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5 El maldito hermano menor

—Estás… perfecta —dijo el empresario sin permitirse siquiera una sonrisa. Sabía cómo funcionaba esto, ya lo había vivido y con mucho dolor, por eso se mantenía alérgicamente alejado de las mujeres, especialmente de aquellas que le movían el piso.

Pero cuando conoció a Lara el día anterior, no creyó que el movimiento telúrico fuera a más de siete en la escala de Richter.

—Gracias — ella dijo bajando la mirada.

Ambos caminaron hasta la escalera y la rubia sintió el viento frío soplando hacia ella y haciéndola erizar. Se llevó las manos a los brazos para frotárselos.

—¿No traes abrigo?

—Es que… no tengo uno adecuado para este vestido, el que tengo desentonaría terriblemente… — Se disculpó con vergüenza.

—Ha sido un descuido de mi parte, no pensé en ello, toma —dijo sacándose el suyo y poniéndolo sobre los hombros de la chica. Era la segunda vez que tenía ese gesto caballeroso con ella — Te ayudará a entrar en calor.

—Es… muy grande…

Él no pudo contener una sonrisa que a ella le pareció endemoniadamente perfecta.

Waylon se apresuró a abrirle la puerta del auto y pronto estuvieron de camino. El aroma del perfume de Waylon impregnado en su abrigo se encerró en el interior del auto, y Lara debió poner todo su empeño por concentrarse en la conversación y no en alguna otra tontería. No quería parecer estúpida.

—¿A dónde iremos?

—A cenar.

—Sí, ya me lo dijiste, pero ¿A dónde?

—Es un excelente lugar, te gustará — Se limitó a decir para no dar explicaciones, quería evitar mentir, un negocio de esa envergadura no podía comenzar con suspicacias ni desconfianzas, así que prefirió omitir información antes que tergiversarla.

El viaje continuó en silencio hasta que ella habló de nuevo.

—¿Terminaste de leer mis condiciones?

—Realmente no pude, el día estuvo ajetreado.

—Entonces, ¿Qué vamos a discutir si no lo leíste? — Ella preguntó, y en ese momento Waylon se detuvo frente a un enrejado alto y suntuoso tocando el claxon, la reja se abrió para darle paso y volvió a cerrarse tras el vehículo.

Siguieron avanzando por una calle privada con frondosos árboles y faroles a los lados del camino, al final los esperaba una hermosa y moderna mansión con una gran escalera en la entrada.

—¿Dónde estamos?

Tampoco hubo respuesta. Él apagó el motor y bajando del auto le dio la vuelta para abrirle personalmente la puerta, le extendió la mano para ayudarla a salir, y a Lara le pareció que estaba siendo exageradamente formal.

—Vamos adentro, está helando — Le dijo, tomándola del brazo y subiendo las escaleras.

—¡Espera! Responde a mis preguntas o hasta aquí llega nuestro convenio. Una de mis cláusulas es muy clara: ¡Quiero estar al tanto de cada cosa que me involucre!, y en este momento no sé dónde estoy, ¡Ni tampoco a que he venido hasta aquí!

Waylon inspiró profundo y clavó su mirada acerada sobre ella.

—Estamos en mi casa, no he podido mantener por más tiempo esta situación en la sombra y mi padre ha exigido conocerte, cenaremos con él…

Lara se asustó con la sola mención del padre de Waylon, había escuchado a alguien decir que el viejo Scott era un hueso duro de roer.

—¡Me mentiste! — dijo dando un paso atrás.

—¡No! Lara, no te he mentido, te dije que cenaríamos, pero no te dije dónde…

—No puedo con esto, no soy una mentirosa, no podré hacerlo… —dijo llenándose de ansiedad — Esto fue una muy mala idea, no sé cómo dejé que me convencieras…

—Cálmate, hay cámaras por todas partes — Le dijo tomando sus manos con cuidado — Mírame.

La chica se enfocó en sus hermosos ojos grises.

—Solo cenaremos y actuaremos como si fuéramos amigos, unos muy cercanos, ¿Vale?... Lara, ¡Es mucho lo que recibirá tu hermano si lo haces!

Al escuchar mencionar a su pequeño hermano, la rubia cerró los ojos e inspiró hondo antes de sujetarse firmemente del fuerte brazo de Waylon para evitar que el mareo que comenzaba a dominarla fuera a ser un problema.

—Sonríe, nos están grabando y mi padre no es estúpido.

Los ojos de Lara se perdían sin enfocar en ninguna parte, el lujo era abrumador, así que optó por mantener la mirada baja para calmar sus nervios mientras Waylon sentía su fuerte agarre en el brazo, indicándole el estado de nervios de la chica.

—Creo que será mejor que te quedes un momento en la biblioteca, así te relajarás mientras veo cómo está el ánimo de mi padre.

Ella asintió con la cabeza, y Waylon la dejó dentro, pidiéndole que se sentara y tratara de respirar con calma.

Lara se sentó y volvió a levantarse al menos tres veces sin poder mantener su cuerpo tranquilo. Optó por revisar la gigantesca biblioteca para mantener su cabeza enfocada en algo.

De pronto, escuchó pasos detrás de ella.

—Señorita, buenas noches — una voz entrada en años la saludó con amabilidad, ella se giró para encontrarse con un cabello canoso y un bastón.

—Buenas noches —respondió al saludo con amabilidad, ofreciendo una sonrisa.

—¿Podría usted hacerme el favor de ayudarme con ese libro viejo de allá arriba? —dijo señalando un lugar alto.

—¿Grandes esperanzas? — ella preguntó al verlo.

—Sí, ese.

Ella se estiró lo mejor que pudo hasta alcanzarlo.

—Tome, aquí tiene —entregándolo en su mano.

—Es usted muy amable con este viejo, y dígame, ¿Lo ha leído?

—¡Es un clásico!, lectura obligatoria — dijo con una sonrisa y sin pretensión alguna.

—Eso parece — Mirando lo desgastado de su portada —¿Es amiga del señor Waylon?

La pregunta la tomó por sorpresa.

—Eh…sí…

—Es un joven impetuoso, pero es buen chico.

Ella sonrió y asintió con la mirada.

—Bueno, ya debo irme, fue un gusto, señorita.

—El gusto ha sido mío — con toda sencillez.

El anciano salió por una puerta del enorme salón y Waylon entró casi al mismo tiempo por la otra.

—¿Más tranquila?

—Sí, ¡Hagamos esto! — armándose de valor.

Ambos atravesaron la casa hasta llegar al área de los comedores, al destinado a reuniones pequeñas y solo de miembros de la familia, deteniéndose en la puerta.

—Buenas noches, papá — Waylon saludó desde la entrada y Lara se sobresaltó al ver que el tan temido Señor Scott, era el anciano agradable de la biblioteca.

—Es usted… — Tragando grueso.

—Papá, ella es Lara, mi prometida — Waylon sintió la palabra extraña en su boca, era la primera vez que la decía en voz alta y fue tan bizarro que estuvo a punto de descubrirse por completo.

—Ya tuve el enorme placer de conocer a la señorita, ¡Es bienvenida a mi casa, y también a mi familia! — Dijo el anciano dándole un abrazo y dejando perplejo a su hijo que no daba crédito a tanta amabilidad de su parte.

—La cena está servida, señor — Alguien anunció, y los tres pasaron y tomaron asiento.

—Y entonces, ¿Cómo se conocieron? — Preguntó Walter Scott masticando su carne.

Lara se secó instintivamente las manos en la servilleta de tela que tenía sobre las rodillas y miró a Waylon, tratando de mantener la falsa sonrisa.

Walter los miró a uno y a otro esperando una respuesta.

—¿Y entonces?

—Cariño, por qué no se lo cuentas tú a tu padre — Lara dijo poniéndole una mano en el hombro a Waylon para comprometerlo, ella no tenía idea de los lugares que frecuentaban los ricos ni de los eventos a los que asistían, así que no se arriesgaría a cometer un error y a terminar con su nuevo empleo en el primer día.

Waylon casi se atraganta con la ensalada y tuvo que empujar el bocado con un buen trago de vino.

—Eh… pues… nosotros…

Lara se le quedó mirando y supo que tampoco era muy buen mentiroso, así que decidió arriesgarse e irse por lo seguro.

—Corriendo.

—¿Cómo dices? — Walter inclinó la cabeza.

—Suelo correr en las mañanas, y Waylon literalmente casi me atropella.

La cara de Waylon era un verdadero poema. La chica había dicho la verdad, solo que omitió la parte en la que ambos se insultaron mutuamente, y le había salido tan bien, que no podía creerlo.

—Eh, sí, fue muy embarazoso, la verdad… — Completó parte del relato sin mucho detalle.

—Las mejores cosas de la vida son las que se dan de forma espontánea — El viejo comentó de forma jovial y su hijo volvió a respirar aliviado, la chica era inteligente.

El resto de la cena fluyó con más calma, pero Lara no bajó la guardia. Ya había notado que al viejo le gustaba lanzar bolas curvas y preguntas inesperadas.

—Pasemos a tomar una copa al lobby — Sugirió el padre y los otros dos lo siguieron. El viejo sirvió el licor y, cuando iba a sentarse, el mayordomo entró para dar un anuncio.

—Señor, acaba de llegar su otro hijo acompañado de su prometida.

Walter Scott torció el gesto e hizo un movimiento con su mano.

—¡Hazlos pasar! — Contestó cambiando de ánimo.

Lara se llevó la copa a los labios para dar el primer sorbo, cuando escuchó la inconfundible voz de su exnovio cruzando por la puerta y acompañado de una mujer. Una diferente a la del hotel.

—¡Siempre llegas tarde, Rowdy! ¿Acaso no te da vergüenza? Tu hermano y su prometida están aquí desde temprano — el viejo lo regañó como a un niño.

Lara se quedó de piedra y Rowdy se detuvo en seco cuando la vio.

La copa resbaló de las blancas manos de la rubia y palideció de inmediato, dando un paso atrás e impactando contra el pecho de Waylon.

Por la mente de Lara cruzaron las últimas imágenes de Rowdy desnudo junto a su amante y todo se volvió negro.

Cuando despertó, los tres hombres estaban a su alrededor observándola y ella solo podía pensar en una cosa:

¡El maldito era el hermano menor de Waylon!

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