Capítulo 118: Clímax

Rafael estaba de pie, con firmeza y determinación en su mirada. Lo menos que planeaba era verse débil ante sus enemigos, ni ante su hija.

Se preguntaba por qué Victoria mostraba tanta calma al lado de David, luego le preguntaría.

—¡El maldito maletín! —ordenó Rowena—. ¡O me llevo a la niña!

—Veo que tu madre se volvió mucho más insistente que tú, David —bromeó el castaño, dejando el maletín en el suelo.

El recién nombrado se mofó, divertido.

—Salí igual a ella —dijo.

Rowena estaba cansada de escuchar palabras estúpidas, si no se apuraba, todo iba a salir mal. Se mordió una uña, nerviosa por saber cuál era el contenido de esa maleta negra.

—Aquí va —indicó Rafael.

Deslizó el maletín con todas sus fuerzas, hasta que llegó a los pies de Rowena, tocó la punta de sus tacones negros. Ella se agachó para agarrarlo.

Lo abrazó, como si su vida dependiera de ello.

—Muy bien, Victoria, es tu turno —David se puso en cuclillas para llegar a la altura de la niña—. Quiero que sepas que me
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