3 Mentirilla blanca

—¿La bestia? — la frase quedó colgada en el aire con la expresión de asombro de Waylon.

Lara maldijo por lo bajo, no podía creer que la situación se pusiera más difícil de lo que ya era.

Como si ya no fuera suficientemente duro tener que darle su virginidad a un desconocido por dinero, ¡Ahora resultaba que ese desconocido era el bruto que casi la mata la en la mañana!

Tragó grueso, seguramente la bestia la echaría como un perro y perdería su oportunidad de ganar ese dinero, y realmente no estaba en posición de obtenerlo de otra forma tan rápida, el niño ya no tenía tiempo.

Se aclaró la garganta e inspiró profundo y se acercó a él tratando de verse sensual y deseable, pero terminó haciendo el ridículo.

Waylon la miró de arriba a abajo y se cruzó de brazos.

—Entonces, ¡Eres prostituta! Quien lo hubiera creído, esta mañana parecías muy digna.

Lara levantó la mirada llena de furia. Este animal no tenía la más mínima idea de lo que ella estaba haciendo, ni conocía sus razones.

—¡Eres un hipócrita, no soy yo quien contrata los servicios de una mujer en la cama!

Waylon abrió los ojos como platos.

—¡Tienes una lengua muy afilada!

—¡Y usted, un cerebro muy pequeño! — lanzó dándose la vuelta para irse, pero él la tomó por el brazo y la detuvo.

—¿Qué cree que está haciendo? — ella soltó al verse atrapada por su fuerte mano.

Él estaba impresionado con la belleza y el carácter de la chica, no era hombre de frecuentar mujerzuelas, pero ella no parecía una mujerzuela común, había dignidad en su voz y en su mirada.

—¿Qué tal si comenzamos de nuevo? Soy Waylon Scott, mucho gusto — aflojando el agarre en su brazo y extendiendo su mano amablemente, ella lo pensó dos veces antes de estrecharla.

—Lara Santa Cruz.

—No eres americana…

—¡Qué observador! Si lo soy, ¡De América del Sur!, todo hasta la Patagonia es América; les faltan lecciones de Geografía a ustedes en este país —destilando sarcasmo puro.

—Ya veo, entonces, eres una prostituta educada.

La sola mención de que ella fuera una prostituta le hizo hervir la sangre, en realidad no lo era… pero seguramente al terminar con el trabajito podría considerarse una, y entonces tendría que aceptar que así sería tratada el resto de su vida.

—En realidad… no lo soy… — Ella dejó salir a media voz bajando de nuevo la mirada.

Waylon ladeó la cabeza sin entender.

—No eres, ¿Qué?

—Una prostituta — abrazándose a sí misma con ese gesto temeroso con el que había salido del baño — Esta es mi primera vez…

—Entonces, ¿Por qué estás aquí ahora? — Él quiso saber.

—Mi hermano padece una cardiopatía crónica, y morirá si no reúno una suma ridículamente grande para este fin de semana… —Su voz se quebró por completo haciendo que Waylon tragara grueso, había que tener agallas para enfrentarse a algo como esto para salvar la vida de otra persona.

—¿Eso es verdad?

Ella solo asintió con un ligero movimiento de cabeza, clavando su mirada de nuevo en el lustre de los costosos zapatos de Waylon.

—Ven… —Él dijo tomando su mano y acercándola a la cama para que se sentara, él se acomodó a su lado.

Lara pensó que debería relajarse para que él hiciera todo el trabajo, ella solamente seguiría sus instrucciones y sería más fácil, si es que podría serlo dadas las circunstancias.

—¿Cómo puedo saber que no mientes?

—No tendría por qué hacerlo, ¿Cree que me arriesgué a hacer esto solo por gusto? — mirándolo con dignidad.

—¿Y por qué el dinero no puede esperar?

—Porque Teo está muy mal, el último tratamiento no funcionó, y solo tiene paga la hospitalización hasta el viernes.

Waylon asintió con la cabeza, comprendiendo que después de ese día tendría que sacarlo del hospital.

—¿Por qué me pregunta sobre mi vida personal? — ella hipeó limpiándose las lágrimas y la nariz. Estaba esperando que empezara a tocarla impúdicamente y la hundiera en el infierno.

—Para saber si tendrías la suficiente motivación para aceptar un empleo diferente.

Hubo un largo e incómodo silencio hasta que ella reaccionó.

—Tengo más motivación que cualquiera en este edificio, se lo aseguro.

Waylon ni siquiera parpadeó y cuando la chica no dijo nada mordaz, supo que ella podría ser la persona que estaba buscando, así que decidió hablar con franqueza.

—Tengo una propuesta interesante para ti.

—¿Cómo puedo saber si habla en serio? — Le preguntó sin voltear a mirarlo.

—Porque te necesito a ti, tanto como tú me necesitas a mí, y ya me probaste que estás suficientemente motivada para tomar el empleo.

Lara se giró y vio su semblante frío y perfecto. ¡Era increíblemente guapo el desgraciado! Pero cruel. ¿Probarla así? ¡No tenía escrúpulos!

—Explícate —dijo cortante.

—Se trata de un negocio que nos beneficiará a ambos de forma similar. Si aceptas el trabajo, te pagaré medio millón ahora, y me comprometeré a cubrir todos los gastos médicos de tu hermano y los que se deriven de ellos hasta que esté bien. Al terminar, puedo darte mucho más que al principio.

Waylon se acomodó en su lugar, un poco nervioso; algo tenía esa chica que lo descolocaba por completo.

Ella impostó su mejor cara de póker y continuó:

—Supongamos que acepto, ¿Y qué recibirías tú a cambio? — Quiso saber.

Él sonrió de una manera endemoniadamente sexi, tanto, que Lara se mordió el labio y dejó de respirar desviando la mirada para poder inhalar otra vez, él era imponente y eso la desconcertaba.

—Necesito alguien que finja ser mi pareja. Mi padre me dio un plazo para casarme, y ese plazo se vence en quince días y no tengo una prometida.

Lara lo miró como si le hubiera crecido una segunda cabeza.

—¿Por qué alguien como tú no tiene una novia? — Se aventuró a preguntar. Era algo ilógico para un espécimen tan bien formado como él.

—Porque me dedico solo al trabajo…

«¡Claro! Negocios sucios, más bien», ella pensó.

—Si aceptas, deberás actuar como mi prometida, y luego casarte conmigo, haremos un convenio privado que estipule los detalles. ¿Aceptas el empleo? — lanzó sin anestesia.

—Mejor deme un whisky mientras lo proceso —respondió la rubia inspirando muy hondo.

Lara se tomó el whisky casi de un tirón, sintiendo cómo quemaba en su garganta. No estaba acostumbrada a tomar licor, pero tenía los nervios de punta, el nivel de presión que estaba sintiendo podía asemejarse a una caldera a punto de estallar.

—¿Y bien? ¿Ya tenemos un trato? — Él preguntó con cuidado.

—Creo que necesito pensarlo un poco — Ella dijo inspirando profundo y secándose el sudor de las manos en la minifalda que apenas cubría lo importante, atrayendo la mirada de Waylon sobre sus largas y hermosas piernas.

Lara no estaba completamente convencida.

Por lo que sabía, él era un tipo sin escrúpulos. Dueño de una cadena hotelera en la que el mayor negocio era la trata de blancas, y que se acostaba con la mercancía antes de ponerla en circulación. Sería muy estúpida si aceptaba casarse con un hombre así.

—Creo que tengo que irme… — dijo presa del pánico tratando de controlar los nervios.

—¿Cómo sabré que tenemos un trato?

—Te dejaré mi número — ella sacó la pluma del bolsillo de la camisa de Waylon y lo apuntó en una servilleta — Ahí está, llámame mañana.

La chica salió en estampida del Crowne Plaza, caminaba apresuradamente, limpiándose las lágrimas, recriminándose a sí misma por ser tan cobarde. Si solo le hubiera respondido positivamente al tal Waylon, tal vez ahora podría estar segura de que Teo comenzaría su nuevo tratamiento.

En esto pensaba cuando recibió un llamado del hospital anunciándole que el niño presentaba una crisis. Llegó lo más rápido que pudo y pasó la noche junto a él sin despegarse de su lado.

—¡Lara! — Teo soltó a media voz cuando la vio llegar — Llegaste…

—Mi vida, ¡Ya estoy aquí! No me moveré de tu lado.

—Lara… sé que estoy muy mal, y no quiero que te quedes solita cuando me haya ido… —Los pálidos labios de Teo se movían con lentitud mientras Lara necesitaba acercarse un poco más para poder escucharlo.

Una daga atravesó su pecho al conocer las preocupaciones del niño de nueve años.

—Mi vida, no digas tonterías, ¡Te vas a mejorar, ya lo verás! Esto es solo una crisis, no es la primera, Teo, y de todas te has mejorado.

Él sonrió condescendiente, sabía por experiencia que la gente a su alrededor moría todos los días de lo mismo que él padecía.

—Lara, no tenemos a nadie. ¿Cómo me voy a ir tranquilo si sé que vas a estar sola?

A la rubia se le hizo un nudo en la garganta, necesitaba darle paz a Teo, aunque fuera con una mentirilla blanca. Reprimió las lágrimas y esbozó una media sonrisa.

—Tengo algo que contarte… — le dijo tomándolo de la mano con la sonrisa fingida — ¡Voy a casarme!

Los ojitos de Teo recobraron su brillo infantil al escucharla hablar.

—¿De verdad?

—¡De verdad! Sabes que nunca te miento.

—¿Y cómo es tu novio?

—¡Es muy guapo! Y también es rico, me ayudará a pagar todo lo del hospital.

La esperanza se reflejó en el rostro desmejorado del pequeño, iluminándolo de paz.

—¿Y cuándo podré conocerlo?

Lara tragó grueso, no estaba segura de aceptar la propuesta de Waylon y le mentía descaradamente a su hermanito. Sintió como las palabras le quemaban en la boca como tizones encendidos que le gritaban lo falsa que era con Teo y lo inútil que había sido al conseguir salvar la vida de su hermano.

Los recuerdos la atropellaron mientras las últimas palabras de su madre resonaban en su mente: “¡Cuida de Teo, y prométeme que harás todo lo necesario para salvar su vida de esa terrible enfermedad, Lara!”

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