años en la universidad —Cambió de tema, nervioso. Su mejor amiga no quería ninguna presentación después de escuchar que Mateo le ocultó algo importante durante tanto tiempo. —Tenemos que hablar sobre esto, no me cambies de tema ahora… —murmuró, molesta. —Lamento haber causado problemas. Mis pinturas están en la sala vip, por si gustan pasarse —Lisa les entregó dos pases gratis—. Nos vemos… La había cagado, ella misma lo sabía. Esperaba que el amor entre ellos fuera más fuerte que cualquier discusión. —Vayamos a un lugar más tranquilo —sugirió Mateo. —¿Cómo cuál? —La sala vip. Por algo Lisa nos dio estos pases. Suelen estar vacías y tienen espaci
Por otro lado, Michael estaba con Sara planeando el próximo paso que darían antes de irse a la mansión Bridget. —Estoy lista, no tienes que recordarme —masculló. —Lo único que debes hacer es amenazarlo, usa tu cara más diabólica y funcionará —susurró. —¿Te estás burlando de mí, Michael? —Frunció el ceño, ofendida. Ambos se encontraban en el departamento dónde vivía Samuel. Iban a cobrar venganza, o bueno, Michael necesitaba darle su merecido por lo que le hizo a Victoria. Tenían trajes negros y guantes que ocultarían sus huellas. Michael se aseguró de que nadie estuviera viendo, y forzó la puerta con una ganzúa.Entraron sin hacer ruido. —Te esconderás en el armario y serás la primera en sorprenderlo, ¿de acuerdo? Quisiera saber cómo te manejas en esto… —murmuró Michael, agarrando los hombros de Sara. —L-literalmente me has enseñado durante estas casi tres semanas… —balbuceó, nerviosa, sabiendo que se iría al día siguiente a su nuevo hogar. Sara quería demostrar su valor, que
—P-por favor, no me hagas daño —Samuel suplicó. Por alguna razón, sintió que ese hombre iba a matarlo sí o sí. El aura oscura que rodeaba a Michael, era digna de temer, hasta Sara se quedó en shock, estando tirada en el suelo. Le costaba procesar todo lo que ocurría. —¿La tocaste? —preguntó, con sed de sangre. —¡N-no! ¡Lo juro! Michael no planeaba matar a Samuel, solo quería darle un susto y una advertencia de que no se acercara a su familia. Sus planes cambiaron cuando lo vio a punto de abusar de Sara. —No te creo nada. Los labios de Sara temblaron, vio a su mejor amigo descontrolado y motivado por la ira, pero no supo cómo controlarlo. En el fondo, ella quería ver de lo que ese hombre era capaz… ¿Por qué sintió tanta rabia si no eran pareja? —¡S-Sara! ¡Dile algo! —rogó, Samuel empezó a llorar. Estaba sin camisa y con la nariz rota, la sangre no dejaba de chorrear. Se veía vulnerable. Sara se levantó, estuvo a punto de agarrar el brazo de Michael, pero él sacó su arma y le
—Cariño, hay que intentarlo. ¿No eres el que más quiere tener un hijo? —Agarró el brazo de su esposo, David Lambert. Este se soltó del agarre de forma brusca, dejó a Mónica con los ojos abiertos y el ceño fruncido. Se preguntaba: ¿por qué su esposo no la amaba? ¿Por qué la evadía tanto? ¿Qué fue lo que cambió? —Me aturdes, Mónica. Vete a limpiar o a lavar, no lo sé —masculló, estresado—. No puedes tener hijos, esa es la verdad. Deja de esforzarte por algo que jamás se hará realidad. El corazón de Mónica se apretujó dentro de su pecho. Llevó ambas manos al mismo, buscando el consuelo. Ella siempre había anhelado tener un bebé. Fue comprometida por obligación, la decisión la tomaron sus padres. Era la única manera de salvar a su familia de la ruina, si los Bustamante unían a su hija en matrimonio con el hijo de los Lambert. David era conocido como un poderoso empresario, dueño de una cadena de hoteles que le heredó su padre después de haberse jubilado. Famoso y millonario. —S-sé