No pudo dormir, Evanora no dejó de pensar en todas las represalias que podría llegar a tener su error, ¿cómo es que pudo ser tan tonta como para no darse cuenta de lo que había hecho? No lo comprendía, y no tenía la mínima intención de salir de la habitación. Pero una de las sirvientas le dijo que su esposo Marcel, la estaba esperando en el comedor para desayunar a solas. Los empleados estaban más que intrigados, hacía muchos años que sus jefes no desayunaban juntos, y es que Marcel siempre estaba ocupado con asuntos de la empresa, y Reyna parecía estar encerrada en su mundo, por lo que sentían cierta intriga hacia ellos. En cambio, otros, no dejaban de mirarla como si ella fuera un enemigo que estaba irrumpiendo en su morada. —Gracias, pero… —Lo siento, señora Turner, el señor ha ordenado que se le llevara al comedor, en caso de que no quiera ir por su propio pie. Evanora maldijo por lo bajo, no podía creer lo lejos que estaba llegando Marcel, por su cabeza se cruzó la idea de q
Nicolle observó el rostro de Marcel, y supo enseguida que su plan estaba funcionando, detalló el rostro de Evanora, ella era más como una caja fuerte, se le dificultaba leerla, algo que no solía pasarle con Reyna, su detective privado estaba a nada de llegar a la verdad, al pasado de Reyna Taylor, toda su vida en un par de hojas en blanco, le pareció la idea más interesante y descabellada a la vez. —Invité a nuestro socio más importante, espero que no les moleste —mencionó Nicolle sonrió ante la idea macabra que se había formulado en la cabeza, no solo sus planes estaban saliendo bien, sino, que al parecer su hermanastro Marcel, estaba actuando tal y como lo había previsto. Mientras que Leroy, observaba a Evanora, ignorando por completo la presencia de Marcel, se acercó con una sonrisa en los labios que iba dirigida solo a ella. —Buenas noches —saludó con educación. —Buenas noches, Leroy —intervino Marcel, para que no lo tuviera que hacer ella—. Mi hermanastra nos ha contado que
Marcel no pudo contener más las ganas que le carcomían las entrañas, cuando Evanora salió con Leroy, los espió todo el tiempo por una de las ventanas, aunque no escuchaba claramente lo que decían, podía ver las intenciones de Leroy, Evanora era demasiado ingenua al creer que podía con Leroy. Marcel entendía que él tenía fama de mujeriego, de la clase de hombres que toma lo que quiere cuando lo desea, no sabía de mujeres casadas, y al parecer, Leroy ya había encontrado en ella, a su primera. Pero no lo iba a permitir. Todo empeoró cuando notó que tocaba un mechón de su cabello, fue ahí que sintió que lava recorría por sus venas. Lo vio marcharse y comenzó a quitarse le saco, aflojando la corbata, luego ella entró con ese aire inocente que de la nada quiso romper. —Marcel. Y ahora la había llevado hasta la cama, en donde le comenzó a desabotonar la blusa. Esta vez la quería desnuda, sin embargo, eran más fuertes sus ganas, por lo que le quitó la blusa, luego el sostén, dejando al de
Evanora se sintió perder la cabeza, no comprendía nada, solo necesitaba de ese momento, cuando Marcel la llevó hasta el escritorio, ansioso por probar de nuevo sus labios, supo que la batalla contra él ya la había perdido desde hace mucho tiempo. No era correcto y hasta cierto punto se sentía una profanadora de vidas. Ella no solo estaba tomando el lugar de su hermana gemela Reyna, sino, que ahora le estaba quitando a su ex marido, y pensaba quedarse con sus hijos, sí, eso se veía como si estuviera acarroñando sobre los restos de su vida. Pero se sentía tan bien, que apartó esos pensamientos que solo la hacían frenar. —Marcel —susurró entre besos. Las manos de su cuñado eran expertas y navegaban por todo su cuerpo, haciendo que miles de chispas eléctricas recorrieran cada espacio hasta erizar su piel como la primera vez en que dejó que la tocase. Pero Marcel tenía su propio mundo en su cabeza, él no sentía ningún remordimiento, no pedía a gritos nada, y solo pensó en que estaba be
Cuando Leroy se despidió de Evanora con un beso en la mejilla, sintió que su necesidad por saber ya la verdad y poder actuar como quería con ella, era cada vez más inmensa, y es que ante sus ojos, ella no solo era hermosa, sino, inteligente. En tan solo un par de horas, ella ya le había dicho un par de ideas para mejorar en el campo de administración, por lo que se lo pensó mejor y creyó que ella estaba a un nivel más elevado, tal vez la haría jefa de contaduría, no estaba seguro de que ella lo aceptara tan rápido.Marcel se encontraba en su oficina tratando de trabajar para evitar pensar en cosas que no le hacían actuar bien, moviendo su bolígrafo con rapidez y torpeza, cuando Clover llamó a la puerta, esta vez notó que su falda estaba un par de centímetros más arriba. —Espero que sea algo importante, como para que me interrumpas —espetó él con firmeza. A Clover se le erizó la piel. —Lo siento señor, lo que pasa es que han llamado sus padres, al parecer han intentado contactarse
—Me parece una idea fenomenal —añadió Nicolle, con una sonrisa que iba de oreja a oreja. Si había algo que ella disfrutaba desde que era una niña, era presenciar el caos, y esta no era la excepción, por lo que sin decir nada más, se contuvo de casi decirles lo que había descubierto sobre su cuñada. —Lo que dices es una tontería —habló Daniel. Por primera vez le llevaba la contraria a su mujer, lo cual fue una verdadera sorpresa para todos, en especial para Nicolle, ya que él siempre solía hacer lo que ella y su madre querían. —No hablarás en serio, papá —siseó Nicolle con los brazos cruzados y una mueca en el rostro, lanzándole fuego a Evanora. —¡Daniel! No sabemos si sean de Marcel, te recuerdo que a Reyna la encontraron en la cama con un modelo —señaló Anastasia, dispuesta a no perder la batalla. —Eso no fue cierto —Marcel salió a su defensa—. Reyna jamás me fue infiel, ella siempre fue una esposa perfecta. Nicolle sonrió. —¿Fue? ¿Por qué hablas de ella como si estuviera mue
Leroy se encontraba revisando un par de documentos, cuando recibió una llamada de uno de sus socios más importantes, y con los que su familia lleva años tratando, personas de confianza y a las que no quería defraudar, al término, habían quedado en cenar en Chicago para cerrar un nuevo trato con ellos, aquello era de suma importancia. De pronto, sintió el deseo egoísta de ser acompañado por una hermosa mujer, y que mejor que Reyna Turner, nadie sospecharía si fuera con ella, debido a que es el mismo socio en común que tiene con Marcel, por lo que creerán que su marido la ha mandado a cerrar alguna especie de trato. La idea le pareció demasiado seductora, en especial porque tenía deseos de estar a solas con ella, sin que Marcel interrumpiera a cada rato, así que le llamó por teléfono, eran las siete de la noche, pensó que no sería tan imprudente, hasta que atendió. El problema es que no era Evanora, sino, Marcel. —¿Por qué le llamas a mi mujer?La pregunta hizo que ladeara una sonris
Nicolle escuchaba con atención cada una de las palabras que le decía la empleada, hasta que Erin salió de la oficina y la miró sentada en la misma mesa de Nicolle, en el restaurante, Evanora tenía reglas estrictas, como el que el cliente siempre tiene la razón, y que uno no debe nunca de sentarse a charlar con la clientela. Detalló muy bien a la castaña de ojos avellana que estaba hablando con María, la nueva mesera, le pareció de inmediato que era una mujer rica, se le notaba en la calidad de la ropa, curiosa, al ver que Nicolle estaba tan entretenida con lo que la mesera le decía con inocencia, se acercó. Una de las cosas que admiraba Evanora de Erin, era su bien ojo para saber cuando una persona parecía tener malas intenciones, y en ese momento, Nicolle no le dio confianza, en especial al estudiar su mesa y el menú que pidió, apenas nada, tampoco habrá probado bocado, por lo que dedujo que algo no anda bien. —Sí, es una verdadera tragedia, pero Evanora ha podido salir adelante c